Crónica

La izquierda española aún no sabe el precio que pagará por la herida de Errejón

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La palabra más empleada estos días es 'shock'. 'Shock' de los dirigentes de Más Madrid y Sumar. 'Shock' de los militantes de ambas formaciones. 'Shock' de sus votantes. 'Shock' de Manuela Carmena, que se alió con Íñigo Errejón para continuar en la alcaldía. 'Shock' de los socialistas a los que les faltan dedos en las manos para contar las malas noticias para el Gobierno. La sombra de Errejón se cierne sobre todos. Él ya es historia. Las consecuencias políticas de sus actos, ni mucho menos.

“Llevamos días en 'shock'”, dijo la ministra Mónica García en la rueda de prensa del lunes que dio junto a Manuela Bergerot y Rita Maestre. Las principales dirigentes de Más Madrid no podían esperar más tiempo sin dar la cara para intentar explicar cómo un partido que hace bandera de valores feministas pudo contar en su seno con alguien como Errejón, que por otro lado era el fundador de la formación. Él ya no era el referente político del partido en Madrid ni dirigentes como García o Bergerot le prestaban mucha atención. Aun así, no sirve de excusa y las tres tuvieron el detalle de no destacarlo a los periodistas.

Además de declararse “devastadas” por hechos a los que García llamó “casos absolutamente repulsivos”, García, Bergerot y Maestre debían explicar qué hicieron cuando conocieron un incidente protagonizado por Errejón en un concierto en Castellón en junio de 2023. Mejor dicho, qué no hicieron. No aportaron mucho más de lo que ya se sabe. Ahí apuntaron directamente a Loreto Arenillas, diputada de la Asamblea de Madrid, de la que dijeron que había intervenido “a espaldas del partido” al contactar con la mujer que hizo una denuncia anónima en Twitter. Le ordenaron después que comunicara a la denunciante que el partido podía prestarle apoyo, pero ya no recibieron más información del caso.

“No pudimos o supimos hacer nada más y ahora vemos que fue un error”, dijo García. Lo justificaron con el argumento de que “los dos (Errejón y Arenillas) minimizaron la agresión”, en expresión de Bergerot.

Arenillas respondió poco después negando la acusación. Dijo en un comunicado que nunca encubrió ningún caso de abusos y que puso todo lo relacionado con el caso de Castellón “en conocimiento” de Bergerot y de otra dirigente. “La dirección del partido no consideró relevantes los hechos para elevarlos a los órganos superiores, ni hacerlos públicos, ni activar los procedimientos establecidos en nuestros estatutos y normas internas”, alega la diputada.

Las tres demostraron entereza –por otro lado, es lo menos que podían hacer–, en especial Rita Maestre, que tuvo una relación sentimental con Errejón años atrás. Ahora ha sabido que dos de las denuncias se refieren a una época en que ambos salían juntos. El sentimiento de traición personal debe de ser inmenso. La portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid negó que se le pueda acusar de algún tipo de encubrimiento: “Ahora se extiende en redes con frivolidad la expresión 'todos lo sabían' o todos lo encubrieron. No lo sabía yo. Nadie lo sabía”. Mónica García dijo lo mismo haciendo énfasis en la palabra 'nadie'.

¿Es suficiente con pedir perdón y afirmar que no se sabía nada sobre los peores ejemplos de conducta de Errejón, ahora a la vista de todo el mundo? Eso dependerá de la credibilidad de cada una de las personas que hablen en nombre del partido. Sus rivales en la izquierda y la derecha se ocuparán de recordárselo con frecuencia.

Hay algo que sí sabían. “Pensamos que (Errejón) tenía problemas personales que eran de otra índole”, dijo García sin precisar de qué estaba hablando. Poco después, insistió: “Si hubiéramos sabido que era un agresor, no le hubiéramos recomendado ayuda profesional. Hubiéramos ido a la comisaría”. En su comunicado de despedida, Errejón dijo que estaba recibiendo “acompañamiento psicológico”. No es de los peores eufemismos que aparecen en el texto.

La relevancia política de este dato implica a Sumar. Si a mediados de 2023 Errejón estaba bajo terapia por su adicción al sexo o a lo que fuera, o por cualquier otra cuestión relacionada con la salud mental, la decisión de nombrarle portavoz del grupo de Sumar en el Congreso seis meses después fue tan temeraria como para que sea considerada un error incomprensible. Eso en el caso de que la recomendación de Más Madrid de que buscara “ayuda profesional” fuera en esas fechas, porque el partido no ha querido precisar cuándo se produjo. En momentos de emergencia, la transparencia siempre tiene límites.

La convocatoria tuvo un aire fúnebre con un paréntesis optimista. Maestre destacó el valor de la rápida respuesta que ha acabado con la carrera de Errejón, dando a entender que esto no habría ocurrido años atrás: “El feminismo ha conseguido que en 48 horas haya caído un político de primera línea sin que nadie intente taparlo”. Si eso es cierto, es sorprendente que haya tanta gente de izquierdas con aire deprimido.

Fue exactamente lo mismo que dijo por la tarde Yolanda Díaz en el Congreso. Destacó que nunca antes se había reaccionado con tanta rapidez ante un hecho de estas características como se hizo la pasada semana y que ha quedado demostrado “que no hay impunidad” ante las conductas machistas. “Si hubiera tenido conocimiento antes de hechos tan graves, habría reaccionado igual”, dijo en una rueda de prensa. Es decir, no lo hubiera incluido en las candidaturas de julio de 2023 y no hubiera sido diputado ni portavoz de Sumar.

Sobre lo que sí sabía antes estaba la confirmación de que Errejón tenía serios problemas. “Lo que sé de Íñigo Errejón es que estaba yendo a terapia y sé que en el último año iba a mejor”, explicó, pero sin contar qué tipo de terapia. Hay que deducir por los plazos citados que lo incluyó en las listas de Sumar en 2023 y lo nombró portavoz del grupo parlamentario sabiendo que tenía esos problemas psicológicos mencionados.

En relación a la denuncia anónima de 2023, Díaz afirmó que había hablado del tema con Ione Belarra, líder de Podemos, y dirigentes de Más Madrid. Aparentemente, no con Errejón, por lo que dijo, como sí hizo hace unos días. “A mi equipo le comunicaron desde Más Madrid que la investigación se había cerrado y que la denunciante había retirado el tuit”. Y ahí supuestamente se acabó todo. Retirar a Errejón de las listas –Podemos dijo el lunes que es lo que reclamó– hubiera servido para que el escándalo no estallara un año después de la forma más perjudicial para Sumar.

Díaz repitió una idea utilizada por Mónica García por la mañana. “Me gustaría decirles que hemos dado con la fórmula mágica. No la tenemos”, dijo la vicepresidenta. Por tanto, no se esperan dimisiones ni iniciativas de gran impacto. Les queda encajar el golpe y asumir el descrédito que supone que un “depredador”, como lo llamó Rita Maestre, estuviera tanto tiempo disfrutando de una posición de privilegio en la nueva izquierda que presume de que sólo puede ser feminista. Díaz admitió que esta crisis “rompe la confianza de mucha gente”, pero que la única salida es intentar recuperarla “día a día”.

Lo único claro es que nadie en la izquierda sale reforzado de esta crisis. Es indudable que será utilizada por los que siempre han desprestigiado al feminismo de izquierda y por aquellos en la derecha que esperan que esto provoque el fin de los nuevos partidos de izquierda que debilitaron al bipartidismo.

Es lo que ocurre cuando no estás a la altura de tus ideales por acción u omisión. Y todo el mundo es consciente de que es mucho más fácil y rápido perder la credibilidad que recuperarla. Eso en el caso de que se consiga esto último.