Nacida en Nueva York en un 22 de abril de 1943, muerta a los 80 años en Cambridge, Massachusetts, la ciudad de la Universidad de Harvard, este viernes 13 de octubre de 2023, la vida de la poeta y ensayista Louise Glück transitó con prestigio los centros más prestigiosos de una cultura muy tradicional de la Costa Este de EEUU. Las mejores universidades, los más exigentes premios, las más literarias editoriales, las ningunas concesiones comerciales, la literatura europea griega y latina, clásica, el modernismo más meditado. Y sin embargo, con nada de eso se la puede identificar a la poeta neoyorquina, ni a nada de eso resuenan sus versos, reverberantes de una rebeldía primigenia, articulada, compañeros asordinados de a una rebeldía con causa.
Una poeta laureada
Cuando el 9 de octubre de 2020, la Academia Sueca anunció que Louise Glück era la ganadora del Premio Nobel de LIteratura de ese año, celebró la universalidad de una voz que se eleva sobre las particularidades.
También celebró la premiante Academia de Estocolomo el rico entramado de referencias y resonancias mitológicas clásicas, griegas y latinas, en su poemario Averno (2006), sobre el mito de Perséfone, que desciende a los infiernos raptada por Plutón, y asciende una vez por año a la superficie. “La primavera ha venido / nadie sabe cómo ha sido”, cantaba Antonio Machado: una poeta como Glück respondía con una sabia narrativa mítica a la ignorancia del poeta castellano. .
Una poeta profesional
Louise Glück, ex poeta laureada de Estados Unidos, fue profesora de la Universidad de Yale, en la liga de la hiedra de las universidades antiguas de la Costa atlántica. Llegó a ser una 'poeta profesional' –además de ‘profesoral’. Una analogía algo forzada para caracterizar en qué consiste un/a poeta profesional -forzada por la falta de mejor término de comparación- sería el poeta argentino Alberto Girri. Que una mujer sea esa ‘poeta profesional’ es algo que hoy damos por sentado, aunque no hace demasiado tiempo atrás ni siquiera podíamos representarnóslo: progreso tanto más efectivo, eficaz y asentado porque no lo sentimos ni percibimos. Hay un saldo positivo, en el interior de una cultura literaria, en el constatar la existencia y referencia de ‘poetas profesionales’: señalan un umbral mínimo de calidad verbal, elocutiva con que medirse, un estándar que, por bajo que resulte, sin embargo ya es alto.
Con poeta profesional no ha de entenderse –aunque en el caso de Glück la coincidencia sea inevitable- a poesía asalariada, rentada por el Estado o por instituciones privadas como fundaciones o universidades. Tampoco a ‘poesía pública’. La poesía de Glück, que vivió una adolescencia y juventud marcadas por la anorexia nerviosa y la psicoterapia compulsiva, es personal e íntima sin ser abierta ni confesional. “Una intimidad / que creció entre nosotros / como un bosque alrededor de un Castillo”, escribe en un poema del libro Faithful and Virtuous Night (2014), un poema donde describe la “indiferencia” y “evasión” del psicoanalista que guarda silencio en las sesiones.
Una poeta comparada
En la mañana del jueves 8 de octubre de 2020, en vísperas del anuncio del Premio Nobel de ese año, un programa de la radio pública norteamericana (NPR) discutía y apostaba sobre cómo habría de ser el Nobel de Literatura modelo 2020, el año de la peste y la pandemia. Le apuntaba un eurocentrismo a la vez flagrante y distraído a la premiación ya más que centenaria, iniciada en el siglo pasado gracias al millonario legado de Alfred Nobel, el explosivo creador de la dinamita.
No muchas horas después, cuando la Academia Sueca anunció que la ganadora era la norteamericana de familia judía Louise Glück, la misma radio pública de EEUU (NPR) comunicó la noticia fresca. Sin ninguna emoción patriótica vibrando en la voz de la NPR. Al rato, una periodista de la emisora pública entrevistó a una especialista en la poesía de la Nobel flamante. No sin tristeza, periodista de radio pública y especialista de universidad privada coincidieron en que el millón de dólares del Premio de Estocolmo y aun la calidad de la voz poética de Glück eran, al fin de cuentas, no un acicate sino un obstáculo para que en el mundo llegue a oirse otro coro, de calidad no menor y aun mayor, pero de voces de color y de naciones desfavorecidas. Una y otra nota radiofónicas pueden encontrarse como podcasts en npr.org,
En otras notas radiofónicas de la NPR, y en suplementos culturales de la prensa escrita europea o africana o americana, reaparecia muchas veces, en contraposición con el de Glück el nombre de otra mujer de EEUU, premiada con el Nobel de Literatura en 1993. La afrodescendiente Toni Morrison es la autora de la densa, intensa novela poética Beloved (1987), sobre la esclavitud americana fruto de la trata negrera atlántica. Tampoco a Morrison ayudó el Nobel, porque después de recibirlo quedó trunca su obra.
Un oscuro día de justicia
Con Louise Glück la Academia Sueca, en cambio, a contrapelo de muchas opiniones, logró una transformación política positiva. De una poeta poco pública, que no hacía tours de lectura de sus poemas, y que recibió el anuncio del Premio Nobel con sorpresa, hizo en 2020 una poeta civil.
En el año de la pandemia, en 2020, el Nobel de Literatura fue para una autora de EEUU. Es decir, una escritora de la superpotencia que peor gestionó entre todas a la enfermedad de masas sin aire ni vacuna. Y la Academia elige a una poeta que antes había premiado el presidente demócrata Barack Obama.Y lo hizo en el año en el que después el republicano Donald Trump buscará en vano su reelección.
El Premio para Louise Glück, nacida en abril de 1943, pareció una respuesta y un estímulo para EEUU, que llegaba puntualmente al momento de la muerte de una icónica figura cultural norteamericana. Nacida diez puntuales años antes Glück, en marzo de 1933, la jueza Ruth Bader Ginsberg fue la primera mujer judía en la Corte Suprema de Justicia de EEUU.Trump corrió a hacerla reemplazar, presentando al Senado, a contrarreloj, a Amy Coney Barrett, una candidata a jueza derechista y católica, madre de familia numerosa y antiabortista pertinaz. La decisión del tribunal de Estocolmo, que reivindicó a la jueza suprema Ginsberg, y que le recordó a EEUU que otro mundo existe, y que está en este, hizo del día de octubre de 2020 de la premiación de la poeta Louise Glück un oscuro día de justicia.
AGB