“Nadie se escandaliza si doy mi bendición a un empresario que quizás explota a la gente y esto es un pecado gravísimo. Mientras se escandalizan si se lo doy a un homosexual…. ¡Esto es hipocresía!”. El Papa Francisco volvió a arremeter contra los críticos a Fiducia Supplicans, el documento del Dicasterio de Doctrina de la Fe que permite las bendiciones a las parejas denominadas 'irregulares' (divorciados vueltos a casar, parejas de hecho o de personas del mismo sexo), y que está siendo duramente cuestionado por los sectores más rigoristas de la Iglesia católica.
En una entrevista que será publicada mañana en la revista católica Credere, Bergoglio incide en que “el corazón” de la declaración vaticana “es la acogida”, mientras que los críticos –entre los que se encuentran destacados cardenales– llegaron a calificar el texto como “blasfemo” e impulsaron un movimiento mundial para presionar al Papa para que derogue la norma. Algo que, por lo que parece, no tiene previsto hacer, ni mucho menos, Francisco.
Junto al tema de las bendiciones a homosexuales, Francisco también reflexiona en la entrevista sobre el papel de la mujer en la Iglesia, justo en el momento en que invitó a tres mujeres (una de ellas obispa anglicana) a participar en la reunión de su Consejo de Cardenales, el núcleo de poder vaticano con el objetivo de “desmasculinizar” la institución. El Papa señala en este sentido que “abrir el trabajo en la Curia a las mujeres es importante”.
“En la Curia romana ahora hay varias mujeres porque se desempeñan mejor que nosotros los hombres en ciertos roles”, recalca Bergoglio, quien admite la necesidad de cambios que piden los fieles. “La gente sufre mucho... nosotros los clérigos a veces vivimos cómodamente... necesitamos ver el trabajo, el sufrimiento de la gente”, insiste el Papa, quien también tranquiliza sobre su estado de salud: “La Iglesia se gobierna con la cabeza, no con las piernas”.
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