La provincia de Henan es la cuna de la civilización china. Sus llanuras nutridas por el limo que da nombre al Río Amarillo dieron origen al Imperio Chino, fueron su centro cultural durante 2.000 años y el lugar de origen de la dinastía Han, quienes lo dirigieron en su edad de oro. Su capital, Zhengzhou, es hoy una ciudad de 12 millones de habitantes, muy industrializada y con altos índices de contaminación. Unos 30 kilómetros al sur se encuentra la gigantesca factoría donde unos 300.000 trabajadores fabrican entre el 70% y 85% de los iPhone que se venden en el mundo. Miles de ellos han protagonizado protestas violentas esta semana mientras otros tantos compañeros huían a pie de un recinto que se ha convertido en su prisión.
La planta es uno de los símbolos de la política china de tolerancia cero frente al coronavirus. Este fin de semana las protestas contra estas restricciones se han extendido a ciudades importantes. Pekín sigue imponiendo medidas estrictas de control de contagios, pero no puede permitirse paralizar sus cadenas de producción. La solución ha sido permitir a las empresas que restrinjan la movilidad de sus empleados, que duermen en las factorías y siguen trabajando. El régimen y las compañías lo llaman “circuito cerrado”: del camastro a la línea de ensamblaje y vuelta a empezar. Nadie puede salir de estos recintos, sobre los que se impone una cuarentena pero que siguen manufacturando productos.
La mayoría lo acepta. Tampoco tiene otro remedio. “Muchos son inmigrantes de otras partes de China que tampoco tienen dónde ir el fin de semana y que así se ahorran el alquiler”, explica Claudio Feijóo, catedrático de Diplomacia Tecnológica de la UPM especializado en el gigante asiático. “Yo he visitado algunas de estas plantas y no son residencias, son más bien una forma de sobrevivir. Son barracones parecidos a los de un campo de concentración, con baños comunales”, revela.
En septiembre se produjo un brote de coronavirus en la gran fábrica de iPhone de Zhengzhou, que no es propiedad de Apple sino de un proveedor taiwanés llamado Foxconn. La compañía implantó el “circuito-cerrado” y obligó a los trabajadores a permanecer intramuros para asegurar que los plazos de entrega de los teléfonos se cumplían. Peligraba la campaña de navidad y ya en 2021 Apple dejó de ganar miles de millones de dólares por el desabastecimiento que afectó a su producto estrella.
Pero el brote se descontroló. “Hasta ahora no se han publicado datos oficiales sobre el número de trabajadores infectados. Muchos de los trabajadores contagiados son trasladados a un edificio inacabado en el que se alojan varios trabajadores en la misma habitación, lo que provoca una infección cruzada. Se les ha dejado sin asistencia médica ni alimentación suficiente”, denuncia la organización China Labor Watch, una ONG con base en Nueva York.
Se les ha dejado sin asistencia médica ni alimentación suficiente
“Los trabajadores que permanecen en la fábrica han sido coaccionados por la dirección para ir a trabajar a pesar del creciente riesgo de exposición al Covid-19. Todas las salidas están bloqueadas y algunos trabajadores sólo han podido huir desesperados”, añade. A finales de octubre, los empleados que intentaban saltar el perímetro para volver a sus hogares empezaron a contarse por miles. Lo hacían a pie porque el transporte entre la planta y Zhengzhou había sido interrumpido.
Foxconn intentó aumentar las medidas de seguridad para evitar la salida de trabajadores y poder mantener el ritmo de fabricación, pero la situación ha ido empeorando con el paso de las semanas hasta desembocar en protestas violentas. Este miércoles los trabajadores se amotinaron. La compañía perdió el control de la “iPhone City”, como denominan a la factoría los habitantes de Zhengzhou.
Crowds of #Foxconn workers who’ve had enough with the conditions there are getting out. Some had only just arrived as replacements. The company says there’s been a misunderstanding re bonus pay. Some workers told us they’ve been paid departure money. There are company buses. pic.twitter.com/Uhyws7iPww
— Stephen McDonell (@StephenMcDonell) November 24, 2022
Las redes sociales se han llenado con imágenes de las protestas, con manifestantes atacando las cámaras de reconocimiento facial que los vigilan y fuerzas de seguridad que, vestidas con trajes EPI blancos, les impiden la salida del recinto. Denuncian la falta de alimentos o la acumulación de basura en la factoría. Muchos de los manifestantes son sustitutos de los miles de trabajadores que han escapado de la fábrica y acusan a Foxconn de colocarles en dormitorios con personas contagiadas y no pagarles el salario acordado.
La situación ha obligado a Young Liu, presidente de Foxconn, a enviar una carta este jueves a sus accionistas en la que les asegura que “no se utiliza ningún tipo de trabajo forzado, involuntario o de explotación en prisión, en régimen de servidumbre, en condiciones de servidumbre por deudas, de tráfico o de esclavitud” en la factoría de Zhengzhou. “Se han establecido políticas y procedimientos adecuados y eficaces que garantizan que no se utiliza ningún tipo de trabajo forzado”, enfatiza: “No existen restricciones irrazonables a la circulación de los trabajadores ni a su acceso a las libertades básicas”.
No se utiliza ningún tipo de trabajo forzado, involuntario o de explotación en prisión
Pese a ello, Foxconn reconoció más tarde que había pagado menos de lo que había prometido a sus nuevos empleados. “Pedimos disculpas por un error al introducir los datos en el sistema informático y garantizamos que el salario real es el mismo que el acordado y el de los carteles oficiales de contratación”, ha afirmado en un comunicado.
Tras bloquearles la salida, la compañía está dispuesta a pagar a los trabajadores disconformes para que se vayan y poder rebajar la tensión en “iPhone City”. Según la CNN, Foxconn les ha ofrecido 10.000 yuanes (unos 1.345 euros, equivalente a un par de nóminas): 8.000 si dimiten y otros 2.000 si cogen uno de los autobuses que la compañía ha fletado para sacarlos de la factoría.
Apple mira para otro lado
Apple se ha mantenido en un segundo plano mientras la situación se descontrolaba en las instalaciones de su proveedor. No hizo ningún comunicado hasta este martes, cuando aseguró que había enviado a una delegación a Zhengzhou. “Estamos revisando la situación y trabajando estrechamente con Foxconn para asegurarnos de que se resuelven las preocupaciones de sus empleados”, ha afirmado la multinacional estadounidense en un comunicado. Ni Apple ni Foxconn han respondido a las consultas de elDiario.es sobre el número de contagiados de la factoría.
“Está claro que Apple no quiere mancharse con este asunto y quiere estar lo más al margen posible, pero obviamente parece que ha intervenido”, opina Claudio Feijóo en relación al cambio de postura de Foxconn esta semana, pasando de imponer a los trabajadores que siguieran en sus puestos pese los contagios de coronavirus y la deplorable situación de la factoría, a pagarles para que se vayan.
En cualquier caso, este especialista recuerda que no fueron ni Apple ni Foxconn las que popularizaron el sistema del “circuito cerrado”, sino Tesla. “Lo hizo con el permiso del que era el secretario del Partido Comunista en Shanghai, Li Qiang, que puede ser el próximo primer ministro”, detalla. En Zhengzhou el Partido Comunista también está intentando mediar en la situación y ha pedido voluntarios entre los militares en la reserva para que se incorporen al personal de la factoría y poder continuar con la producción.
Respecto a este punto, Foxconn asegura que las partidas de iPhone comprometidas con Apple no se verán afectadas. Sin embargo, fuentes próximas a la empresa californiana han filtrado que esta teme contar con un tercio menos de los teléfonos que esperaba vender esta Navidad. Es uno de los motivos por los que la multinacional ha sacado de China parte de su producción de iPhones por primera vez en su historia.