A 40 años de la histórica elección del 25 de noviembre de 1984 que puso fin a la dictadura cívico-militar iniciada con el golpe de Estado perpetrado el 27 de junio de 1973, Uruguay elige este domingo 24 de noviembre en segunda vuelta quién gobernará la República Oriental en el próximo quinquenio. El 1° de marzo culminará el mandato de Luis Lacalle Pou y comenzará el del ganador del balotaje y sucesor en el poder del actual presidente blanco. El candidato oficialista por el Partido Nacional (PN o Blanco) y por la Coalición Republicana, Álvaro Delgado, y el candidato centro izquierdista Yamandú Orsi por el Frente Amplio (FA), respaldado por el popular ex presidente de izquierda José ‘Pepe’ Mujica, disputarán por llegar a la Torre Ejecutiva, sede del Poder Ejecutivo oriental, emplazada frente a la Plaza Independencia en la ciudad capital de Montevideo.
En la primera vuelta del 27 de octubre, Orsi obtuvo el 43,82% de los votos que lo consolidaron como el líder entre todos los aspirantes a suceder en el poder al blanco Luis Lacalle Pou, que concluye su mandato de cinco años en marzo de 2025. El importante y sólido respaldo no fue sin embargo suficiente para alcanzar la mayoría absoluta de la mitad más uno de los sufragios necesaria para evitar un balotaje. La figura opositora, Delgado con un 26, 84% de votos ganados, quedó más de diez puntos debajo de su contrincante frenteamplista. De acuerdo con la Corte Electoral, 2.7 millones de uruguayas y uruguayos, que representa el 89,1% del padrón habilitado para sufragar, emitieron su voto ese último domingo de octubre
En las vísperas del parejo balotaje
No hay más spots, no hay más actos, ni recorridas, ni jingles, ni encuestas, ni entrevistas, ni debates. Sólo quedan pocas horas de una incertidumbre que se resolverá este domingo. Porque ni los spots, ni los actos, ni las recorridas, ni los jingles, ni las encuestas, ni las entrevistas, ni el debate parecen haber definido la preferencia de la ciudadanía por uno de los dos candidatos que compiten en el balotaje: Yamandú Orsi y Álvaro Delgado. Así aseguran las últimas mediciones de la encuestadora Factum que proyectan una ventaja de medio punto o de seis décimas para el candidato opositor “dentro de los márgenes de error estadístico”.
En la segunda vuelta gana la fórmula presidencial que reúna más votos, así sea uno. La posibilidad de un empate, es decir, que las dos fórmulas tengan exactamente la misma cantidad de votos, es posible pero muy improbable, afirmó en entrevista con En perspectiva José Garchitorena, ministro de la Corte Electoral. Si se diera esa situación, la ley no establece cómo actuar, por lo que la Corte Electoral tendría que tomar una decisión.
En el escenario de balotaje, y aún más en uno que se anticipa ajustado, tomó relevancia la existencia del voto swing, aquel que un bando consigue captar del otro y por esto vale doble. Refiere al de aquellos electores que no están alineados a ninguno de los partidos y pueden virar o cambiar su preferencia entre una elección y otra. Este concepto, proveniente de la política de EEUU, según el politologo Daniel Chasquetti, “resulta relevante y muy cómodo para indicar que, en competencias entre dos candidatos, cada cambio supone una suma cero, o sea, todo lo que gana uno lo pierde el otro”.
En la base del balotaje está presente que se trata de “una elección de matices”, caracteriza el consultor político Federico Irazábal. “Hay un parecido cada vez mayor entre las propuestas y eso hace que no se puedan aventurar grandes cambios. Es cierto que tienen diferencias, pero estas no implican modificaciones muy importantes”, añade. Todo tiene que ver, apunta, con la estabilidad política del país, y con la necesidad de los ciudadanos de aferrarse a certezas que, de momento, han dado resultados.
Yamandú Orsi, 'el hombre de sus raíces, de su pueblo natal, de los afectos'
De 57 años, casado con Laura Alonso Pérez y con dos hijos mellizos, Lucía y Victorio, Yamandú Orsi nació en el departamento de Canelones, donde sus padres instalaron un almacén que fue hogar y primer lugar de trabajo del hoy candidato a la presidencia del país. Se inició en la militancia política durante los años de estudiante en el Liceo Tomás Berreta. Luego, egresado del profesorado de historia en el Instituto de Profesores Artigas, ejerció la docencia en Maldonado, Canelones y Florida. Que no fue obstáculo para continuar con la actividad política durante décadas en el espacio sector liderado por el expresidente Mugica.
De su primer cargo político, como secretario general de la Intendencia de Canelones, pasó a la etapa que es hoy la faceta más y mejor reconocida de su biografía política. Los años que pasó al frente del Departamento de Canelones, vecino a la metrópolis montevideana. Orsi fue votado intendente en dos elecciones consecutivas. Su primer período se extiende de 2015 a 2019 y el segundo desde 2020 hasta principios de 2024, cuando renunció para proyectarse a escala nacional y presentó su precandidatura presidencial. En ese momento, contaba con el 70% de aprobación entre la comunidad canaria (gentilicio de Canelones): en 2020 había sido reelecto para el gobierno departamental con el 51% de los votos
Álvaro Delgado, 'el componedor nato'
Montevideano, de 59 años, Álvaro Delgado se recibió de veterinario por la Universidad de la República en 1995. Esa institución educativa es la mayor alta casa de estudios en la República Oriental (cuya forma de estado, como la de Chile o Bolivia, y a diferencia de la Argentina o Brasil, es unitaria y no federal). Delgado se acercó a la militancia gremial estudiantil en el ambiente de esa carrera volcada al campo en un país agroexportador de 176.215 km² donde el 92% de la población es, sin emargo, urbrana. Fue allí, según el candidato presidencial del Partido Blanco (tradicionalmente el partido del interior) que se marcó su carácter. Allí empezó a aprender, dice su campaña, “un estilo de administrar las discrepancias, de buscar las coincidencias” y, sobre todo, de “dialogar mucho”. En la Facultad conoció a su actual esposa, Leticia Lateulade, madre de sus tres hijo, Agustina, Felipe y Pilar.
En el 2000, luego de la victoria en balotaje de Jorge Batlle Berres, del Partido Colorado (tradicionalmente el partido de las ciudades), seobre contra el frenteamplista Tabaré Vázquez, y ante un nuevo gobierno de entendimiento del secular bipartidismo nacional, Delgado fue funcionario del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS). Se desempeñó como Inspector general de Trabajo hasta diciembre de 2004. En 2004 fue electo diputado por primera vez, por el sector Correntada Wilsonista (sector del PN) de Francisco Gallinal, pero en 2008 abandonó la agrupación.
Al año siguiente, con el entonces diputado Luis Lacalle Pou fundaron Aire Fresco, y en la elección de 2009 fue electo representante por segunda vez. En el período siguiente (2015-2020) fue senador, al igual que en este período que termina, pero antes de asumir la banca el entonces novel presidente Lacalle Pou lo designó secretario de la Presidencia, desde donde cobró protagonismo mediático al encabezar varias de las conferencias de prensa sobre la situación de la pandemia del covid.
El balotaje elige el gobierno, pero no tuerce el futuro
Gane quien gane enfrentará un mismo día después de la elección. Quien resulte vencedor en el balotaje del domingo deberá enfrentar desafíos no menores. Uno, la gobernabilidad, porque ninguno tiene mayoría en la Cámara de Diputados, y el FA cuenta con ella en el Senado. Otro es la seguridad, especialmente el problema del narcotráfico. Y finalmente el gran tema, que es si aumentará la carga impositiva .
El académico y ex director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto durante la actual gestión de gobierno, Conrado Hughes agrega otros elementos: “Tenemos el problema de la educación, con una mala tasa de egreso de secundaria, y la pobreza infantil, que llega al 18 por ciento en menores de 15 años”.
Sin embargo en esta elección entre Orsi y Delgado no solo se define el rumbo interno de Uruguay, sino también su posicionamiento en una América Latina que enfrenta una disyuntiva política histórica. No es sólo una disputa electoral. Es el retrato uruguayo de las tensiones geopolíticas que atraviesan a toda América Latina, influida tanto por la creciente disputa hegemónica mundial, entre China y EEUU, como por la propia disputa estratégica hacia el interior del gran capital de origen angloamericano, entre globalistas y neoconservadores, expresada en las últimas elecciones que determinaron el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
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