Horas después de que Vladimir Putin sorprendiera a Rusia con el anuncio de la primera movilización militar desde la Segunda Guerra Mundial, Oleg recibió sus papeles de reclutamiento en el buzón. Le ordenaron que se acercara al centro de reclutamiento de Kazán, la capital de la república de Tartaristán.
Como sargento de 29 años de la reserva rusa, Oleg siempre supo que sería el primero en la lista si se declaraba una movilización, pero tenía esperanzas de que no lo obligaran a luchar en la guerra en Ucrania: “Cuando me llamaron a filas, se me vino el mundo abajo. Pero sabía que no había tiempo para la desesperación”.
Hizo rápidamente las maletas y reservó un billete de ida a Orenburg, una ciudad al sur de Rusia cercana a la frontera con Kazajistán.
En una entrevista telefónica desde el aeropuerto de Orenburg, Oleg contaba el jueves que cruzaría la frontera esa noche. “No tengo ni idea de cuándo volveré a pisar Rusia”, decía, en referencia a la pena de prisión a la que se enfrentan los hombres rusos por evitar el reclutamiento.
Oleg contaba que deja atrás a su pareja, que dará a luz la semana próxima: “Me perderé el día más importante de mi vida. Pero sencillamente no permitiré que Putin me convierta en un asesino en una guerra en la que no quiero participar”.
Este viernes aseguró a The Guardian que había conseguido cruzar la frontera y ya estaba en Kazajistán después de pasar más de siete horas en la frontera por las largas colas de salida: “A un cierto punto, ya estaba desesperado, pero claramente mereció la pena”.
Pocas opciones
La decisión del Kremlin de anunciar una movilización parcial provocó que muchos hombres en edad militar se apresuren a abandonar el país, lo que probablemente ocasione una nueva fuga de cerebros, posiblemente sin precedentes, en los próximos días y semanas.
The Guardian habló con más de una docena de hombres y mujeres que se fueron de Rusia desde que Putin anunció la llamada movilización parcial, o que planean hacerlo en los próximos días.
Las opciones para huir son limitadas, según explican. Esta semana, cuatro de los cinco países de la Unión Europea que tienen fronteras con Rusia anunciaron que ya no permitirán que los rusos entren con visados de turistas.
Los vuelos directos de Moscú a Estambul, Ereván, Taskent y Bakú, las capitales de países que permiten el ingreso de rusos sin visados, se agotaron para toda la semana que viene, mientras que el billete de ida más barato de Moscú a Dubái cuesta alrededor de 370.000 rublos (unos 6.500 euros), un precio demasiado caro para la mayoría.
Así que muchas personas, como Oleg, se vieron obligadas a tirar de creatividad y conducir hasta algunas de las pocas fronteras terrestres que aún están abiertas a los rusos.
Agentes fronterizos de Finlandia, el último país de la Unión Europea que aún permite la entrada de rusos con visados de turismo, dicen que notaron una “cantidad excepcional” de ciudadanos rusos intentando cruzar la frontera de noche, mientras que testigos presenciales también contaron que las fronteras con Georgia y Mongolia estaban “colapsadas”, con un tráfico agobiante.
“Estamos presenciando un éxodo mucho mayor que cuando empezó la guerra”, dice Ira Lobanovskaya, que creó la ONG Guía hacia el Mundo Libre, que ayuda a los rusos que se oponen a la guerra a salir del país. Explica que su web recibió más de un millón y medio de visitas desde el discurso de Putin del miércoles. Según sus cálculos, más de 70.000 rusos que usaron los servicios del grupo ya se han ido del país, o han hecho planes concretos para hacerlo.
“Esta gente está comprando billetes de ida. No van a regresar mientras dure la movilización”, dice.
Muchos de los que siguen en Rusia van a sentir que se les acaba el tiempo. Varias regiones anunciaron el cierre de sus fronteras a los hombres que reúnan los requisitos para el reclutamiento.
Agentes fronterizos de los aeropuertos rusos también han comenzado supuestamente a interrogar a los pasajeros varones que salen del país acerca de su estatus de servicio militar, y comprobar sus billetes de vuelta.
“La única forma de ayudar a Ucrania es no luchar”
Después de que miles de rusos se manifestaran contra la guerra y la movilización el pasado miércoles, algunas personas en las redes sociales criticaron a los manifestantes por no haberse pronunciado antes, cuando las tropas de su país cometían abusos contra los derechos humanos en Bucha, Irpín y otras muchas ciudades de Ucrania.
“Yo entiendo la frustración de la gente”, dice Igor, un profesional de la tecnología de 26 años de San Petesburgo que planea volar a Vladikavkaz y de allí ir en coche a Georgia, otra popular ruta de huida usada por los rusos, la semana que viene. “Fui a la protesta contra la guerra cuando Putin lanzó su invasión, pero las autoridades simplemente encarcelan a todo el mundo”.
Algunos de los manifestantes detenidos en Moscú recibieron órdenes de reclutamiento mientras estaban en la cárcel, según la organización independiente de derechos civiles OVD, lo que evidencia aún más los peligros que corre el ruso medio cuando sale a las calles.
“Creo que la única forma de ayudar individualmente a Ucrania en estos momentos es no luchar allí”, dice Igor.
También hubo peticiones para que la UE apoye a los rusos que buscan huir del reclutamiento. La portavoz de Interior de la Comisión Europea, Anitta Hipper, dijo que el bloque se reunirá para debatir la concesión de visados humanitarios a los rusos que huyen de la movilización. Sin embargo, los tres Estados bálticos dijeron el jueves que no están preparados para ofrecer asilo automáticamente a los rusos que huyen del reclutamiento.
“Putin mintió”
Incluso las personas sin experiencia militar, a las que Putin dijo que no llamaría a filas, están haciendo las maletas. Señalan la ambigüedad del decreto de movilización del presidente ruso y recuerdan las promesas anteriores incumplidas de que no lo haría.
“Putin mintió cuando dijo que no habría movilización”, dice Anton, un estudiante de 23 años de Moscú, en referencia al discurso del presidente por el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, cuando insistió en que no se llamaría a filas a ningún reservista para combatir en Ucrania. “¿Por qué no iba a mentir de nuevo sobre esta movilización parcial?”.
Los temores crecieron cuando el medio independiente Novaya Gazeta Europe informó, apoyándose en fuentes gubernamentales, que los decretos de movilización permiten al Ministerio de Defensa convocar a un millón de personas, en lugar de las 300.000 anunciadas el miércoles por el ministro de Defensa del país, Serguéi Shoigú.
También mujeres
Por ahora, dice Lobanovskaya, la mayoría de los rusos que se van del país son hombres. The Guardian también habló con algunas mujeres, sobre todo médicas, que decidieron dejar el país después de que comenzaran a circular informaciones de que Rusia está llamando al frente a profesionales sanitarios.
“Sé que los médicos debemos tratar a la gente, ese es nuestro deber”, dice Tatayana, una doctora de Irkutsk. “Pero creo que cuanto antes termine esta horrible guerra, menos gente morirá”. Tatayana compró un billete de avión a Bakú para la semana que viene.
La movilización también parece haber asustado a las mismas personas en las que el régimen se apoya para mantener sus acciones bélicas.
“Para mí, la movilización es la línea roja”, dice Ilya, funcionario de nivel medio que trabaja para el Gobierno de Moscú. En conversación con The Guardian, asegura que al día siguiente estará en Kazajistán.
Un hombre, hijo de un oligarca sancionado por Occidente y que debía volver al país tras concluir sus estudios en el extranjero para trabajar en la empresa familiar, cuenta que ya no planea hacerlo. “Una cosa está clara”, dice en un breve intercambio por mensaje de texto. “No pienso volver a Rusia pronto”.
Traducción de Patricio Orellana
PS