“Las automovilísticas fabrican coches y yo fabrico dinero”. Esta frase es de Kenneth C. Griffin, conocido como Ken Griffin, uno de los tiburones de Wall Street más famosos de las últimas cuatro décadas, y muestra su afán por lograr rentabilidades en los mercados para satisfacer a sus clientes. Es el director de Citadel, uno de los mayores hedge fund del mundo y de los pocos que consiguió esquivar la crisis del sector en 2022, logrando el mayor beneficio para sus inversores que logró nunca un fondo de este tipo.
Los hedge fund son entidades de inversión libre que tienen más margen de actuación que los fondos de inversión más habituales. Son conocidos por su búsqueda más agresiva de rentabilidades, que les llevan a participar en acciones especulativas como las apuestas a que las acciones de una empresa bajen, las conocidas como posiciones bajistas o en corto. En ocasiones se les ha acusado de falta de transparencia y de su participación en importantes crisis en el mercado. Por estas características, son fondos que están prácticamente restringidos a inversores especializados.
Otra de sus características es que son fondos de firma. Sus gestores se convierten prácticamente en estrellas y se implican en las tomas de decisiones. Es en este contexto en el que irrumpe Griffin. Creó Citadel en 1990 y en su haber está crear una de las mayores firmas del sector, lo que le cosechó una más que relevante fortuna. Según la revista Forbes, este magnate del sector financiero ocupa la posición 41 de las mayores riquezas del mundo, valorada en 32.400 millones de dólares.
Citadel, el fondo que dirige, batió en 2022 el récord del sector. Ganó 16.000 millones de dólares para sus clientes, más de lo que ganó nunca un hedge fund en el mundo. Lo hizo en un momento crítico para el sector de la inversión bursátil, que perdió miles de millones de dólares en todo el mundo. En España, los fondos de inversión cerraron el ejercicio con su peor dato desde 2008. Y, en concreto, el sector de los hedge fund terminó el año con una pérdida de más de 200.000 millones de euros de sus clientes, el peor registro desde que estalló la crisis financiera.
Una crisis financiera, de hecho, que casi estuvo a punto de dejar por los suelos la fama de Griffin como gurú de los mercados en EEUU. Su firma rozó el colapso tras cosechar 8.000 millones de dólares de pérdidas, con rumores de intervención por el estado de sus balances. “Un rey de los fondos de cobertura está bajo asedio”, llegó a titular The Wall Street Journal sobre la situación de Citadel, mientras que la CNBC tuvo una furgoneta aparcada en la entrada de la sede para grabar el día en que confirmaran el desplome. Sin embargo, aquello no ocurrió, aunque Griffin reconoció que fue “el mayor error de su vida”, al no haber previsto la debilidad del sistema bancario estadounidense. “Fue increíblemente humillante”, aseguró en una entrevista años después de aquella visita al precipicio.
Ingresos milmillonarios
Los gestores de estos fondos son conocidos por tener ingresos muy elevados. Según un informe de Institutional Investor, un medio especializado en este tipo de fondos, el propio Griffin se embolsó 2.300 millones de dólares en 2021 y ni tan siquiera lideró la lista de los gestores de hedge funds mejor pagados. Son fondos donde acuden determinados inversores en busca de un comportamiento mejor que el mercado, especialmente en años de turbulencias como fue el año 2022, cuando confluyeron problemas para las acciones y para los bonos.
Sin embargo, este sector fracasó en este sentido. Los 20 mayores fondos de cobertura obtuvieron beneficios de 22.400 millones de dólares en 2022 según datos de la consulta LCH, recogidos por Reuters. Es un resultado parco si se compara con los que obtuvieron en 2021 (65.400 millones) o 2020 (63.500 millones). El conjunto de todo el mercado de fondos de cobertura gestiona en todo el mundo 3,3 billones de euros.
Pese al mal año de los hedge fund, Citadel y sus inversores salieron enriquecidos de estos tres años complicados para la economía. Y también lo hizo Griffin, el rostro visible de este fondo de cobertura. La lista Forbes lo ubica entre los 50 más ricos del mundo. Al cierre de 2019, cuando en el horizonte no estaba la llegada de una pandemia y, ni mucho menos, la guerra en Ucrania que sería un shock para los mercados al provocar el cambio en la política monetaria, Griffin tenía 11.700 millones de dólares. En 2020, llegó a 12.100 millones; en 2021 pegó el salto hasta los 16.000 millones de dólares; al cierre de 2022 ya sobrepasaba los 27.000 millones y en la actualización diaria la cifra ya supera los 32.500 millones.
Los fondos de cobertura, como Citadel, son bien conocidos por las empresas cotizadas españolas, aunque por su vertiente más positiva. Banco Sabadell es el valor que más creció en el Ibex 35 en 2022 y esta semana vivió una jornada disparada tras presentar sus resultados. Sin embargo, dos fondos de Citadel están apostando a que el valor caerá. Citadel toma prestadas acciones de otros inversores y las vende, con el tiempo, las recompra en el mercado para devolvérselas al primero. Si el precio cayó, el fondo especulador se lleva ese margen. No solo Sabadell, Citadel es un viejo conocido de valores como Audax, Meliá o Sacyr por sus apuestas a la caída del precio en la Bolsa española.
Declaración en el Congreso
La vertiente más especulativa de los fondos de cobertura como Citadel le causó algunos dolores de cabeza a Griffin en los últimos 15 años. Este y otros tiburones de los hedge fund como George Soros, Philip Falcone, Jim Simons y John Paulson tuvieron que comparecer ante el Congreso de los EEUU para ser interrogados sobre la implicación de las acciones especulativas de estos fondos en los desequilibrios que desencadenaron la crisis financiera de 2008. Reconocieron la necesidad de mayor regulación y hasta abrieron la puerta a una cierta transparencia, aunque solo de cara a los reguladores y no hacia el público. “Sería como pedirle a Coca-Cola el secreto de su fórmula”, aseguró Griffin por aquel entonces. Por supuesto, culparon a otros como los bancos o las agencias crediticias de la crisis y se lavaron las manos.
Citadel también tuvo que enfrentarse a investigaciones de los reguladores que terminaron en sanciones. Uno de los brazos de este conglomerado de inversión, Citadel Securities, tuvo que pagar 22,6 millones de dólares en una sanción de la SEC, la CNMV estadounidense, tras concluirse que engañó a clientes al marcar el precio de las operaciones.
Citadel Securities es un brazo independiente del hedge fund, pero igualmente propiedad de Griffin. Esta sociedad es uno de los mayores creadores de mercado del mundo, unos intermediarios en las operaciones de compraventa de acciones en Bolsa determinando los precios de las mismas. Esta gestora se vio implicada en 2021 en el estallido de las 'acciones meme', la apuesta de foros de internet por la compra de acciones de empresas en crisis como Game Stop que se dispararon de pronto en Bolsa. Citadel Securities era el creador de mercado de Robinhood, la plataforma utilizada por estos foros para comprar las acciones. La subida de acciones provocó el colapso de Melvin, un hedge fund que invertía para que cayera el precio de los títulos de Game Stop. Su rival Citadel, esta vez el hedge fund, salió en su rescate. Con los días, Robinhood bloqueó la compraventa de acciones y el valor de Game Stop volvió a desplomarse, para beneficio de Melvin y, por tanto, Citadel. Fueron muchas las voces que hablaron entonces de conflicto de intereses. El caso fue investigado por la SEC y Griffin se vio obligado a testificar de nuevo en el Congreso.
Griffin también fue famoso por su rama de donante, especialmente en las campañas electorales. En las últimas elecciones de mitad de mandato en EEUU, Griffin fue uno de los mayores donantes del partido republicano, tanto a nivel estatal como municipal, llegando a invertir más de 100 millones de dólares. Solo George Soros, que invirtió más de 128 millones en candidatos demócratas le superó. Es igualmente conocido por su inversión en arte, sus donaciones durante el coronavirus o su inversión el año pasado en una subasta de dos plazas en un vuelo espacial de la compañía de Jeff Bezos con 8 millones de dólares, aunque cedió sus asientos.