Un casco de bomberos blanco con el número 27, una chaqueta ignífuga marrón y a su lado Donald Trump. Los tres eran los únicos que estaban esta noche sobre el escenario del Firsev Forum en el cierre de la Convención Republicana. Trump, que no le gusta que le roben el protagonismo, compartió espacio con el recuerdo de Corey Comperatore, el hombre que murió en el tiroteo del sábado en Butler y que tenía como objetivo el expresidente. Con un aire de telepredicador, se acercó al casco, lo besó y pidió un minuto de silencio. “Tengo a Dios de mi lado”, afirmó Trump, con la Casa Blanca proyectada de fondo.
“Soy candidato para ser presidente de todos Estados Unidos, no solo la mitad”, aseguró el magnate. Trump pregonó la unidad, pero con el pequeño matiz que se trataba de la unidad de los suyos. El expresidente llegó a su discurso de candidato con la mitad del trabajo hecho. En los estantes de merchandising de la convención ya se podían encontrar camisetas con la fotografía del expresidente alzando el puño con la cara ensangrentada con el lema “fight back” ('contraataca'). Los seguidores de Trump y los altos cargos del partido se dedicaron toda la semana a pregonar su líder como una “víctima política” a la cual los medios han “demonizado”.
Este jueves por la noche, el expresidente ya se movía con total naturalidad dentro del encuadre donde ha sido arrastrada la campaña electoral: un Trump resiliente que quiere reconciliar el país, frente a un Partido Demócrata al que los suyos responsabilizan del atentado.
Cuando Trump apareció en el escenario para empezar su discurso, lo hizo con una entrada dramática que solo un showman como él podría hacer. Después de que la banda cantara God Bless the USA, el telón del escenario se ha levantado y ha parecido Trump con unas letras gigantes iluminadas con bombillas amarillas que decían “Trump”. A partir de aquí, el expresidente explicó su versión del atentado vivido en Butler. “Se supone que no debería estar aquí esta noche”, dijo Trump, y la masa le contestó: “¡Sí, sí que estás aquí! Sí, estás aquí”.
El estadio vibraba con cada palabra de Trump y el uso de la música en los momentos previos al inicio de la intervención ya habían dejado al público preparado para el clímax de un discurso que se alargó casi una hora y media. Se trata de la intervención más larga que ha dado nunca el magnate.
El relato del atentado, ese ejemplo de resiliencia, es el que usó Trump para conectarlo con un país que supuestamente está en horas bajas y que bajo su liderazgo volverá a vivir una “época dorada”. “Nada nos detendrá. Nunca dejaré de luchar por todo y por nuestro magnífico país”, prometió Trump. Las palabras duras fueron para los dirigentes del Partido Demócrata –a la antigua speaker de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, la ha tachado de “loca”– mientras que a los votantes del partido les concedió la oportunidad de redimirse. “A cada ciudadano, seas joven o mayor, hombre o mujer, demócrata, republicano o independiente, negro o blanco, asiático o hispano, te extiendo una mano de lealtad y amistad”, afirmó desde el escenario.
“El planeta está al borde de la Tercera Guerra Mundial”
A quien no extendióTrump la mano fue a los inmigrantes. El expresidente aseguró repetidas veces que el país está viviendo una “invasión” y es necesario el muro. Una vez más, volvió a lanzar la gran promesa de su campaña y aseguró que cerrará la frontera con México “desde el primer día”. Trump, queriendo mostrar una imagen más “amable” para demostrar que son los medios los que lo han “demonizado, intentó moderar el uso de los adjetivos para hablar de los migrantes.
En una versión más “suave” de la declaración que hizo a principio de las primarias asegurando que los migrantes “envenenan la sangre de este país”, Trump afirmó que Estados Unidos es más inseguro porque los demás países “están enviando a sus asesinos, narcotraficantes, terroristas y criminales de todas las formas en Estados Unidos”. A quien sí que tendió la mano son aquellos migrantes que vienen de la forma “correcta”: “Queremos que venga gente a nuestro país, pero deben venir de forma legal”.
Sin hacer una mención explícita a Joe Biden, lo culotes de los conflictos internacionales que se desataron en los últimos años y que coincidieron con su mandato. Mencionó Ucrania, Gaza y Taiwán, para después asegurar que: “Nuestro planeta se encuentra al borde de la Tercera Guerra Mundial, y esta será una guerra como ninguna otra”. Esta idea resuena con la afirmación que ya hizo Trump de que si él fuera presidente pondría fin la guerra de Ucrania en cuestión de días. Es una idea que los seguidores del republicano no paraban de repetir a lo largo de la convención: si Trump hubiera estado en el poder, el presidente ruso Vladímir Putin no se habría atrevido a atacar a Ucrania.
“Durante el gobierno del presidente Bush, Rusia invadió Georgia. Bajo el presidente Obama, Rusia tomó Crimea. Bajo la administración actual, Rusia es, después de todo, Ucrania. Bajo el presidente Trump, Rusia no aceptó nada”. El público ha estallado en vítores y aplausos después de que Trump hiciera esta afirmación. Destaca el hecho que Trump se haya atrevido a criticar al republicano George W. Bush y también es sintomático de como evolucionó el Partido Republicano hasta convertirse en el partido de Trump.
Vance como ídolo del cinturón industrial
Quien también se atrevió a meterse con Bush fue su recién estrenado candidato a la vicepresidencia, J.D.Vance, quien se permitió criticar las de Bush calificando la Guerra de Irak (donde él sirvió como marine entre 2003 y 2007) como una guerra “equivocada”. Trump hizo otra referencia que también interpeló al discurso de su segundo, pero en este caso fue en sentido contrario. Trump dijo que se debería despedirse al líder del sindicato automovilístico United Automobile Workdes (UAW), Shawn Fain. Fain fue una figura clave para volver a dar impulso a la organización de trabajadores. Atacar a un líder sindical no casa mucho con la afirmación que hizo Vance sobre Trump: “La visión del presidente Trump es simple: no nos doblaremos en Wall Street, estamos comprometidos con el hombre trabajador”.
Trump pretende utilizar a Vance como anzuelo de los trabajadores blancos del cinturón industrial del Midwest. Sobre todo porque allí hay tres estados que serán clave y en los que Biden ganó el 2020: Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Ohio también será clave y es la tierra natal de Vance. “No lo olvides Ohio este noviembre”, dijo Trump.
Cuando finalmente acabó el discurso, apareció Melania, la mujer de Trump, para felicitarlo. La esposa del expresidente llevaba mucho tiempo fuera de los focos y prácticamente no se había vuelto a saber nada de ella hasta el pasado sábado, cuando publicó una carta a raíz del atentado. La tensión entre ambos se podía notar por la descoordinación que se vivió cuando Trump fue a darle un beso (parecía que en la boca) y Melania puso la mejilla. Después fue el turno de la foto de familia, y habría sido una foto de familia si no hubieran subido Vance y su esposa al escenario. La ausencia de otros presidentes, como por ejemplo Bush, respaldando al candidato, es una señal de cómo Trump culminó su proyecto de convertir el Partido Republicano en su partido.