opinión

La gematría inversa del programa con el FMI

17 de abril de 2025 13:22 h

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En la antigüedad, los cabalistas (estudiosos místicos de la Torá, el texto sagrado del judaísmo) dedicaban su vida a descifrar significados ocultos. La práctica de la gematría consistía en asignar valores numéricos a las letras del alfabeto hebreo, con el objetivo de revelar conexiones profundas entre palabras, frases y pasajes. Para ellos, cada combinación podía contener una verdad esencial.

Esta semana, el Gobierno ha firmado un nuevo programa con el FMI y avanzó rápidamente en una eliminación de las regulaciones cambiarias. Esta decisión se fundamenta en el plan acordado con el organismo, cuyos elementos quedaron plasmados en un documento extenso, repleto de datos que proyectan la economía del país hasta el final de la década. El trabajo de los economistas debe recorrer el camino inverso al de los cabalistas: asignar palabras a los números y traducirlos en significados concretos.

El programa plantea dos objetivos ambiciosos: un crecimiento económico sostenido que llevaría al país desde un ingreso per cápita medio a uno alto, y una fuerte acumulación de reservas de nada menos que USD 72 mil millones. Para lograrlo, el programa se apoya en cuatro pilares: un elevado superávit comercial, acceso sostenido al financiamiento internacional, mantenimiento del superávit fiscal y ausencia de fuga de capitales.

En cuanto al comercio exterior, se proyectan exportaciones que llegarían a USD 135 mil millones al final de la década (desde un nivel de USD 100 mil millones) y un superávit acumulado de USD 88,5 mil millones. Respecto al acceso al mercado, se estima que el Estado nacional y las provincias deberán obtener financiamiento por USD 35,9 mil millones entre 2025 y 2030, colocando deuda a tasas compatibles con un riesgo país de entre 400 y 500 puntos básicos. Esto se complementaría con fondos de organismos internacionales por USD 51,7 mil millones. 

Aun asumiendo acceso a los mercados y nuevos fondos de organismos, el financiamiento total quedaría USD 43,6 mil millones por debajo de las necesidades, brecha que se cubriría en parte gracias a un superávit fiscal primario sostenido del 2,5% del PIB anual. Esto implica que casi la mitad del superávit comercial proyectado sería utilizado por el Gobierno para pagar deuda externa, restando capacidad para acumular reservas. Aquí aparece el cuarto supuesto: que no haya fuga de capitales. El programa prevé ingresos por USD 27,6 mil millones a través de reinversión de utilidades, desarme de activos externos y atracción de inversión extranjera directa.

Varios de estos supuestos enfrentan serios desafíos. El superávit comercial propuesto equivale a acumular prácticamente un año entero de exportaciones. No se explica tanto por un boom exportador, sino por asumir que las importaciones crecerán al mismo ritmo que la actividad, algo inusual en la economía argentina, donde suelen crecer al doble. Mucho más cuando el programa asume que el dólar se apreciaría a lo largo de esos años. En cuanto al acceso al financiamiento internacional, existe fuerte evidencia de que la exposición al FMI, un acreedor preferencial que no puede ser reestructurado, desalienta a otros inversores y dificulta el acceso a los mercados. Además, el programa da por sentado que se mantendrá el superávit fiscal sin importar el signo político del gobierno, una suposición fuerte en un contexto de alta volatilidad institucional y que se vincula fuertemente con el acceso al financiamiento externo. Por último, se supone un cambio de comportamiento en los agentes económicos, que históricamente han visto la apertura financiera como una ventana de salida más que una oportunidad de entrada de capitales.

A diferencia de los cabalistas, cuyo objetivo era interpretar lo sagrado, los economistas contrastan sus supuestos con la realidad, que presenta restricciones concretas. El programa asume una abundancia de dólares improbable frente a la certeza de grandes vencimientos financieros, apoyándose en supuestos frágiles y subestimando riesgos políticos y financieros relevantes. En economía, los números pueden decir muchas cosas, pero al final, la congruencia con la realidad es la única prueba válida. El tiempo dirá si este programa es viable o apenas un acto de fe.

El autor es Economista, ex - Viceministro de Economía, a cargo de las negociaciones técnicas con el FMI en el programa de Facilidades Extendidas del 2022.