Leo un poema que reduce de manera eficiente el estado vegetativo de nuestras vidas y de los proyectos. Versos de Rafael Bielsa, bajo el título “Las vísperas y la culminación”:
más inminente la guerra mientras el Viejo trabaja/ más cercana su muerte/ trabaja cercado por cráneos con un agujero/ en la frente/ están todos muertos ¿tiene derecho/ a pedir que no se vayan?/ trabaja en la fosa del mundo en un recodo/ del tiempo del que creyó haberse/ despedido para siempre/ hay metralla y fusiles sobre su cabeza blanca/ el cuerpo frágil protegido apenas por el fluido/ del pigmento de sus ojos/ un aguacero de infamias y mentiras impresas/ trabaja/ cuánto cansancio cuánta distancia quién estará/ del otro lado del estampido
Mueren nuestros cerebros, nuestras bibliotecas. Periodistas especializadas, súper rigurosas, deben resguardase de la violencia en manada. Se derrumba una barranca en la isla frente a mi ciudad: cuatro vagos prenden un fuego para comerse un asado puro de carne y bajo la lumbre del rescoldo, se agrieta el suelo y la fuerza de una tierra viva se lleva el limo y nuestros aguaribayes añosos. Con esa noticia en la cabeza, camino por las calles del centro copando el espacio público como una infiltrada. No hay gente en la city. Golpeo los escritorios institucionales por necesidades concretas que exigen la instrumentación de un deseo. Trabajamos con los deseos y no llegan a resolverse porque las escenas tectónicas están en el momento exacto del volcán en dormancia.
Sontag, en su novela El amante del volcán, me entusiasma en momentos de depresión: “La dulce condena del coleccionista… es ir por delante y, cuando otros le dan alcance, verse fuera de la competición por aquello de lo cual ha sido pionero. (Que puede llegar a considerar menos deseable, puesto que ahora tantos se interesan por lo mismo)”. El Cavaliere, personaje coleccionista de esta célebre novela, ya agotado de las piezas de arte, se larga a cierto coleccionismo plein air y se zambulle para apropiarse, para extraer piezas del bioma que lo rodea en el Golfo de Nápoles. Coleccionar lava de un volcán, piezas de arte, o cualquier objeto que despierte un programa pulsional, define un circuito, en el que hay un mercado que requiere de las instituciones legitimantes, de les galeristas, de los ritmos financieros, de les compradores, de los termómetros de ventas, del mercado secundario, de les investigadores, críticxs, curadores, pero fundamentalmente del trabajo de les artistas. Mercado Inexistente del Arte (M.I.d.A. fanzine, Rosario, 2005, Cultura Pasajera, con prólogo de Flor Balestra y Mauro Guzmán), escrito por Pablo Montini, formula y se pregunta la incidencia de las políticas de Estado necesarias para saldar la falta de un mercado del arte a partir de sus colecciones públicas, activando de este modo fuentes de ingresos para artistas. De refilón me atrevo a una genealogía.
Me entrego a la lectura de la serie Constructoras publicada por el equipo editorial del Castagnino+macro, una publicación digital que reivindica el rol de las mujeres en la conformación del acervo del museo: Rosa Tiscornia, María Laura Schiavoni, Celia y María Antonia Astengo. Desde hace algunos años, dicho museo está revisando sus políticas de colección con perspectiva de género, por lo que su coordinadora, Georgina Ricci, encomendó al equipo conformado por Mariel Heiz, Florencia Bello y Paloma Ferrero la investigación sobre las mujeres que hicieron fuertes donaciones. Podemos también detenernos en las políticas públicas del gobierno nacional lideradas por Valeria González a propósito de los premios nacionales para destacar la primera edición del Premio 8M destinado a artistas mujeres, lesbianas, trans y travestis de todas las disciplinas de las artes visuales, sin límite de edad ni requerimientos de trayectoria, que ha tenido lugar en el Palais de Glace dirigido por Feda Baeza.
Urdimbre transfeminista, transfederal y despatriarcal, teje maestro entre papisas de las escenas. Las ideas son esenciales para entendernos, para ser mejores, para ser solidarias y solidarios, y las ideas en nuestras sociedades cobran diferentes formas que se viabilizan a través de distintos lenguajes.
Urdimbre transfeminista, transfederal y despatriarcal, teje maestro entre papisas de las escenas. Las ideas son esenciales para entendernos, para ser mejores, para ser solidarias y solidarios, y las ideas en nuestras sociedades cobran diferentes formas
Así es como podemos volvernos sujetos amorosos. Hablo de artistas, hablo del trabajo de artistas, de las celebraciones vitales para que existan les artistas, hablo de pensamientos, de investigaciones, de procesos necesarios para que la cabeza y el cuerpo se expandan. Me llegan fotos de infancias corriendo en paisajes de nieve donde nunca hay nieve, por un instante el mundo es mejor en algunas localidades cordobesas. La nieve que ensordece los paisajes me despierta ternura, me alienta a pensar que la tensión impuesta en las realidades y en las pantallas bien puede esfumarse por un ratito. Le debo pedir paciencia a mi editora. Ella me estimula y, creo, encarrila esta deriva que pretende contar el estado del arte, del trabajo de les artistas y sostener un hilván en el que estoy cada vez más débil. Leo en sus palabras la bonhomía para estar en sintonía con las mías, y la virtud salvaje de la curiosidad.
Llamo a Catalina Urtubey, creadora de El Gran Vidrio Córdoba, quien con su notable tonada me cuenta al teléfono: “Nunca alcanza con el mercado tradicional del arte, así como con sus maneras, sobre todo por fuera del centro de Buenos Aires”. Le parece que el mercado subalterno existe gracias a las personas, a los vínculos interpersonales y a la creatividad. También desde esta provincia mediterránea llegan mensajes de Lucía Von Sprecher, quien en conjunto con Ral De Haro y Amparo Molar crearon Boutique Flotante. Lucía me cuenta “sin señal” desde el monte cordobés: “Boutique Flotante surge a partir del encuentro diario y espontáneo de quienes habitamos Hotel Inminente. Vinculadxs a la necesidad de experimentar un camino propio y autogestivo nace una tienda que reúne piezas de habitantes de la escuelita. Escenas de montajes donde la carencia se presenta como una oportunidad”.
Desde La Rioja, el coleccionista y bioquímico Hugo Albrieu relata que el mercado del arte en esa ciudad presenta un panorama experimental con el que tiene proyectos en común, pero no podría decir que existe un mercado del arte. Define su colección como “territorial” ya que colecciona según sus recorridos por el NOA y Cuyo. Adquiere según los espacios por donde se mueve, destaca que hubo mucha oferta virtual, confía en lo que ve en pantallas en Tucumán, Mendoza, Salta y La Rioja, por supuesto. Otro caso que estira las relaciones y salta el cerco de los límites de la presencialidad es la pintora de Viedma Jorgela Argañaras, quien tiene una obra enorme y ofreció para el pasado Día del padre una promo en sus redes que ha dado sus frutos, acortando el sistema, otorgando inmediatez y ritmo a la mano loca del click collector.
La artista y productora Virginia Negri, entrerriana radicada en Rosario, donde fundó espacios como Triple X junto a Manuel Brandazza o la galería-gualichería Embrujo, ofrece el lema “militando el cualquierismo” y le pido que me comente un poco más de qué se trata: “Militar el cualquierismo es mi nuevo leitmotiv, es animarte a la contradicción, al ridículo, a la micropolítica. Al arte porque sí, pero por placer, placer de hacer sin importar mucho cómo se hace, economía de los recursos, que sea con lo que tengamos a mano. Basa sus preceptos en no tenerlos, pero toma inspiración de los Mandamientos de la Religión Gánica de Federico Peralta Ramos y el ”Manifiesto para un arte en el marco de nada“ de Ana Wandzik. Militar el cualquierismo es también una mirada retrospectiva, de todas las cosas que hicimos entre amigues, obras multiautorales, poemas-perfos, fiestas en la calle, bailar cumbia en patas en una fiesta en la calle, donde todo es perfecto, bizarro y fantástico”.
“Trabajar entre pares cuando la discusión es fáctica” me susurran las sabias. Silvana Lacarra refuerza: “La salida es colectiva”. Llamo entonces a Adriana Bustos, artista cordobesa con amplio recorrido internacional, y le consulto sobre Fondo Fluido. Me cuenta que es un proyecto entre artistas, galerías y coleccionistas. Las referencias iniciales del proyecto tienen su origen en una idea de Marina De Caro: que funcione como un fondo común económico, como ayuda para les artistas en situación de emergencia. Así fue como en 2020 surgió Coleccionables de Emergencia, una iniciativa de las artistas Adriana Bustos, Cecilia Garavaglia, Mariela Scafati y Marina De Caro. Ambos son proyectos hermanos. Adriana comenta: “Es una manera de incentivar por un lado el mercado, se organiza así un tejido entre coleccionistas, artistas y galeristas, a lo que se suma un eje más llamado ‘Aliados del Fondo Fluido’ sean galeristas, coleccionistas y artistas con aportes mensuales o anuales, cuyas donaciones sostienen el fondo y su funcionamiento”.
Estos proyectos emparentados configuran una subred suculenta con Desesperadas por el Ritmo. Su vocera Marcela Astorga sintetiza los modos de trabajo formalizados en una cooperativa con la idea de diseñar y producir objetos de uso cotidiano: “Es un proyecto cooperativo para apoyarnos mutuamente y activar otra posible manera de ser artistas. Tenemos como referencia el proyecto que tuvieron Tracey Emin y Sarah Lucas en 1993, The Shop. Las Desesperadas Coop somos Elba Bairon, Silvana Lacarra, Marina De Caro, Cristina Schiavi, Mónica Millán, Adriana Bustos, Ana Gallardo y yo”.
Por su parte, el artista Federico Cantini lleva adelante Jamaica ATR Gallery con base en Rosario, una propuesta alucinante en la que se destaca el Primer Salón Nacional Jamaica Posible, celebrado en diciembre de 2020. A partir de una convocatoria nacional sub-30 con notable perspectiva federal, se recibieron 140 proyectos, entre los cuales se seleccionaron 16 de distintas localidades. La selección estuvo a cargo de un jurado de lujo: Mariana Telleria, Feda Baeza y Maximiliano Masuelli. Según comenta Federico: “Les premiades fueron Clara Miño, Carrie Bencardino y Gaspar Núñez. Ofrecimos tres premios de 15.000 pesos, no adquisición”. Destaca que para él está muy bueno poder acompañar la producción desde lugares horizontales. Este viernes pasado, siguiendo con su frondosa programación, se ha inaugurado la muestra Muchacho del Paraná del talentosísimo Manuel Brandazza.
Retomando el Mercado Inexistente del Arte de Montini, nos detenemos en la casuística citada en el documento, que ha subvertido ciertamente el mercado del arte y ha abierto estela para pensar nuevas maneras de comprar, pero sobre todo de vender: Mi primera venta de la artista Luján Castellani. En un contexto de crisis institucional en las zonas del 2001, el historiador reflexiona: “Luján creó su propio proyecto y salió a vender su creación. Así, junto a un compañero, llevó su obra hasta un desguazadero y vendiéndola por peso realizó su primera venta”. Así, la artista documenta la acción y establece una línea crítica y reconcentrada sobre la precarización laboral de les artistas y las casi ausentes escenas de circulación y mercantilización.
Aparecen otras economías que podríamos llamar ¿subalternas? Sí, economías subalternas en la cultura y en el arte. Aquello que aún no está reconocido en las escenas locales, que tiene pulso desparejo en las nociones regionales, y que presenta una clara decisión en los ámbitos de la Secretaría de Patrimonio en la voz de Valeria González, puede ser llamado como agenciamientos subalternos.
LS