Ya no hay a dónde llamar

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En tan solo seis meses de gobierno estamos viviendo las consecuencias de lo que significa tener un Estado ausente. Las políticas de “déficit cero” se llevaron por delante, particularmente, todo lo que tenía aspecto a derechos humanos. Entre los muchos estragos que se están viviendo en la Argentina, el desfinanciamiento y vaciamiento de todas las áreas y programas del ex Ministerio de la Mujer nos dejan sin amparo. 

Uno de los casos es el de la línea 144 de atención a víctimas de violencia de género. Hace muy pocos días fue definitivamente cerrada y echaron a lxs trabajadorxs que habían quedado después de una primera ola de despidos. Dentro de ellxs, estaba Betty Herrera (“La Betty”, para todxs), mi hermana trans, que brindó sus servicios en la línea durante más de diez años. Recibió el correo electrónico de despido el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+.

Si hoy roban a un chico, si le pegan a una mujer dentro de su casa, si un nene necesita avisar que el papá mató a la mamá, ya no hay a dónde llamar. Si la violencia intrafamiliar, la violencia de género, los abusos sexuales y los crímenes de odio ya existían, ¿cuánto aumentarán estos casos al no haber programas de protección? ¿Cuántxs chicxs sin posibilidades de salvarse? ¿Cuántos casos “Loan” más? 

Nunca esperé que la Argentina viviera algo parecido a esto. 

A pesar de todo, sé que mi amiga Betty está perfectamente capacitada y es tan reconocida en el ambiente de los derechos humanos por su excelencia y dedicación en la labor, que la Fundación Huésped ya la convocó para entrevistarla. Ahora estamos todas juntas, como siempre, esperando la respuesta. 

MBC/SN/DTC