Vidrio
Los antiguos griegos utilizaban, además del singular y el plural, el dual. Nada era lo mismo si era de a dos. Ignoro si se trata de un dato relevante pero cuando era chico pensaba que los números impares estaban incompletos. No parece ser el mejor momento para los pensamientos binarios ni para su defensa pero una edición reciente de un notable dúo mexicano llamado Titanic –allí también había una pareja, ¿no?– y de un disco titulado Vidrio llevan indefectiblemente a la modesta reivindicación del número dos.
“Quiero ser yo/ No recuerdo si pedí perdón después del desastre/ No sé si lo que quiero es lo que tengo/ y detrás de mi mente hay un mensaje dirigido a mí”, canta con voz aniñada Mabe Fratti en “Anónima”, el primer tema del álbum. La otra parte del dúo afincado en el DF es Héctor Tosta (a) I. La Católica. Fratti, nacida en Guatemala, toca además el cello –un cello que frecuentemente se asemeja a un grito– y forma parte de esa categoría informe que muchos llaman “música experimental”, lo que en su caso es, afortunadamente, cierto. I. La Católica nació en Venezuela, compuso todos los temas del disco y toca piano y guitarra. Y a ellos se suman Jarrett Gilgore en saxos y Gibran Andrade en batería. I. La Católica venía siendo parte de los shows de Fratti y, antes de Vidrio, hubo un delante de dos temas, “Anónima” y “Hotel Elizabeth”. Y un video, acompañando esta canción que coquetea –exitosamente– con el jazz, en que Fratti canta durante una extracción dental bastante gore.
En otro video se ve algo como la cercana prehistoria de Titanic: la canción “Cada músculo” por los mismos músicos pero aún bajo el nombre de Mabe Fratti.
En Vidrio se pone en tela de juicio, de paso, la levedad de otra categoría: la del “indie rock”. No porque no lo sea sino porque hace evidente que es una de las pocas cosas que lo es de manera cabal. La particularidad de Titanic es, en todo caso, que se liberan incluso de los moldes –ya previsibles– del pop inteligente. Para los que siguen creyendo en el Gran Arte, esa vieja idea, aquí hay algo de lo que lo sostenía: riesgo estético. Hay rasgos de época, es claro, pero nada es nunca totalmente adivinable. Las letras, por su partes, hablan de confusiones, de lo contradictorio. Plantean más dudas que certezas. Y eso, por lo menos en el arte, siempre se agradece.
Gema y Pavel
Gema Corredera y Pavel Urquiza integraron un dúo, bautizado con los nombres de ambos. Durante un tiempo vivieron en Madrid. Ella, además de una cantante extraordinaria, es una musicóloga y guitarrista recibida en la Escuela Nacional de Música de Cuba y él, educado en ese país pero nacido en Ucrania, es un notable arreglador y guitarrista. Gema y Pavel existió entre 1990 y 2011. “Trampas del tiempo” –un espíritu melódico que remite tanto a Cuba como a Fito Páez–, “Habana, devorando claridad” y la desopilante “Dejar de fumar”, son verdaderas obras maestras.
Allison Miller & Carmen Staaf
Una de las grandes pianistas del jazz actual. Y una de las mejores bateristas. Y un dúo improbable. La batería, por supuesto, está lejos de limitarse a marcar una pulsación. En rigor, se trata mucho más de percusión, de una verdadera voz concertante, que del clásico acompañamiento rítmico.
Madeleine & Salomon
Más cerca de la tradición del jazz, aunque con letras que dialogan sobre todo con el pop confesional y el viejo blues, la cantante Clotilde Ruillaud y el pianista Alexandre Saada (los Madeleine y Salomon del dúo real) publicaron el año pasado su segundo disco, Eastern Spring. Un concepto rico acerca de los papeles de protagonista y acompañante, sumado al tono oscuro, carnoso, de la cantante y el elegante fraseo del pianista, da lugar a intercambios, flexibilidad, lirismo y profundidad expresiva.
Federico y Grela
Astor Piazzolla decía que si se quería saber si algo era tocable o no en el bandoneón, había que dárselo a Leopoldo Federico. Si él no podía es que era imposible. Con un sonido de una limpieza cristalina, un fraseo exacto y un conocimiento absoluto de las reglas del tango, quien fue director musical de la carrera solista de Julio Sosa, solista en las mejores orquestas y pieza fundamental de grupos como el Cuarteto San Telmo y el trío con Berlingieri y Cabarcos, grabó un disco a dúo con el guitarrista Roberto Grela. Hay allí, en el despojo de esa formación instrumental donde el tango se presenta casi desnudo, una esencia. Y si no lo creen escuchen “Nunca tuvo novio” o “A San Telmo”.
Ibeyi
Dos mellizas cubanas y radicadas en Francia, Lisa-Kaindé y Naomi Díaz, hijas del famoso percusionista Miguel Angá Díaz, forman Ibeyi. A veces cantan en inglés. En ocasiones en yoruba o en español. El empaste de sus voces es milagroso. E integran la electrónico como una vez más. Tan cercanas a Kate Bush y a Björk como al folklore afro caribeño, su música es siempre sorpresiva y desafiante. Su tercer disco, Spell 31, fue publicado en 2022 y en él se integran (se inseminan, se chocan, se crean unas a las otras) las más diversas tradiciones musicales.
Y otros dúos
Están los clásicos, algunos dúos olvidados y otros desconocidos. Crosby y Nash, Carla Bley y Steve Swallow, Ike & Tina Turner, Spinetta y Páez, Bill Evans y Jim Hall. Y muchos otros.
Diego Fischerman es autor del blog El sonido de los sueños: https://xn--sonidodesueos-skb.com/