Sesión escandalosa en Diputados

El Congreso aprueba un nuevo endeudamiento a ciegas con el FMI

Con el Congreso vallado y un recinto sumido en la anarquía, Javier Milei logró ratificar el DNU que habilita un nuevo acuerdo con el FMI. Fue una votación anunciada, pero con lo justo: 129 votos a favor, 108 en contra y seis abstenciones. Mientras el olor a gas pimienta iba ingresando a los pasillos de la Cámara de Diputados, La Libertad Avanza festejó el blindaje político a un nuevo endeudamiento con el Fondo del que no se conoce el monto, las condiciones ni el plazo. 

Toda la confianza que el Gobierno exhibía en el número para aprobar el acuerdo con el FMI tenía su correlato, a la inversa, en el clima de tensión y caos que se percibía en el recinto. Los audios filtrados de Martín Menem en el chat del bloque libertario, en el que los arengaba a la tropa a que “puteen, nada pacífico”, habían sido el anticipo de una jornada que estaría marcada por el escándalo. Protagonizado, en su mayoría, por los propios diputados de LLA.

Hubo dos momentos de paz relativa: el inicio, cuando el oficialismo consiguió quórum, y al momento de la votación, cuando se aprobó el DNU con el apoyo del PRO, la UCR deloredista, la Coalición Cívica y la gran mayoría de los gobernadores. El cordobés Martín Llaryora, el salteño Gustavo Sáenz, el misionero Hugo Passalacqua, así como todos los gobernadores radicales (Gustavo Valdés, Leandro Zdero, Alfredo Cornejo), cumplieron un rol clave en la sesión, aportando el diferencial para que Milei pudiera aprobar el nuevo endeudamiento.

El grueso de los votos en contra, en cambio, fueron de Unión por la Patria, el FIT y una parte del radicalismo de Democracia Para Siempre. El peronismo tuvo unas siete ausencias, entre las que se destacó la de los catamarqueños que responden a Raúl Jalil. Facundo Manes, Pablo Juliano y el resto de los radicales de DPS también votaron en contra, pero hubo cuatro -más alineados con los gobernadores- que acompañaron. El pichettismo de Encuentro Federal, mientras tanto, se dividió: Miguel Ángel Pichetto votó a favor, así como los cordobeses, pero Oscar Agost Carreño, Emilio Monzó, Nicolás Massot y Florencio Randazzo se abstuvieron.

Apenas el tablero se iluminó, la oficina de la Presidencia salió a celebrar con un comunicado. “Este acuerdo garantizará una operación de crédito público para que el Tesoro Nacional cancele deuda existente con el Banco Central e implica una reducción del total de la deuda pública”, destacó el Gobierno, que se resiste a aceptar que se trata de un nuevo endeudamiento externo.

Un debate atravesado por el caos

Durante la sesión hubo de todo. Insultos, gritos, amenazas y pedidos melodramáticos de disculpas. Y, en la mayoría de los casos, había un diputado de LLA detrás protagonizando el espectáculo. Desde el forzado mea culpa de Lisandro Almirón con Oscar Zago, a quien había levantado a la fuerza en la última sesión para que no diera quórum y casi terminan a las trompadas. Hasta la denuncia escandalosa de Marcela Pagano, quien llevó un megáfono al recinto y acusó a Martín Menem de “fascista” cuando le cortó la palabra. 

Menem tuvo varios problemas para controlar la sesión, pero ninguno fue tan grave como el que encabezó Pagano por el tema de la presidencia de la comisión de Juicio Político. “Usted no tiene facultades para desintegrar comisiones. Usted a mí durante un año me presionó para que yo desconociera un acta”, le recriminó la diputada libertaria, quien reclama que se reconozca su lugar en la presidencia de la comisión (un lugar del cual fue expulsada por orden de Karina Milei). “La primera vez que habla y habla para pegarle a Menem, mirá lo que es la nena”, se escuchó que ironizaba Lilia Lemoine, que la semana pasada intentó apurarla para que abandonara el recinto. Pagano, en público, reconoció que los audios de Menem eran ciertos, incluido el último, que se dio a conocer al atardecer.

En este último audio, Menem le advertía a su bancada que UxP iba a intentar insistir en ratificar las autoridades de la presidencia de la comisión de Juicio Político. “Nosotros estamos en contra, avisémosle a todos los bloques. La Coalición no se va a prender a esto, hay que trabajar con Democracia”, se lo escucha decir, escrachando así públicamente a los lilitos: el voto decisivo.

Por fuera de estos cruces, que podrían derivar en la expulsión de Pagano del bloque libertario, hubo tres tipos de discursos referidos al acuerdo con el FMI. Primero, los de la ex oposición dialoguista, como los radicales de Democracia Para Siempre o los más duros del pichettismo de Encuentro Federal, que cuestionaban las “formas” del nuevo acuerdo con el FMI: el reclamo era que el DNU era ilegítimo porque se saltaba la ley de Fortalecimiento de Sostenibilidad de la Deuda Pública. “El acuerdo no se puede hacer de espaldas a la sociedad, por decreto y sin discusión en este Parlamento”, cuestionó, por ejemplo, Facundo Manes, quien votó en contra del DNU.

Hoy el DNU va a tener una docena de votos menos, empezando por el mío, pero que lo hubiera tenido si entraba por ley y con un Presupuesto”, sumó Nicolás Massot (EF), que se abstendría. Hubo algunos, como los diputados de la Coalición Cívica, que también cuestionaron el mecanismo, pero igual votaron a favor: “Vamos a ratificar el DNU. No estamos orgullosos, sabemos que no es la herramienta ideal, pero es responsabilidad: el préstamo lo tomó el Gobierno que apoyamos”, reconoció Juan Manuel López

Después estuvieron los discursos oficialistas. “Hoy cerramos un nuevo acuerdo con el FMI sin crisis en Argentina. Estamos negociando en un momento histórico donde la Argentina tiene equilibrio fiscal y eso lo pone en una situación mucho mejor para negociar”, atinó a argumentar Gabriel Boronoroni, jefe de bloque libertario, entre las risas irónicas del peronismo. 

Las defensas más elocuentes, sin embargo, vinieron de parte del PRO y la UCR. “Nuestra Constitución otorga al Ejecutivo la atribución de dictar DNU en circunstancias excepcionales, y en este marco, la pesada herencia del anterior Gobierno coloca a la Argentina en una situación de extrema necesidad y urgencia”, argumentó el jefe de la bancada PRO, Cristian Ritondo, que recordó que Néstor Kirchner había publicado 237 DNU. Le respondió, a los gritos, Carlos Castagnetto (UxP): “Nosotros pagamos la deuda y nos fuimos del Fondo”, le recordó, fuera del micrófono. 

Rodrigo de Loredo, mientras tanto, optó por el discurso de la “responsabilidad”: “Nuestro bloque, una vez más, viene a ayudar a un gobierno que no integra en un momento crítico, como lo hizo también con el gobierno de Alberto Fernández. Sin especulación. Es una actitud de sensatez y racionalidad”, argumentó.

Por último, la oposición más dura: los discursos de UxP y la izquierda, que cuestionaron tanto la forma -el DNU- como el fondo. “El instrumento es un problema porque incumple la Constitución y la ley. Pero no solo es el instrumento, si acá fuera una ley también estaría en contra de un nuevo acuerdo con el FMI sin revisar un horizonte de pagos. Está claro que es un acuerdo político”, cuestionó Julia Strada (UxP). “Este acuerdo no va a ser diferente (al de Mauricio Macri). Va a tener destino a financiar la salida de capitales a los que estuvieron haciendo ganancias exorbitantes con la bicicleta financiera”, sumó Itai Hagman (UxP).

También Máximo Kirchner tomó la palabra, quien aprovechó para recordar que ni él ni Javier Milei votaron la reestructuración de la deuda del gobierno de Frente de Todos. Kirchner se encargó de verbalizar la advertencia que su madre, Cristina Fernández de Kirchner, precedió en el comunicado del PJ Nacional: la amenaza de que un futuro gobierno peronista podría no reconocer el acuerdo: “No va a funcionar. Ustedes tienen una responsabilidad única hasta el 10 de diciembre de 2027. Ejérzanla. Y el 10 de diciembre de 2027 el gobierno que asuma podrá plantear la ilegitimidad e ilegalidad de esta deuda”, advirtió. 

Poco después, llegó el momento de la votación. Cuando el tablero dio que había 129 votos a favor, LLA estalló en aplausos y se abrazó con sus aliados del PRO. En el recinto se escuchaban los estallidos de la protesta, que ya había comenzado. Estaba hablando Eduardo Toniolli y Menem, perdido, lo interrumpió para preguntarle si era él quien hacía el ruido. El recinto, mientras tanto, vibraba.

MC