La vocera de la mano dura se da baños de popularidad. Tras desfilar por los centros de la costa atlántica y de posar con look rockero en el festival de Cosquín, Patricia Bullrich se mostrará en el carnaval de Gualeguaychú. Será el próximo domingo. Después continuará con su interminable tour proselitista. Recorrerá Tandil, Olavarría, Azul y Avellaneda. Así, de abajo hacia arriba, desde la calle a la política, la exministra de Seguridad busca acortar la brecha que la separa de su adversario interno: Horacio Rodríguez Larreta.
Bullrich carece de estructura, armadores políticos de peso y despliegue territorial. Tampoco tiene demasiada plata ni mecenas para financiar su aventura. El alcalde porteño, en cambio, le saca una enorme ventaja en todos esos rubros. Pero el equipo de La Piba se ilusiona con revertir la ecuación. En las últimas semanas, dos exponentes históricos de la patria contratista le blanquearon su apoyo. Un respaldo que se traducirá en recursos para la campaña anticipada, según se entusiasman cerca de la ex militante del peronismo revolucionario. Por ahora, los dos empresarios prefieren mantener su apuesta en el anonimato.
En enero, más de 30 empresarios argentinos escucharon embelesados su prédica. Fue durante una cena escenificada en el ex Hotel Conrad de Punta del Este. “No hay lugar para tibios en la Argentina que viene”, desafió la presidenta del PRO. El economista del establishment Carlos Melconian la aplaudió con entusiasmo. Bullrih sueña con implementar las reformas que Mauricio Macri hubiera deseado. ¿Cúales? Apurar cambios en las leyes laborales, previsionales, sindicales y en la valoración que una parte de la sociedad tiene sobre los organismos de Derechos Humanos. Su filosofía es combo de mano dura, liberalismo y aversión hacia el progresismo.
A la mañana siguiente de su exposición, el coqueteo con el poder económico continuó en la casa del ex diputado Eduardo Amadeo. Ahí, en un chalet de Punta del Este, desayunó con un grupo todavía más selecto del círculo rojo argentino. En los últimos días, Bullrich agregó nuevas figuras a su escudería: incorporó a Andrés Hatum, profesor de Management de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella y habitué de los eventos organizados por La Nación +. A Hatum le encargó la tarea de organizar equipos técnicos. El médico Carlos Kambourian acompañó a la jefa del PRO en su tour por la costa.
En cada pueblo, cada ciudad y cada provincia, la presidenta del PRO a su vez aprovecha para sumar una selfie con los referentes amarillos del lugar. Así lo hizo en Córdoba, donde se reunió con las principales figuras de Juntos por el Cambio en esa provincia. Se mostró con los adversarios encarnizados de las últimas PASO. Se juntó con el senador líbero Luis Juez, el diputado radical loustoísta Rodrigo De Loredo, el jefe del bloque de la UCR ortodoxa Mario Negri y la macrista Laura Rodríguez Machado.
Esa acumulación de fotos para su álbum personalísimo encierra un desafío a la pretensión larretista. ¿Cuál? El alcalde busca que, en adelante, los referentes provinciales cambiemitas tomen partido de forma exclusiva por Rodríguez Larreta. “Ahora, fotos sólo con Horacio”, explicitó un armador del alcalde.
A Larreta le costará imponer un contrato de fidelidad con su candidatura presidencial. Porque la mayoría de los gobernadores especula con la posibilidad de adelantar el calendario electoral del 2023 y despegarlo de la elección nacional. Con un fixture provincial corrido de la presidencial, los candidatos cambiemitas no se podrán dar el lujo de apostar solamente por el alcalde, despreciando el apoyo de Patricia Bullrich o de cualquier figura nacional que les sume algún voto.
Poco antes de desembarcar en Córdoba, Bullrich visitó Mendoza. Ahí, además de juntar a la tropa PRO enfiló hacia San Rafael. En aquella ciudad conversó con el radical Ernesto Sanz, uno de los fundadores de Cambiemos. El ex senador radical fue formalizado como nuevo integrante de la mesa nacional de JxC, por iniciativa de Gerardo Morales.
En la casa de Sanz en San Rafael, el abogado de la UCR y Bullrich charlaron sobre el intento de institucionalizar a la coalición opositora. Se trata de una vieja idea del dirigente radical: organizar nuevas mesas de conducción en JxC. La mueblería cambiemita incluirá instancias de encuentros federales, provinciales, de coordinación legislativa y programática, con los representantes de las fundaciones asociadas al PRO, la UCR y la Coalición Cívica.
Existe una meta no explicitada del todo en ese contrato: la de poner una suerte de bozal ante las afirmaciones hechas individualmente, pero en nombre de la coalición opositora. Los diputados de la Coalición Cívica y el gobernador Morales imaginaron una persona específica en relación a esa iniciativa. ¿Quién? Patricia Bullrich. “¿Y a Morales lo van a calmar con esas mesas? ¿Va a dejar de hablar con Massa o decir que los porteños son chorros?”, retruca un operador bullrichista.
AF