Cristina Kirchner subió al ring a Martín Insaurralde. Alberto Fernández mandó a incluir en la nómina de “encuestados” a Juan Zabaleta. Son intendentes, habitan los dos hemisferios del conurbano y tienen un doblez simbólico: uno, el de Lomas de Zamora, es aliado de Máximo Kirchner, el otro, de Hurlingham, porta la condición de albertista.
Pero, sobre todo, expresan un fenómeno. Los alcaldes del peronismo, por la cercanía o porque suelen transitar con menos estridencias el fuego político, miden mejor que Fernández y que Axel Kicillof. Tres sondeos que comparan imágenes en el Gran Buenos Aires, que circulan y se leen en Casa Rosada, ratifican ese dato. A veces marcan 10 puntos de diferencia, a veces 15, otras 5 puntos. Ocurre, casi sin excepciones, en el ancho universo de los peronismos.
El pool de encuestas que repasa en la cima del gobierno registra, en paralelo, otro indicador: con el paso de los meses, los números de Fernández y Kicillof se empardaron. Hasta hace unos meses, el presidente siempre tenía un plus por sobre el gobernador pero esa distancia se achicó. En tres mediciones que repasó elDiarioAR, que son insumo de Olivos, Fernández y Kicillof están casi idénticos, una mínima diferencia para el primer mandatario. Ambos están, claro, debajo de lo que mide cada alcalde en su territorio.
Sobre un universo a repartirse del orden del 33% en la provincia, si hay una PASO de tres candidatos, el más votado sería Jorge Macri, segundo Facundo Manes y tercero, bastante atrás, aparece Diego Santilli.
Una medición de Analía Del Franco sobre la imagen de un puñado de alcaldes en el Gran Buenos Aires marca esa tendencia. Mientras Fernández acumula una positiva de 54,9% Kicillof está en 51,8% y la mayoría de los alcaldes está, aunque u nivel más alto de desconocimiento en el conurbano, por encima de esas cifras. Ese sondeo pone a Zabaleta y a Julio Zamora, de Tigre, con una positiva por encima de los 60 puntos, mientras que Insaurralde, Ariel Sujarchuk (Escobar), Federico Achaval (Pilar) y el díscolo Fernando Gray (Echeverría), en un ratio de positividad entre 52 y 58%. Cada uno en los distritos que controlan perfora, por mucho, esos números. Fuera de su territorio, solo Insaurralde tiene un nivel de conocimiento alto: 61%.
Uno, en particular, está muy abajo: Fernando Espinoza rankea bien en su distrito, La Matanza, pero en el mapa global del GBA aparece último sobre dos intendentes medidos, con el nivel más bajo de imagen positiva y el peor diferencial.
Otros trabajos, que circulan en despachos oficiales y opositores, muestran el “gap” de los intendentes sobre Fernández y Kicillof. Con matices, un trabajo sistemático de ARESCO y otro de Opina Argentina reflejan que los alcaldes están mejor vistos que el presidente y el gobernador. Los dos reflejan muestran parejos al presidente y al gobernador pero bastante por debajo de los alcaldes.
“A Alberto lo complica la economía: está muy bien vista el plan de vacunación, 3 de 4 lo valoran, pero el número se invierte cuando se habla de la situación económica”, indican desde una consultora.
Problema
“Los intendentes están bien. Ven que están mejor que Alberto y Axel. Y muchos tienen la tentación de hacer la suya”, plantea con cara de drama un dirigente bonaerense a elDiarioAR. Remite a otras votaciones: la del 2009 con Néstor Kirchner o a 2015 cuando, con riesgo de perder arrastrados por la ola negativa de arriba hacia abajo, apostaron a salvarse solos. No es un fenómeno exclusivo ni excluyente del PJ: en 2019, varios alcaldes escondieron a Mauricio Macri en su cartelería y en la campaña de la general luego de la paliza de las PASO.
No parece, a priori, que se repita ese escenario. Los alcaldes, unos con más fierros que otros, están sentados en la mesa política del FdT -Leo Nardini es uno de los delegados de la Primera, Insaurralde y Espinoza pivotan por la Tercera- y pasan, en general con bilaterales, por Casa Rosada a verse con Fernández o con el jefe de Gabinete Santiago Cafiero. Tienen, además, a dos delegados en el gabinete: Gabriel Katopodis y Jorge Ferraresi, dos ministros-intendentes.
¿El “gap” en la imagen de los alcaldes respecto a Fernández y Kicillof, sirve para traccionar votos y buena imagen hacia arriba? Una de las teorías que circula en las mesas políticas del FdT es que algunos intendentes, como Insaurralde y Zabaleta, puedan aparecer en la lista de diputados nacionales. Aparece en el torbellino de tácticas e interpretaciones que hay en el oficialismo sobre cómo encarar la campaña. El debate se bifurca en dos enfoques. Que el candidato sea la marca FdT con Fernández, Cristina, Kicillof y Sergio Massa al frente de la campaña y figuras más livianas en las boletas. Que los candidatos tengan más volumen propio, variable en la que se mencionó a Cafiero, Katopodis o hasta a Massa.
Un punto intermedio puede ser que algunos intendentes aparezcan en la boleta junto a funcionarios. La figura más nombrada es, hace rato, Victoria Tolosa Paz. La novedad de los últimos días refiere a la posibilidad de que Nicolás Kreplak, viceministro de Salud bonaerense, esté en pelotón de principales nombres en la lista provincial.
El péndulo, según lo que charló Fernández con gobernadores e intendentes en los últimos diez días, está ahora en que el candidato será “la marca FdT”. En el paquete de datos que miran en Casa Rosada, ningún candidato mide más que la marca. Un ejemplo: mientras el Frente de Todos suma 42%, Sergio Berni está en 38 y Tolosa Paz en 32. Tienen, claro, niveles de conocimiento muy desparejos.
La trinchera que pide candidatos fuertes aporta dos enfoques. Primero: que el FdT podría tener que lidiar con una primaria de Juntos por el Cambio. Hay, en ese renglón, un dato interesante: sobre un universo a repartirse del orden del 33% en la provincia, si hay una PASO de tres candidatos, el más votado sería Jorge Macri, segundo Facundo Manes y tercero, bastante atrás, aparece Diego Santilli. Eso explica la retranca del intendente de Vicente López que, supone, que su posición es determinante para, si no juega, ayudar a que el vicejefe de gobierno porteño se imponga por sobre el neurólogo radical.
Segundo: que el atractivo de Florencio Randazzo como tercera fuerza, filo peronista y centrista, varía según la oferta que ponga al frente de la lista el FdT. Dos o tres puntos más, no parece mucho, pero puede ser determinante no solo en cuanto a la cosecha de diputados sino, también, respecto al peso simbólico del score final.
Hay, de fondo, otro tema: el límite a las reelecciones de los intendentes, que debería ejecutarse en el 2023, aparece como una amenaza para buena parte de los 135 alcaldes bonaerenses. En el conurbano, unos pocos -Mayra Mendoza en Quilmes, Achaval en Pilar, Espinosa en Matanza- no van por su segundo mandato. De ahí que la hipótesis de ir en listas en la elección intermedia aparezca como una tentación para algunos alcaldes porque sino se diese marcha atrás con la ley, en 2023 habría un batalló de intendentes en busca de otros cargos.
PI