Un decreto del presidente chileno Sebastián Piñera anunciando la ampliación de la plataforma continental sorprendió a todo el arco político argentino. Los especialistas coinciden en que se trata de una maniobra que, si bien no es candidato, el presidente chileno necesita para fortalecer su posición de cara a las elecciones presidenciales de noviembre en el país trasandino y algunos aseguran que la reavivación de la disputa se encuentra relacionada con la posición ideológica del gobierno argentino, aunque desde Cancillería lo niegan, de acuerdo a un relevamiento de elDiarioAr.
“En ningún momento desde la celebración del Tratado (de Paz y Amistad de 1984) hasta mayo de 2020, Chile hizo planteo alguno que siquiera se parezca al actual”, recordó el canciller Felipe Solá en el Senado el miércoles, en una exposición ante la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto.
La situación con el país trasandino cambió el año pasado. “A partir de que el Congreso sancionó y transformó en ley la demarcación de límites validada por las Naciones Unidas, comenzaron a haber reclamos formales e informales de los políticos y diplomáticos chilenos”, sostienen fuentes oficiales en diálogo con elDiarioAr.
Sin embargo, nadie esperaba que un decreto firmado por Piñera desatara un nuevo diferendo con la nación vecina, reavivando disputas con Chile que parecían terminadas. “Es más, esta semana habían conversado los cancilleres de ambos países e incluso (Andrés) Allamand había cenado en muy buenos términos con Rafael Bielsa (embajador de la Argentina en Chile)”, sostienen desde Cancillería.
Abajo de esta maniobra está el nacionalismo: Piñera politizó un tema latente para el pueblo chileno.
“La embajada argentina en Chile debería haber tenido conocimiento del asunto. Alguien se durmió ahí”, asegura César Mayoral, representante ante la ONU durante el gobierno de Néstor Kirchner y embajador en China de Cristina Kirchner entre el 2008 y el 2011. El embajador Bielsa hizo saber que no haría declaraciones cuando fue consultado por este diario.
La cuestión se coló en el último tramo de la campaña electoral de cara a las PASO después de que Solá cuestionara a la oposición del Pro, al asegurar que “reniegan de nuestros derechos, dejando de lado los intereses de la patria”. ¿Qué motivos desencadenaron este decreto inesperado, que plantea una superposición en la delimitación de la plataforma continental de ambos países?
“Se está por terminar su gobierno”
“Fue totalmente inesperado el decreto de Piñera. Alberto estuvo allí a principio de año y la relación estaba en muy buenos términos”, dice Daniel Filmus, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, quien acompañó a Solá el miércoles en su encuentro con los senadores. En un contacto con elDiarioAr evita especular sobre las motivaciones de la decisión chilena. “No podemos decir por qué tomó esa postura Piñera. La realidad es que está en campaña electoral y se está por terminar su gobierno, pero hay que preguntarle a él por qué”, dice.
Frente a este desafío con el vecino. Filmus menciona cuál es la prioridad para la política argentina para la región: “Nosotros seguimos apostando a que la región tenga una mirada común frente a los problemas globales. El Presidente va a ir a la CELAC, apostando por una integración económica y cultural cada vez mayor”.
Fue totalmente inesperado el decreto de Piñera. Alberto estuvo allí a principio de año y la relación estaba en muy buenos términos.
“Los gobiernos kirchneristas son tremendamente ideológicos”, sostiene Rut Diamint, profesora de en la Universidad Torcuato Di Tella e investigadora principal del CONICET. “Aunque con Néstor había un nivel de diálogo alto, con Cristina este se quiebra. La voluntad de acordar no se reanudó en el gobierno de Alberto Fernández”, dice Diamint. La idiosincrasia del gobierno del Frente de Todos y sus ideas políticas serían así un factor “de choque” con el gobierno trasandino.
La relación entre Macri y Piñera constituyó un compás de espera en estas relaciones conflictivas, con los dos países vecinos manteniendo buenas relaciones durante los cuatro años del mandato del ex jefe de gobierno porteño, dada la congruencia ideológica de ambos gobiernos, según el punto de vista de Diamint.
Aunque con Néstor había un nivel de diálogo alto, con Cristina este se quiebra. La voluntad de acordar no se reanudó en el gobierno de Alberto Fernández.
Jorge Faurie, quien fuera el canciller de Mauricio Macri durante los últimos dos años de su mandato, coincide con Diamint. “El presidente Piñera mantuvo un diálogo amplio y razonable con Argentina durante la gestión de Macri. En este año y medio, en cambio, han habido diferencias ideológicas”, afirma Faurie en diálogo con elDiarioAr. “Estas generaron enfrentamientos con respecto a la provisión de energía, a cómo se lleva a cabo la política exterior, o incluso con respecto a cómo se lleva a cabo vacunación. Y ahora, con respecto a esto”, sostiene.
“Hay una demarcación de intereses de ambos países que conflictúan y que ponen en tela de juicio las definiciones hechas en el Tratado de Paz y Amistad de 1984”, añade, con todo, Faurie.
Desde Cancillería, sin embargo, niegan que las diferencias políticas entre Piñera y Alberto Fernández hayan tenido que ver con el conflicto. “Es una decisión de Piñera, que tiene que ver con la realidad chilena, no con la realidad argentina”, sostienen. Mayoral coincide: “La ideología de este gobierno no tuvo nada que ver”.
Horizonte electoral
“Los sectores ultranacionalistas chilenos temen que el próximo no sea un gobierno de derecha, y quieren dejar esto cerrado, presionando a Piñera para que tome semejante decisión a 80 días de terminar su mandato”, aseguran fuentes oficiales que pidieron no ser identificadas sobre el potencial rol de la política interna chilena en la firma del decreto.
“Piñera tiene un proceso eleccionario en curso”, sostiene Faurie, vinculando la maniobra del presidente chileno con una forma de ganar poder de cara a las inminentes elecciones. “Abajo de esta maniobra está el nacionalismo: Piñera 'politizó' un tema latente para el pueblo chileno”, añade Mayoral.
“Necesita fortalecer su posición, teniendo en cuenta que en noviembre hay altas chances de que la izquierda chilena gane las elecciones”, sostiene también Rut Diamint. “Chile tiene una visión territorialista muy fuerte”, agrega. La figura del país trasandino se encuentra muy ligada a la necesidad de buscar territorio para crecer: al ser un país “alargado y finito”, una “conquista” de tierra (o de mar, en este caso) sería eventualmente muy beneficiosa para Piñera.
¿Oportunismo argentino?
Después de que el Poder Ejecutivo rechazó el decreto del presidente chileno, la secretaría de Relaciones Internacionales del PRO lanzó un comunicado de prensa en el cual propuso, entre otras cosas, “iniciar un diálogo que permita zanjar las diferencias hoy existentes”. El comunicado finaliza sosteniendo, en plena campaña electoral de cara a las PASO, que no podríamos retrotraernos a “los tiempos de desconfianza recíproca”.
Felipe Solá, haciéndose eco de estas declaraciones, avanzó sobre la oposición. “El PRO ha puesto en un plano de igualdad el reconocimiento de la ONU de los derechos argentinos sobre el mar austral con una decisión unilateral expresada en un decreto presidencial de Chile”, aseguró el canciller a través de Twitter.
El miércoles, ante el Senado, Solá reafirmó que las aspiraciones de Chile “contradicen la letra y el espíritu del Tratado de Paz y Amistad de 1984, manifestando una vocación expansiva que la Argentina rechaza”.
Senadores del oficialismo y de la oposición avanzaron en estas horas en la firma de un proyecto de declaración que rechaza la medida del gobierno de Chile de establecer la nueva demarcación de la plataforma marina. La iniciativa será aprobada en el recinto de la Cámara alta en la próxima sesión. El proyecto expresa el “más enérgico rechazo” del Senado de la Nación a la “pretensión del gobierno de la República de Chile de extender su plataforma continental”, según el texto que hicieron conocer senadores del oficialismo y fue difundido por la agencia oficial Télam. También califica el decreto de Piñera como una “violación al Tratado de Paz y Amistad celebrado con la Argentina en 1984” que desconoce “la demarcación del límite exterior de la plataforma continental” de conformidad con “la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”.
El presidente Piñera mantuvo un diálogo amplio y razonable con Argentina durante la gestión de Macri. En este año y medio, en cambio, han habido diferencias ideológicas.
El anuncio del presidente chileno reavivó el clima de conflicto que se había cerrado hace más de treinta años, cuando en 1984 se firmó el Tratado de Paz y Amistad: en él se reconoce el laudo arbitral que delimitó la frontera entre Chile y Argentina en los mares australes. Seis años antes, el conflicto por el Canal de Beagle había puesto a ambos países al borde de una guerra. En 1998, los presidentes Carlos Saúl Menem y Eduardo Frei Montalva firmaron un acuerdo por el límite de los llamados Hielos Continentales, resolviendo el último de los 24 puntos que faltaban delimitar en la frontera.
El decreto firmado por Piñera y publicado en el Diario Oficial (el boletín oficial) el día 27 de agosto proyecta la plataforma continental chilena a partir de las 200 millas náuticas desde las islas Diego Ramírez, al sur del Cabo de Hornos. Ese trazado se superpone en un área de 5.302 km2 con la plataforma continental extendida que presentó la Argentina en 2009 ante la Convención de la ONU sobre Derecho del Mar, durante el gobierno de Cristina Kirchner. Esa delimitación fue ratificada por una ley del Congreso Nacional.
La Convención de la ONU sostiene que los Estados ribereños tienen un mar territorial que se extiende por un total de 200 millas marinas, que puede llegar a extenderse hasta las 350 millas si es que la plataforma continental se proyecta más allá. En esa plataforma “extendida” los países tienen derechos soberanos para explorar y explotar recursos naturales.
“En otro momento cuando los dos países luchaban por fortalecer la democracia hubo mucho consenso en que los mecanismos externos ayudarían a la política interna”, asegura Diamint. “Es una lástima que se hayan perdido mecanismos de concertación y diálogo, porque son los que fortalecieron nuestra democracia”, dice.
WC