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Rebelión de Lousteau y Bullrich en los bloques en la UCR y el PRO

23 de noviembre de 2021 18:11 h

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El resultado de las legislativas no sirvió para jerarquizar las ambiciones dentro de Juntos por el Cambio. De las urnas no surgió un elemento ordenador. Si bien hubo ganadores y perdedores, cada tribu encontró argumentos para relativizar la derrota y potenciar los triunfos. Así como el Frente de Todos se declaró ganador tras la caída, por el simple hecho de haber evitado la catástrofe que preanunciaban las PASO, en la coalición opositora todos se autoperciben con derecho a darse por triunfadores. Y por lo tanto, a pelear por cargos y espacios de privilegio. 

La puja por las conducciones de los bloques en el Congreso reflejan ese choque de auto-estimas en alza. Pese a haber perdido la primaria por una banca en el Senado en Córdoba, el diputado Mario Negri pretende seguir al frente del espacio radical. Tampoco descarta la posibilidad de continuar como presidente del interbloque de JxC en Diputados. ¿Quién lo desafía dentro de la UCR? El nosiglismo, encabezado por el senador Martín Lousteau. El sector del economista aspira a correr a Negri y reemplazarlo por un diputado afín a su grupo. El elegido es Emiliano Yacobitti, vicedecano de Económicas en la UBA. 

“No pueden ser las mismas personas que dirigían al radicalismo entre 2015 y 2019, las que hoy pretenden dirigirlo para decirle a la gente que vamos a hacer una cosa distinta”, se quejó Yacobitti en radio Del Plata.

Negri respondió. “Si tengo la confianza de mis pares, quiero seguir siendo presidente del bloque del radicalismo. No es mi prioridad ser presidente del Interbloque, que es un coordinador entre todos los demás presidentes de bloques”, afirmó en radio La Red. 

En favor del derrotado Negri en Córdoba, la mayoría de los diputados radicales lo respalda para que se mantenga como jefe de la UCR. Incluso el macrista Cristian Ritondo se muestra dispuesto a que Negri siga en ese doble comando.

La conducción del interbloque tampoco es un puesto demasiado codiciado: requiere mucha experiencia parlamentaria, implica un enorme desgaste en las negociaciones y no se traduce en mayores recursos (cargos o plata) para administrar.

La jefatura de los bloques, en cambio, genera menos estrés y es más codiciada. Según el poroteo que manejan cerca de Negri, el cordobés cuenta con el apoyo de 27 diputados radicales, contra 17 que respaldan a Yacobitti.

El grupo de Lousteau pone en duda esa ecuación con un sarcasmo: “También Negri decía que ganaba caminando en Córdoba y terminó perdiendo por paliza contra Luis Juez por más de 200 mil votos”. Pero el retruque del nosiglismo es más cualitativo que cuantitativo. “Los espacios institucionales deben ser usados para potenciar liderazgos emergentes validados por las urnas”, afirman. En concreto, se refieren a potenciar el liderazgo de Lousteau rumbo al 2023. 

Mientras se tensiona el vínculo entre Negri y Lousteau, el emergente Facundo Manes contempla la disputa con cara de poker. “Es parte de una negociación más amplia. Se está conversando con todos los dirigentes. Veremos qué es mejor para la UCR”, plantea la troupe del neurocientista. Pero la prescindencia de Manes incluye cierto favoritismo por Negri. Y Negri cuenta con ese aval. 

A partir del 10 de diciembre, el autor best seller será un diputado part-time: si bien planea ocupar un lugar en la comisión de Educación y a su vez promete estar presente en las sesiones, el médico radical piensa recorrer el país durante los próximos dos años.

Manes está auto-convencido de encarnar una suerte de continuación del legado de Raúl Alfonsín. Aunque sea un exceso de amor propio, la UCR en bloque celebra ese nivel de autoestima. Los radicales ya enumeran cuatro presidenciables. ¿Quiénes? Manes, Gerardo Morales, Alfredo Cornejo y Martín Lousteau.

El jujeño Morales también se anota entre los herederos legítimos de Alfonsín. Incluso busca reafirmar el perfil socialdemócrata de la UCR, diluido durante la presidencia liberal de Mauricio Macri en la Rosada. Morales quiere sacar al radicalismo del veraz amarillo. Así, mientras Macri se pega al derechista Partido Popular español cada vez que sale de gira por Europa, el jujeño pretende ligarse al Partido Socialista Obrero Español. Este martes, el gobernador radical se reunió en Madrid con Cristina Narbona Ruiz, presidenta del PSOE y vicepresidenta primera del Senado.

En el PRO existe un clima parecido al de la UCR. Cristian Ritondo quiere seguir al mando de la bancada amarilla. Pero al igual que Negri con el sector de Lousteau, encuentra una resistencia amiga: Patricia Bullrich y su tropa. La exministra de Seguridad busca que lo reemplace un diputado con un perfil más combativo. 

Desde el domingo de la votación a la noche, La Piba agitó a los halcones amarillos para palear por más espacios de poder dentro de JxC. La traba para el ascenso de Bullrich también es numérica. En el espacio de 50 diputados que tendrá el PRO a partir de diciembre, 33 se inclinan por la continuidad de Ritondo. Esa mayoría incluye a los que responden al liderazgo de Horacio Rodríguez. Aunque Bullrich no consigue jaquear a Ritondo, la mera ambición anticipa una relación a los tumbes entre los moderados y los cruzados dentro del PRO. Si los combativos imponen su agenda, cualquier ensayo dialoguista del Gobierno terminará en vía muerta. Tanto los intentos sobreactuados como los más legítimos y necesarios para la gobernabilidad del Frente de Todos. Con la misma lógica que despliega Lousteau, cerca de la presidenta del PRO le atribuyen “motivos políticos y no numéricos” a la rebelión contra Ritondo.

Por fuera del PRO (con 50 bancas) y la UCR (con 44), Juntos por el Cambio sumará 11 diputados de la Coalición Cívica y cuatro del colectivo que conduce Emilio Monzó. A esos bloques se les acoplarán cuatro monobloques (uno será el de Ricardo López Murphy), más un grupito de dos legisladores por San Luis. Y cada espacio se sentirá con derecho para hacer valer su voto. 

AF