Elecciones 2023 Unión por la Patria

Massa-Kicillof, aliados por urgencia mutua, y el dato “consuelo” de Santa Fe

“¿No quiere hablar nadie? Entonces le pido a Axel que vuelva a hablar él”. Entre risas, en la cena realizada el viernes pasado en Tucumán, Sergio Massa amenazaba a los demás comensales con volver a darle la palabra a Axel Kicillof. Es un juego que el gobernador bonaerense, que se sabe larguero, aceptó jugar. De hecho, su discurso en la sobremesa fue más corto que lo habitual. Fue, también, menos efusivo que el del candidato presidencial porque Kicillof ve, y no lo oculta, que todavía falta mucho para la elección. “No hay ninguna garantía”, dice el mandatario provincial.

La campaña pareció entrar en una etapa donde, entre otras cuestiones, se cristaliza la alianza Massa-Kicillof, en gran medida a raíz de que la suerte de ambos está atada. El gobernador ganó las PASO pero la ruleta sigue girando, en gran medida por los movimientos en el universo opositor. Por eso necesita consolidar al candidato presidencial. “Axel es el gobernador que más sostiene a Massa”, dice un operador peronista. En buena medida, la suerte de Kicillof está atada al desempeño del ministro-candidato.

El gobernador hizo, todo el tiempo, un culto de la cercanía: desde la campaña del Clio, pueblo por pueblo, buscó siempre el mano a mano porque se convirtió en un capital político propio. Al contrario, hasta ahora Massa había enfocado su campaña en un plano más superestructural: reuniones y actos institucionales, con poco tumulto y sin encuentro. Pero en los últimos días apareció un Massa que a Kicillof le parece más correcto para la campaña. 

El ministro de Economía contó en Tucumán que había alguna reserva por la cuestión de la seguridad, sobre todo a partir del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner. Pero primero en esa provincia —donde compartió un acto con gobernadores y dirigentes de la CGT— y el lunes en Plaza de Mayo, donde anunció la baja de Ganancias, entró en otro plano que incluye el vínculo directo. Eso que suele llamarse baño de multitudes. En esa línea, un grupo de intendentes empezó a preparar un acto para fines de septiembre, que sería en Ensenada.

Look

Massa estrenó, además, el look de candidato. Al menos por unos días, y para algunas apariciones, dejó de lado el traje y la corbata, y cambió la estética. “Ahora Sergio es menos ministro y más candidato”, dice un entornista de Massa respecto de los significados de ese cambio de look. “Tiene las cuentas más ordenadas y puede empezar a moverse de otro modo”, explican y remiten, sobre todo, a la cuestión ligada al acuerdo con el FMI y a las medidas posteriores a la devaluación, sobre la que hizo el anuncio de Ganancias y que sumará otros renglones, también en materia económica.

En la convivencia interna en Unión por la Patria hubo, además, algunos movimientos. Cierto caos en el búnker de la calle Mitre es visto como una señal de vitalidad. “Más ruidoso, más peronista”, explica uno. La irrupción de Malena Galmarini, que generó algunos sacudones, terminó de definir una dinámica distinta. En paralelo, el sector más clásicamente vinculado a La Cámpora se replegó, salvo “Wado” De Pedro. En movimientos a varias bandas, mientras fortalece su alianza con Kicillof, Massa subió al avión a Máximo Kirchner y luego le dio un lugar en el acto por Ganancias.

Es el peor momento, o al menos en el que más se explicita hacia afuera, de la relación entre Máximo y Kicillof. En buena medida, como se contó en elDiarioAR, a raíz de las declaraciones del gobernador respecto a construir una nueva épica, eso que metaforizó con lo de “componer nuevas canciones”. Desde el camporismo entendieron que fue una actitud egoísta de Kicillof, a quien le reprocharon no haber tenido intención de “conducir un proyecto colectivo”. Por ahora, eso se apagó. “Hay una tregua: todos sabemos que tenemos que ganar”, explica un peronista que, así y todo, nota asperezas.

Sobre Santa Fe

En la paliza electoral santafesina, que proclamó a Maximiliano Pullaro como nuevo gobernador, y que significó otro tropiezo del peronismo que en lo que va del 2023 perdió el control de cuatro provincias —San Juan, Chubut, Santa Cruz y ahora Santa Fe—, en UP tratan de buscar algunas señales que puedan proyectarse como positivas. Un estudio sobre la votación presentó algunos datos que pueden leerse como “consuelo” dentro de lo horrible que fue el resultado final para el PJ.

“Entre las PASO provincial y la general hubo 200.000 votos afirmativos más (voto más gente y hubo menos voto en blanco y nulos), que sumados a los 50.000 que quedaron afuera en las PASO, son 250.000 votos”, indica un informe que armó el senador provincial correntino Martín Barrionuevo que integra el equipo de economistas que coordina Silvina Batakis. “El peronismo creció en 107 mil votos, Cambiemos en 44 mil, los libertarios en 66 mil y la izquierda en 33 mil”, detalla el punteo. ¿Qué implica? Que el peronismo se quedó con el 43% de los nuevos votantes afirmativos mientras que el candidato de Milei creció un 25% y el de JxC el 18%.

El dato, muy local, y como todo lo local no sirve para proyectar a nivel nacional, fue leído como una buena señal porque implicó que el peronismo pudo mejorar absorber más que el resto de los sectores lo que estaba en juego. Es la fantasía respecto al 22-O, que el peronismo pueda consolidarse y crecer, y con eso no solo entrar en el balotaje sino también acordar la diferencia con Milei.

Sobre la segunda vuelta, que se plantea como si fuese empezar de cero, Santa Fe aportó otro dato interesante: la elección del intendente de Rosario se redujo a los candidatos, casi un balotaje, y terminó con un resultado muy justo a favor de Pablo Javkin sobre Juan Monteverde, que había sido la sorpresa de la PASO del peronismo porque derrotó a Roberto Sukerman. La paridad de ese resultado fue invocada en el peronismo como una señal de que en el mano a mano los resultados siempre son ajustados.

PI / JJD