La orden de salir a defender a Axel Kicillof de la amenaza presidencial de intervenir la Provincia de Buenos Aires bajó de las entrañas del Instituto Patria. El eje se había torcido, lo que nunca uniría el amor lo uniría el espanto, y fue así que, por al menos unas horas, el castigo ante la rebelión kicillofista quedaría en suspenso. Por fuera del flash de la foto de familia, sin embargo, el flamante axelismo -corporizado en el espacio Derecho al Futuro- avanza. Y Cristina Fernández de Kirchner lo deja hacer, enfocada en enderezar los PJ provinciales “traidores” antes de llevar el látigo hacia el corazón bonaerense.
“Este es el momento de espalda contra espalda. Ahora la crítica interna pasó al ámbito privado”, concede un referente del riñón de CFK en la hora previa a la activación del protocolo de abroquelamiento en torno al gobernador. Utilizando el mismo sistema que antes se había utilizado para disciplinar la oposición interna a CFK -chats, declaracionismo en off, tuits-, La Cámpora salió a respaldar a Kicillof. Fue una respuesta rápida, concisa y organizada ante el mensaje de Javier Milei que le pedía la renuncia al gobernador para poder intervenir la provincia.
Primero el PJ bonaerense, que preside Máximo Kirchner, sacó un comunicado. A los pocos minutos el mismo Máximo salió a dar declaraciones en la radio Futurock para “dejar clara cuál es la posición de todos, más allá de las diferentes opiniones y pensamientos que hay dentro de un partido”. Le siguió un comunicado del PJ Nacional, retuiteado por su presidenta, CFK. Luego, le siguieron mensajes de toda la escudería cristinista: Mayra Mendoza, Wado de Pedro, Juliana Di Tullio, Teresa García, incluso el intendente Julián Álavarez, que días antes había cruzado en Twitter al gobernador por el lanzamiento del espacio Derecho al Futuro.
El raid se coronó con la conferencia de prensa en La Plata, en la que las tres patas de UxP -massistas, cristinistas y axelistas- se ubicaron junto al gobernador. Una postal de unidad insospechada a una semana de que Kicillof hubiera decidido institucionalizar su ruptura con CFK. “Nos une el espanto”, ironizó uno de los intendentes que participó del acto.
La emancipación de Kicillof
Kicillof tiene una pesadilla recurrente: la de despertarse un día y darse cuenta que se convirtió en el nuevo Alberto Fernández. Temeroso de repetir los errores del expresidente, el gobernador se emancipó de su líder y lanzó un nuevo espacio político. Un movimiento, que bautizó Derecho al Futuro, desde donde poder sentarse a negociar con Cristina. Si no de igual a igual, al menos como ente autónomo: el tercer socio de una sociedad tripartita que exige que, como tal, se le dé un lugar en la mesa de toma de negociaciones.
El lanzamiento de Derecho al Futuro fue el primer paso para posicionarse de cara a 2027, la institucionalización de una ruptura que ya se había dado de hecho. “Axel sintió que tenía que ingresar a la negociación desde un lugar más claro de músculo político. Ahora no habla más en nombre de un axelismo difuso, sino de 40 intendentes que firmaron el documento”, reflexiona un dirigente que estuvo a cargo de juntar las firmas.
El gobernador logró sumar el apoyo de la mitad de los intendentes peronistas, varios diputados nacionales y más de un centenar de organizaciones sindicales, sociales y políticas: una demostración de fuerza con base en PBA desde la cual el gobernador pretende, en un par de años, lanzarse a la aventura nacional. Se evitó sumar las adhesiones que le llegaban de otras provincias, como Chaco o La Rioja, para no profundizar la crisis con CFK. Muchos de los nombres excluidos, sin embargo, ya habían participado de la frustrada candidatura de Ricardo Quintela para el PJ Nacional. “El drama de los peronistas que odian a Cristina”, los llaman en La Cámpora.
El foco de Kicillof, de momento, está en consolidar su propio espacio en PBA. Una vez consolidado el movimiento, el próximo paso será desdoblar las elecciones bonaerenses de las nacionales. Pese a la resistencia de CFK, que insiste en encarar una estrategia unificada nacional, es cuestión de tiempo que Kicillof repita los pasos de la mayoría de los mandatarios provinciales y desdoble las elecciones locales. Primero buscará suspender las PASO, pero la decisión de adelantar las elecciones, coinciden en su entorno, es inevitable.
El gobernador pretende dividir las estrategias y hacerse cargo de la campaña y las listas de PBA: una decisión que estuvo siempre en manos de Máximo. Pretende que, entre los dirigentes del massismo y el camporismo, haya una importante presencia de los propios. La elección nacional, mientras tanto, quedaría en manos de CFK. Un acuerdo salomónico que deje a las dos partes satisfechas. O, al menos, que ninguna quede gravemente herida. “Axel y Cristina tienen que salir fortalecidos después del cierre. No puede haber uno derrotado” sostiene un referente bonaerense.
Para el cristinismo, mientras tanto, la puesta en escena de la independencia kicillofista fue un “error táctico”. Algunos con bronca, otros con sorna, los dirigentes de La Cámpora le recriminaron al gobernador elegir diferenciarse “justo” durante la peor semana de Milei. “En un momento en el que el presidente está en el ojo de la tormenta por una estafa te pones a hablar de nosotros y ellos. No era necesario”, masculla un dirigente del cristinismo que todavía le tiene cariño al gobernador.
Enderezar al PJ: el objetivo de CFK
Cuando algún dirigente va a visitarla a su oficina y le pregunta por la pelea con Kicillof, Cristina responde: “Axel siempre fue nuestro candidato a presidente”. La expresidenta asegura que el gobernador siempre fue la opción lógica para competir en 2027, por lo que no entiende por qué decidió diferenciarse. Hay, además, un detalle personal: CFK no le perdona a Kicillof no haberla apoyado públicamente cuando anunció su candidatura a presidir el PJ.
Sin embargo, el lunes, cuando encabezó la primera reunión del Consejo Nacional del PJ, CFK no mencionó el tema. Habló del criptoescándalo que salpica a los Milei, destacó la urgencia de profundizar la investigación y se mostró indignada ante el boicot del radicalismo a la creación de una comisión investigadora. El nombre del gobernador sobrevoló recién al final, en la boca de terceros, cuando se dio a conocer el listado de los dirigentes que integrarían las 34 secretarías partidarias: había muchos nombres cristinistas -como Rodra Rodríguez, Teresa García o Fernanda Ravera- pero ni uno solo que le respondiera a Kicillof.
“Para ser secretario tenés que ser consejero. Axel se declaró prescindente de la elección del PJ y por eso no tiene secretario. Fue él quien no quiso acompañar a Cristina”, recuerdan en La Cámpora, con molestia, frente a las recriminaciones. Si Kicillof no formaba parte, insistían, era porque no había querido formar parte.
El anuncio de mayor impacto, sin embargo, fue la intervención del PJ de Salta y Misiones. CFK tiene como objetivo enderezar al PJ Nacional, es decir: organizarlo de forma tal que se posicione como el principal partido de la oposición a Milei. Y, para hacerlo, no hay lugar para traidores. Ni tampoco para aquellos referentes territoriales que diluyen la potencia opositora del peronismo cerrando acuerdos locales para salvar las cuentas provinciales.
El razonamiento de CFK es sencillo: tiene que haber consecuencias para los senadores y diputados que apoyan y blindan a Milei en el Congreso. Ya sucedió con Corrientes, en donde también se decidió intervenir el partido poco después de expulsar a “Camau” Espínola, un senador que ingresó al Congreso en una boleta del Frente de Todos y terminó convirtiéndose en uno de los principales aliados del Gobierno. Ahora, le llegó el turno a Salta y Misiones, dos provincias gobernadas por mandatarios peronistas que, en el último año, le han votado gran parte de sus leyes a Milei.
La decisión cayó como un bombazo entre todos los gobernadores peronistas, que observan que detrás de la intervención está la voluntad de CFK de poner camporistas en todos los PJ locales. “El 24 de febrero, el día que Perón ganó por primera vez las elecciones, Cristina debuta en el PJ con intervenciones en dos provincias. Es una vergüenza”, cuestionó un diputado de diálogo fluído con varios de los gobernadores.
El cristinismo, sin embargo, defiende la decisión. “Hay que ordenar el PJ, es grave que el presidente de un partido le vote todas las leyes a Milei. ¿Cuestionan la intervención pero no cuestionan a los propios que votan con Milei? Está bien, votaste porque te quedaste sin obra pública y sin presupuesto, pero hay que bancarse las consecuencias”, remata un dirigente. La interna tuvo un momento de suspenso por la bravuconada de Milei, pero seguirá.
MC/MC