El primer debate entre candidatos a presidentes en Brasil, tendrá hoy a los dos grandes protagonistas de las elecciones del 2 de octubre: el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que aspira a un tercer mandato, y el actual jefe de Estado, Jair Messias Bolsonaro. El interés en la confrontación entre ambos desbordó los medios, que esperan ver quien sale campeón entre estos dos pesos pesados. En el medio, como para separarlos, estarán los otros postulantes: Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT); Simone Tebet, del Movimiento Democrático de Brasil (MDB); Felipe D´Avila (Novo) y Soraya Thronicke (Unión Brasil).
Bolsonaro demoró en aceptar el desafío. Hasta el último minuto de anoche en su comité de campaña había quien juzgara un error exponerse a una confrontación dónde corre riesgo de ser el “centro de los ataques”. Pero no ir hubiera sido un signo de “cobardía”, que le habrían refregado en el rostro hasta el cansancio, algo que el ex capitán no está dispuesto a asumir. “Voy por el todo o nada” declaró, al confirmar su presencia: el sí lo dio en el programa “Pánico” de la radio Jovem Pan, un medio que se mantiene leal a él desde sus primeros días de gobierno.
Al presidente brasileño no le asusta discutir con Lula: “No tengo ningún problema en debatir con él”. Lo que le ha preocupado estos días, y de hecho para lo que se prepara, son las embestidas en su contra de los demás postulantes: “En un clima como el actual todos van intentar aporrearme y no voy a tener tiempo para defenderme; lo que es lamentable en la disputa es el bajo nivel” admitió días atrás.
Pero no será Bolsonaro el único “castigado”. También el líder petista y ex mandatario debe sufrir ataques. Las razones son obvias: tanto uno como otro son los que tienen los votos. Es más, si hay un verdadero territorio en disputa es precisamente ese segmento importante de la clase media brasileña, aquella que se desilusionó con el fenómeno de la corrupción en los gobiernos del Partido de los Trabajadores y del bolsonarismo, que se vio inundada por las campañas “Lula ladrón” y “PT ladrón”; y que, en su momento, llegó a participar de protestas con manifestantes que desfilaban con el “Pichuleco”, un muñeco inflable vestido de presidiario con los rostros del líder petista y de la ex gobernante Dilma Rousseff.
Por eso mismo, Lula sabe que él también será blanco de los demás postulantes, especialmente de un ex ministro suyo: Ciro Gomes, que con un 6% busca obtener un porcentaje más expresivo y negociar desde un lugar de privilegio con quienes lleguen a la 2ª vuelta. Bolsonaro también mostrará sus garras, pues no le faltan argumentos como el de asustar a las clases medias con el fenómeno venezolano, que aquí es recordado por la masiva recepción de migrantes de ese país que ingresaban por Roraima. Tiene, además, en su haber algunas medidas de último momento como el aumento del estipendio para los más vulnerables, que pasó de 80 dólares (22.800 pesos) a 120 (34.300 pesos) a partir del 1º de agosto; pero que debe durar exclusivamente hasta el 31 de diciembre próximo.
Desde luego, a Lula le sobran municiones para descerrajar contra su oponente. El hambre que aflige a 33 millones de ciudadanos, para quienes el “auxilio Brasil” no alcanza para comprar comida, pagar alquileres y servicios esenciales.
Y tampoco faltan casos terribles para recordar como una de las pesadillas del primer gobierno bolsonarista, con un número de víctimas del Covid-19 de más de 650 mil y declaraciones que muestran un presidente poco comprometido con la seguridad de su población.
A favor, Lula cuenta con la “nostalgia” de la buena época vivida en sus dos primeros gobiernos (2003-2010), especialmente cuando 20 millones de brasileño dejaron la pobreza para integrarse a la clase media.
La TV Bandeirantes armó un escenario con todas las medidas de seguridad que implican tener como convidados a un ex presidente y a un mandatario en ejercicio. Ya avisó que no habrá platea; es decir, reducirán al mínimo la posibilidad de enfrentamientos entre bandos, algo que ya se había observado en el pasado, cuando la polarización no era tan manifiesta. Bolsonaro irá con dos de sus hijos, el senador Flavio y el concejal Carlos; también estará su jefe de gabinete, el ministro Ciro Nogueira y el secretario de comunicación de su comité electoral, Fabio Wajngarten.
Junto a Lula estará su vice Geraldo Alckmin, su mujer Rosángela Silva y la esposa del vice Lu Alckmin. Lo rodearán además Aloizio Mercadante, uno de los jefes de campaña, y Guilherme Boulos, coordinador en San Pablo. A los periodistas les está reservado un espacio donde deberán asistir al debate pero por TV.
EG