Entrevista

Marco Enríquez-Ominami: “Alberto normalizó la Argentina, evitó la crisis con el FMI y con los acreedores privados”

12 de diciembre de 2021 00:04 h

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Yendo y viniendo desde Chile, Marco Enríquez-Ominami concluye que para los argentinos “la autoflagelación es un deporte”. Es su forma provocativa de destacar una excepcionalidad: la estabilidad política imperante en la Argentina, dentro de una región convulsionada. A la pasada la frase le sirve para reivindicar la gestión de su amigo Alberto Fernández. Por estos días, el coordinador del Grupo de Puebla y excandidato presidencial de Chile (sacó casi 8 puntos en las elecciones del 21 de noviembre pasado) cuenta con un objetivo excluyente. ¿Cuál? que el aspirante de la izquierda, Gabriel Boric, gane el balotaje del 19 de diciembre. O mejor dicho: evitar que el derechista Antonio Kast, a quien Enríquez-Ominami define como un “Bolsonaro con sonrisa”, se convierta en el sucesor de Sebastián Piñera. 

¿Qué balance hace de la reciente reunión del Grupo de Puebla realizada en México?

Muy bueno, impactante. Hemos crecido, estuvo el gobierno de México representado. Puebla sigue creciendo y tiene nivel continental. La cumbre fue cubierta por 77 medios de comunicación. El nivel del debate fue muy alto, con la presencia de seis expresidentes.

A dos años y medio de haberse fundado como un foro de la izquierda política latinoamericana, ¿le cuesta a Puebla tener incidencia en el debate ideológico mundial?

Pensé que iba a ser más difícil. Al contrario, se mantuvo su incidencia. Se produjo un enorme crecimiento adicional. Sumamos una observadora del Vaticano. Pueblo hizo dos cosas esta vez: presentó un plan de desarrollo solidario y regional, buscando un avance en el tema vacunatorio. En Europa los países lo hicieron juntos. Mirá, en cambio, lo que pasó con África. Nuestros planteamientos han crecido y tienen densidad, mientras confrontamos con la extrema derecha que tiene planteos delirantes y vocación paranoica.

¿Ve un escenario abierto en el balotaje de Chile entre Kast y Boric?

Se está avanzando bien en la unidad de la oposición. Yo llamo a los miles de chilenos que viven en la Argentina a votar. Hay que estar en alerta, porque podemos retroceder fuerte con Kast. Kast es un adversario de la democracia, por eso hay que evitar la abstención. Chile es el único país del mundo en el que coincide una elección presidencial con una constituyente, encima presidida por una mujer indígena. Y Kast sostiene que las mujeres casadas con dos hijos tienen más derechos que las solteras. Quiere sacar a Chile de la ONU y plantea la necesidad de frenar el avance de la izquierda radical.

Salir de la ONU le parece un error, pero a la vez usted es muy crítico de organismos como la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Son cosas distintas. Y modificar una institución no es lo mismo que eliminarla. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) tiene mejores valores y cree de verdad en el diálogo y la democracia. El Grupo de Lima se quedó sin Lima y fracasó. La OEA directamente detonó. 

¿A qué otro líder regional se parece Kast?

Es un Bolsonaro con sonrisa.

¿La estrategia de Boric debería ser señalar ese peligro?

Tal cual. Estamos en un escenario abierto y soy exigente con nuestro pueblo. Es momento de propuestas, no de protestas. Y no es momento de hacer propuestas sobre el crecimiento del PRO. Se debe dirimir entre retroceder o no retroceder. 

En el lapso de dos años, Chile pasó de un clima de renovación a estar cerca de contar con un presidente filo pinochetista. ¿Qué pasó en el medio? 

Pasaron dos cosas. La Concertación (coalición de centroizquierda que gobernó Chile desde 1990 hasta el 2010) desarticuló al sindicalismo. Nunca respetó el pensamiento crítico y fomentó la desmovilización. Así nunca hubo una sociedad movilizada en Chile. Entonces no había intermediarios. Por eso algunos leen mal la protesta en Chile. El estallido no es el cemento de un planteo anticapitalista. Es contra del sistema educativo, de las Administradoras de Fondos de Pensiones. Es el cemento de la rabia.

¿Se exageró el sesgo izquierdista de las protestas?

Las marchas piden más justicia social y una nueva constitución, pero no dejar de ser una república. Yo soy un candidato que no ganó, soy el porfiado de los candidatos. A Boric le tocó el proceso de conducir hacia el balotaje. Si gana deberá crear una nueva coalición con un nuevo programa de gobierno. Ya tenemos equipos integrados y le entregamos un plan económico. Pero el que ganó es él y tiene que conducir. 

A sus 35 años, ¿Boric está preparado para ser presidente de Chile?

El elegido del pueblo es el que debe enfrentar a la extrema derecha. Y el pueblo es sabio. Boric tiene que conducir. Yo soy un votante suyo. El ganador es el que tiene que arbitrar el proceso. Pero la coalición no alcanza para gobernar. Por eso le planteé la necesidad de construir una nueva.

Usted es cineasta, militante, fue diputado y ya va por su cuarta candidatura presidencial en Chile. ¿Qué pretende para su futuro político?

Tengo 48 años y sigo siendo un animal político, un agente del cambio que no desconoce sus cicatrices. Promuevo una economía mixta y trato de tener pensamientos complejos. Soy parte de un movimiento grande: sacamos el 17 por ciento de los votos en una comuna popular equivalente a La Matanza en la Argentina. Es una fuerza popular que va a estar presente en el debate público. Tengo propuestas por decenas para hacer documentales, estoy con el Grupo de Puebla y soy un productor de contenidos, de libros, fundaciones, spots y medios de comunicación. 

Tras la ola liberal de los noventa y el ciclo progresista de los 2000, ahora hay un contexto ideológico oscilante en Latinoamérica. ¿Cómo lo lee?

Tres cosas. La alternancia en América Latina y el Caribe nunca fue aburrida, a diferencia de la europea. Además América Latina perdió millones de empleos, hubo un claro retroceso. Ahora gobernar es vacunar, es reparar el daño que dejaron los Macri y los Piñera. Y la derecha está siendo depredada por la extrema derecha. Ya no es el Partido Popular, es Vox. Ya no es Piñera, es Kast. Y ya no es Macri, es Javier Milei.

¿Qué balance hace del liderazgo moderado y dialoguista de Alberto Fernández? En parte Cristina Kirchner lo eligió por eso. Pero el Gobierno viene de perder las elecciones y la situación económica es crítica.  

Alberto es un ejemplo de integración. Es impactante el impulso que le dio a la integración. Desde México se percibe así. Todos son testigos de que Alberto es el interlocutor ideal para los actuales desafíos. El péndulo entre ser o no moderado es insuficiente para gobernar. Argentina tenía una pandemia previa a la pandemia, con 44 mil millones de dólares fugados. En ese contexto gobernar es reparar. Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia, tras la golpista de Añez, y López Obrador en México también lo están intentando.

¿Cómo interpreta las tensiones que hay dentro del Frente de Todos, entre los sectores alineados con Alberto Fernández y Cristina Kirchner? 

Hay una manipulación. Decir que Kast es normal es una manipulación. Decir que Cristina es el factótum de todo, también. No es cierto. Hay una enorme colaboración entre ambos. Además reconocer que hay problemas implica reconocer que hay dos. La vicepresidenta es más experimentada. Y Alberto es el más talentoso de los políticos. Si ese es el problema, es un problema que me gustaría tener. 

¿La manipulación ideológica de la que habla rige en todo el continente?

A Piñera se lo persigue por evasor. Es un presidente que no puede salir del país sin autorización. Hay una enorme manipulación. Los medios nos hablan de Venezuela, pero no de Colombia, que tiene zonas donde no hay Estado. Conozco bien a la Argentina y México, donde la guerra contra el narco que hizo el expresidente Calderón fue un fracaso. Hubo miles de muertos en México. Me consta que la Argentina tenía un nivel de grieta y estrés enorme que ya no está. En Bolivia el presidente no hablaba castellano. Alberto normalizó a la Argentina, evitó la crisis con el FMI y con los acreedores privados. 

Sin embargo no le fue bien en las elecciones legislativas y su figura parece desgastada.

Los argentinos son un poco como los franceses, que se la pasan rompiendo las pelotas con los impuestos que les cobran. Pero Francia es quinta potencia del mundo. Lo mismo pasa en la Argentina. Tienen educación gratuita, son una potencia parte del G20, con mucha pobreza a la vez. Se que Alberto está reparando el enorme error del FMI, con la economía creciendo al mismo tiempo.

¿Somos quejosos los argentinos?

La economía está creciendo diez puntos. Un poco la autoflagelación es un deporte en la Argentina y en Francia. Ya quisiéramos los chilenos tener una universidad gratuita de calidad como aquí. Me gustaría saber qué dirían los argentinos si les cobraran mil dólares mensuales como en Chile. 

En paralelo la pobreza supera el 40 por ciento y la inflación el 50.

Sí, lo se. Hay mucha pobreza e inflación. Por eso es importante el papel que cumple Argentina, de ser protagonista del debate sobre la integración regional, como cuando construyó un eje con México para la producción de vacunas.

¿Los grandes medios de comunicación son los responsables de la manipulación que señalaba? 

La libertad de expresión está garantizada. Lo que no está garantizado es el derecho a la información, que es un bien jurídico, tanto en Argentina, como Brasil y México. Tenemos que hacer un acuerdo para que un medio de comunicación no sea parte del sistema financiero. Y darle más volumen al sistema público de medios. El debate es muy pobre en materia de medios. En Chile los medios me preguntaron por qué insistir con la candidatura presidencial y nunca le preguntaron a Kast por qué homenajeaba al torturador de mi padre, ni por qué pensaba retirar a Chile de la ONU. Eso es manipulación. Transparentemos las cosas. A nosotros nos preguntan sobre nuestra relación con las empresas. Y por qué los periodistas no nos cuentan si tienen solo un sueldo o más de uno. Hay periodistas que asesoran y animan conferencias bancarias. El debate respecto a la transparencia llegó a las Fuerzas Armadas, la política y la justicia. El periodismo podría colaborar con un gesto.

¿La financiarización de la economía es un problema de qué magnitud para Latinoamérica?

Grande. La economía no es mera matemática. Hay un elemento moral. Es economía política. Las instituciones hacen a la economía. Es inaceptable lo que hace la extrema derecha. Insulta la inteligencia de los pueblos con su discurso. Por ejemplo Kast dice que sacando ñoquis paga el gasto social. Hace un cálculo falso tipo Vox. Yo digo que “Tontilandia” es un país que no es Chile. Kast aspira a financiar los programas sociales solo echando a los parientes de los políticos.

¿Sigue siendo asesor de Alberto Fernández?

Nunca fui asesor de Alberto. Él mismo dijo que somos amigos y yo no lo voy a desmentir. Lo adoro, es decente, una persona de valores, educado en la clase media ilustrada de la Argentina. Nadie puede desconocer que es un gigante de la integración y que su política exterior tiene impacto mundial. Macron, Merkel y Costa lo reconocieron y asumieron que se equivocaron al ser los aliados estratégicos de Piñera.

AF