Las apuestas del jefe de Gobierno porteño

Rodríguez Larreta ya arma el fixture electoral para su “mundial 2023”

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A una semana del Mundial de Qatar, Horacio Rodríguez Larreta está atento al fixture… pero electoral. El jefe de gobierno porteño ya piensa en el juego presidencial y en los posibles rivales a los que podría enfrentarse en las cada vez más cercanas elecciones 2023. En esas conjeturas ve escenarios más favorables que otros, con el desafío de tener que elegir qué ropaje adoptar según la ocasión: ¿paloma o halcón?, aunque mantiene firme su idea de armar una amplia coalición política.

En la última semana, el alcalde se aburrió de decir públicamente que “no se engancha” en la interna a la que lo arrastró Patricia Bullrich, luego del viral en el que la presidenta del PRO amenazaba a su jefe de gabinete, Felipe Miguel. Ambos precandidatos firmaron una tregua momentánea en el desayuno del martes en el hotel NH que armó Mauricio Macri. Entendieron que fue un banquinazo, porque la crisis escaló a Juntos por el Cambio, aunque en ambos lados de la vereda acusaron a su contrincante de haber filtrado el video, recogió elDiarioAR.

Según un importante dirigente opositor, en el Zoom cambiemita de esa tarde del martes la primera en tomar la palabra fue Bullrich, buscando tomar la iniciativa de la reunión que concluyó con la necesidad de fortalecer la unidad opositora y establecer algunas reglas claras de convivencia electoral. “Se dieron cuenta que la cagada se la habían mandado ellos mismos”, señaló la espada de uno de los partidos de JxC.

En la trinchera de Larreta acusaron el golpe. “Lo que pasó en estos quince días no nos sirve de nada”, tragó bronca un vocero. Pero pese a la postura de fastidio, en el universo porteño reconocieron que tener como contrincante a la intransigente “Pato” puede darles réditos políticos. Más que funcional al kirchnerismo –como la acusó Miguel–, Bullrich sería funcional al larretismo.

Fase de grupos: Bullrich/Macri/UCR

La tesis en la Ciudad es que Bullrich, con su discurso de “dura” y de que “conmigo no se jode”, le permite al PRO captar un núcleo de votantes identificados con la derecha o la extrema derecha, que el jefe de gobierno no representa: cada vez que endurece su discurso, corre riesgo de sonar impostado. Entonces, en una interna opositora, la figura de la ex ministra evitaría que ese electorado se vaya del todo a las arcas de Javier Milei, que ya en el 2021 mostró poder de fuego: sacó casi 18 puntos en Capital Federal, arrebatándole al partido amarillo la posibilidad de superar los 50 puntos, como en otras elecciones.

Celosos en mostrar números, en el entorno del “Pelado” dicen manejar encuestas que hoy lo muestran ganador “cómodo” en una primaria nacional contra Bullrich. La foto es de hoy, aclaran. Varias encuestas le dan 12 puntos, apenas uno por encima de la ex ministra dentro de una gran PASO opositora que se llevaría un tercio del total. Ese escenario también lo ven con Macri –que mantiene la incógnita de jugar un “segundo tiempo”–, porque entienden que “los votos de Patricia son los de Mauricio”. En la trinchera de la ex ministra lo reconocen de otra manera: “El problema de Patricia es Mauricio”, comentó un ladero.

En la línea de largada, el jefe de gobierno tiene la estructura y la billetera de la Ciudad para hacer una campaña por demás superior a la de la ex funcionaria, que por ahora solo cuenta con sus rimbombantes declaraciones para conseguir vidriera. El recientemente aprobado Presupuesto 2023 de la Ciudad es de 2 billones de pesos, y el diputado porteño del kirchnerismo Javier Andrade calculó que las partidas en publicidad representan unos $26 millones por día –tuvieron una suba anual de 147%, bastante más que la inflación–.

De acuerdo en que un segundo gobierno de JxC tendría que ir “a fondo” en los primeros días –Larreta dijo en la UIA, el jueves, que la luna de miel no va a ser de “cien días, sino de cien horas”–, la diferencia con el tándem Bullrich/Macri es estratégica. El jefe de gobierno sigue firme con su ecuación del 70/30 para gobernar la Argentina: cree que las reformas necesarias solo se pueden lograr con un amplio apoyo político y social, mientras la titular del PRO denuncia desde su búnker que eso implicaría “negociar con los gobernadores o los sindicatos”. Cintura ancha versus mano dura.

“Nuestras diferencias no es el qué, sino el cómo. Si de diez medidas de gobierno acordadas entre todos, queremos llevar a cabo al menos siete, necesitamos un gobierno de consenso. Es imposible hacerlo con un gobierno de pureza amarilla, como quieren Mauricio o Patricia”, son tajantes en la Ciudad. Para dejarlo en claro, Larreta esta semana se fotografió con Felipe González, el líder español que participó de los pactos de la Moncloa. Antes se había mostrado con el presidente del Partido Popular español, Alberto Núñez Feijóo, que también estuvo con Bullrich y Macri. “Horacio quiere amarillos, rojos, verdes, azules…”, colorean en Uspallata.

El rojo no es casual: representa al radicalismo, con quien Larreta coqueteó hace algunos sábados en el homenaje a Raúl Alfonsín. La foto con Gerardo Morales, que tuvo un discurso contra el “fracaso” de Macri, validó la tesis de que el alcalde buscaría una fórmula mixta con el presidente del partido centenario. El tema es si la UCR aceptaría ir de furgón de cola, aunque saben que su capital no es tanto la figura del jujeño, sino la estructura territorial de los comités. El escollo ahí sería Facundo Manes, que no quiere que haya fórmulas mixtas y compite con la idea del centrismo del jefe de gobierno; sin embargo, no maneja la botonera de la fuerza, sino que es más un “outsider”.

Cerca de Larreta también se ufanan de que habla con dirigentes de todo el espectro político. Por caso, el bloque oficialista en la Legislatura porteña lo integran desde el socialista Roy Cortina al empresario Roberto García Moritán. En sus giras por el interior, el alcalde llegó a encontrarse con el cordobés Juan Schiaretti, cultor de la avenida del medio.

Entretiempo: los “rompehielos” discursivos

Bullrich o Macri también le harían un favor a Larreta en lo discursivo. “Son como el rompehielos Irizar”, graficó un colaborador suyo, metáfora que se explica en que su narrativa tan extrema permite hacer vanguardia mediática, que luego allana el camino para que declaraciones similares del jefe de gobierno suenen más moderadas o “centristas”. 

En el equipo de campaña recuerdan como un paso en falso la vez que Larreta pidió una reforma laboral a comienzos de año y fue centro de una polémica. Hoy la situación es otra. El alcalde insistió con esa idea desde el escenario de la UIA. Levantó títulos, pero no polémica. Y desde el mismo atril dijo también que los planes sociales están “privatizados” por las organizaciones sociales. 

“Ya no es tabú hablar de eso”, comentó alguien de su confianza sobre esa lógica de aprovechar el corrimiento del límite narrativo que hacen Macri o Bullrich. El avance global de las derechas hace lo suyo. ¿Quién no recuerda al ex mandatario hace menos de un mes gritando en la presentación de su libro “Ningún progre nos puede correr, ese discurso cínico no lo banco más”

En el larretismo además entienden que si el ex presidente dice esas cosas es porque sabe que para él, que no está –aún– en la carrera electoral, no tienen costo político, o por lo menos es muy bajo. Ya tiene una imagen negativa por encima del 53 por ciento, según varias encuestas, la más alta de los opositores. En definitiva le habla a un núcleo duro para seguir fidelizándolo y que no se conviertan en libertarios.

La estrategia es aprovechada por todo el aparato Larreta: Diego Santilli –su candidato para gobernar la provincia de Buenos Aires– presentó el miércoles un proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad de 16 a 15 años. En la madre de todas las batallas competiría con Cristian Ritondo –el armador del 2023 de María Eugenia Vidal–, o los “halcones” extremos Joaquín de la Torre y Javier Iguacel.

Finales: CFK/Massa

El “Mundial ideal” para Larreta tendría, entonces, una primera etapa con una victoria interna sobre Bullrich, o Macri. Eso despejaría la duda de quién es el –nuevo– jefe del PRO. “Hoy tenemos una mesa que conduce”, dijo el alcalde hace poco sobre el liderazgo del ex mandatario. Sin embargo, le daría un lugar en un potencial desembarco larretista a la Casa Rosada.

Él mismo ex presidente elaboró la idea de que cualquier futuro gobierno debería tener “un mentor externo” a la convulsionada dinámica diaria. “Mauricio se ganó el derecho a opinar y va a estar en la mesa chica si ganamos. Es el único ex presidente del espacio, cómo no vamos a respetar su mirada”, lo valoran en la Ciudad, donde no recuerdan una intromisión del ex presidente durante los últimos siete años de gestión de su sucesor: “Tiene una forma de liderar totalmente distinta a Cristina Kirchner”.

Justamente el bolillero de CFK sería el más deseable para Larreta en una instancia de finales. Tanto como que Macri se presente a la competencia. “Aunque el más complejo, el mejor escenario sería que Mauricio y Cristina jueguen. Si les ganamos a los dos, superamos la grieta”, se envalentonó un vocero. Otra vez una idea que el jefe de gobierno apuntaló en la UIA: “Yo quiero trabajar para destruir la grieta”, le dijo a los empresarios. La ambición reconoce implícitamente que el ex mandatario forma parte de la polarización en la que está inmersa la política nacional desde hace una década. 

Ahora bien, si la vice finalmente se lanza para salvar el hundimiento del FdT, hay que ganarle. Y pese a la crisis económica, ninguna encuesta da por perdido al oficialismo de antemano, al menos en una primera vuelta. Hay una paridad entre las coaliciones en torno al 30 por ciento. “No es verdad que estamos ganando, ni que el Frente de Todos está perdido. Tranquilos no es una palabra que usamos”, abren el paraguas cerca de Larreta. 

Entre 2019 y 2021, en la categoría de diputados nacionales en provincia de Buenos Aires, el oficialismo pasó de más de 5,1 millones de votos a menos de 3,5. Juntos también perdió, pero muchos menos: casi 200 mil votos. Pese a todo, la foto final de los últimos comicios fue de paridad: Santilli sacó apenas por encima de los 40 puntos, y Victoria Tolosa Paz rozó los 39. Muchos del medio que podrían haber votado a las coaliciones principales se fueron a los extremos de derecha o izquierda. 

Por eso en el larretismo insisten en que la estrategia de buscar el centro es la adecuada, sabiendo que CFK no podría volver a jugar esa carta ganadora como hizo con Alberto Fernández. Pero el temor real de Larreta es su espejo y amigo: Sergio Massa. 

En Uspallata creen que si el ministro logra contener la inflación con su plan de ajuste, se volvería competitivo con las mismas credenciales que el alcalde. Y ya se lo vio al tigrense querer construir la ancha avenida del medio, ahora con el apoyo del kirchnerismo, guardián de un piso de votos para nada despreciable en el conurbano. Sería para Larreta, en definitiva, una final de Mundial a definir por penales.

MC