Incertidumbre en la diplomacia libertaria

La salida del embajador argentino en Uruguay acelera la reestructuración en Cancillería

La reciente corrimiento de Martín García Moritán, hasta hoy embajador argentino en Uruguay, sumó un nuevo capítulo en la lenta pero inevitable reconfiguración de Cancillería iniciada con el desplazamiento de Diana Mondino del Gobierno, en octubre pasado. ¿Purga? ¿Recambio técnico? Según el Palacio San Martín, simplemente jubilación.

“Ha sido trasladado de regreso, como establece el decreto publicado en el día de la fecha”, aseguraron a elDiarioAR fuentes cercanas al ministro de Relaciones Exteriores, Gerardo Werthein. “Es la ley”, añadieron, en referencia al límite de edad permitido para su labor: 70 años.

La salida de García Moritán, un diplomático de larga trayectoria, fue oficializada vía decreto firmado por Javier Milei. Su llegada a Montevideo había sido obra de Mondino. Y aunque presentada como parte de un “ciclo natural”, ocurre en el marco de una serie de movimientos que el canciller impulsa desde el desembarco de Werthein. Los cambios tocan a varias embajadas clave, pero no tienen la brutalidad de aquella “limpieza ideológica” que el Gobierno amagó ejecutar en las primeras semanas y que tuvo que desinflar antes de que explote.

La promesa de una auditoría para detectar “impulsores de agendas enemigas de la libertad” quedó relegada. Era una jugada peligrosa, lindante con lo ilegal, que levantó resistencia en el cuerpo diplomático de carrera y no tardó en filtrarse que podía costarle caro a la gestión. Werthein, un hombre que sabe medir el terreno, optó por un repliegue táctico. Lo de García Moritán y otros como los de embajadores en Bélgica y Sudáfrica, que también fueron reemplazados recientemente, quedó bajo la etiqueta de “transición administrativa”. Pero el mensaje está claro: los tiempos cambian, y con ellos, los nombres.

Milei todavía no decidió quién remplazará a García Moritán. Por ahora, Luis Albero cubrirá el vacío como embajador interino, pero todo indica que Alain Beraud, representante argentino ante el Mercosur, está ganando peso en el tablero, según pudo saber elDiarioAR. La relación bilateral con Uruguay promete ser un campo de tensiones. La asunción de Yamanú Orsi, en marzo, con un perfil ideológico en las antípodas de Milei, amenaza con complicar aun más los planes argentinos de empujar a la región a un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, una jugada que ya encuentra resistencias en Brasil y, probablemente, en la futura Montevideo del Frente Amplio.

El enroque de García Moritán es apenas un eslabón más en una cadena de cambios que, con la venia de los Milei, Werthein intenta conducir con precisión quirúrgica. En noviembre, la salida de Héctor Marcelo Cima, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, marcó un hito. Cima, un diplomático de carrera con credenciales en la OMC y las Naciones Unidas, presentó su renuncia tras décadas de servicio. Su partida arrastró a todo su equipo, incluyendo a los subsecretarios Gabriel Martínez y Ramiro Velloso. ¿Razones? La excusa oficial fue la “renovación de equipos”, pero detrás de esa narrativa se percibía el objetivo de ajustar las piezas para alinear la Cancillería con la visión libertaria de la nueva gestión.

Otra sede diplomática clave que se encuentra vacante es la española. Tras la salida de Roberto Bosch en diciembre, el ofrecimiento a Alejandro Alonso Sainz como embajador en Madrid se diluyó en apenas tres semanas. Conflictos gremiales del pasado, rumores de denuncias por acoso laboral y la aparición de un candidato más alineado con el ideario libertario, Alejandro Nimo, terminaron por complicar la designación.

“Menemista, mileista y anarcocapitalista”, según se define en su cuenta de X, Nimo se considera al igual que Milei discípulo de Jesús Huerta de Soto, catedrático español referenciado en la Escuela Austríaca de Economía. Pero su falta de experiencia diplomática y los antecedentes de roces entre el presidente argentino y su par español, Pedro Sánchez, complican el panorama. Por ahora, el encargado de negocios Pablo E. Virasoro se mantiene al frente de la embajada.

Entre rumores, recambios estratégicos y la sombra de una “purga” que nunca llegó, el Palacio San Martín parece haberse convertido en un tablero de ajedrez donde todos juegan a sobrevivir. Desde la cima del piso 13, Werthein diseña movimientos con un equipo reducido, tan discreto como influyente. Su abogado personal, Jorge Grispo, opera en la primera línea, mientras jóvenes cuadros y Francisco Tropepi, su hombre en la ONU, sostienen las riendas de una Cancillería dispuesta terminar con los “privilegios” de los diplomáticos.

La intención de Werthein es unificar embajadas y consulados para abaratar costos. “Cuando esté terminado el trabajo de reorganización y la nueva estructura, oportunamente va a ser publicada a través de un decreto como indica la ley”, detallaban este miércoles en el oficialismo, al tiempo que especificaron que la idea es impulsar un proceso de identificación de las oficinas que podrían cerrarse “si es que demuestran no tener utilidad”.

La necesidad de la Cancillería es elegir perfiles “pro-activos” que destaquen las potencialidades del país en el mundo, una de las líneas principales sostenidas por Karina Milei. Dentro de ese perfil se encuentra Alec Oxenford, quien ya fue anunciado como embajador en los Estados Unidos, pero cuyo pliego aún no ingresó en el Senado para ser tratado y aprobado, primero en comisión y luego en el recinto. En el Palacio San Martín esperan enviarlo en el período de sesiones extraordinarias que iniciará el próximo lunes, fecha en la que Werthein se mostrará junto a Milei en la asunción del presidente Donald Trump en Washington.

PL/MC