En el 1950 de la calle Vicente López, en una de las zonas más ricas de la Ciudad de Buenos Aires, está la sede principal del Opus Dei en la Argentina: la fachada de estilo europeo tiene unos 30 metros de frente y dos plantas. El terreno llega hasta casi la mitad de la manzana y tiene dos cuerpos: uno de ocho pisos, en el que viven sacerdotes y miembros numerarios, y otro de seis, donde funciona la residencia de numerarias auxiliares, que son el servicio doméstico de la institución. El terreno fue una donación de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en 1972, durante el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, y parte de la construcción se hizo con un subsidio por decreto del dictador Jorge Rafael Videla en 1980.
Los datos surgen de una serie de documentos oficiales del Registro de la Propiedad Inmueble y el Centro de Documentación de la Legislatura Porteña a los que accedió elDiarioAR en los últimos meses a partir de un dato que varios ex miembros del Opus Dei en la Argentina habían escuchado cuando vivían en ese edificio: “Este fue un regalo de la dictadura”.
El Opus Dei es una institución católica fundada en 1928 por el cura español y santo de la Iglesia Católica Josemaría Escrivá de Balaguer. Nació como una organización secreta y logró poder por primera vez en el franquismo. Desembarcó en la Argentina en 1950, como en casi toda Centro- y Sudamérica, y su auge comenzó en la década del 60: durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía tuvo a sus primeros miembros en la cima de los poderes político y judicial locales. En 1961, se creó la principal asociación civil de “La Obra” en el país, la Asociación para el Fomento de la Cultura (AFC), que tiene más de 30 “iniciativas apostólicas” en todo el país: residencias, casas de retiros, centros culturales y clubes. A esta asociación pertenece el edificio de Recoleta que, según estimaciones de operadores inmobiliarios, valdría al menos 15 y hasta 20 millones de dólares.
Una donación, un subsidio y varios interrogantes
El terreno ocupa casi un cuarto de la manzana que rodean las calles Vicente López, Junín, Ayacucho y Las Heras. Son 2.043 metros cuadrados que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires entregó como “donación gratuita” a la AFC por Ordenanza Municipal en agosto de 1972 y que se escrituró el 18 de mayo de 1973, una semana antes de que el dictador Alejandro Agustín Lanusse dejara el poder y asumiera Héctor J. Cámpora por mandato popular. El intendente, nombrado por el presidente, era Saturnino Montero Ruiz.
De los documentos surge que fue una “donación con cargo”, que es una transferencia gratuita de un bien bajo la condición de que se use de un modo determinado, con un objeto específico o para que allí se realicen ciertas acciones. El cargo era hacer un “centro universitario” y le ponía el plazo de empezar la construcción en un plazo no mayor a tres años y que se terminara en una década. El plazo se cumplió: en 1982 se mudaron los primeros residentes y se inauguró el “Centro Universitario de Estudios (CUDES)”. El nombre se correspondió con lo que el cargo de la donación pedía, pero no su actividad: el CUDES, un nombre y lugar que cualquier miembro del Opus Dei conoce bien, es un espacio privado al que no ingresa nadie que no sea invitado o participe de alguna actividad. En las décadas del 80 y 90 sólo entraban los miembros numerarios, que son los fieles laicos y célibes que viven dentro de residencias de la institución bajo compromisos de castidad, pobreza y obediencia. Sólo los varones, porque para las mujeres hay otras casas. Y en el Opus Dei varones y mujeres numerarios no se mezclan. Sólo en las últimas dos décadas, la dinámica de este edificio cambió: por falta de vocaciones célibes, empezaron a alojar con pensión completa y cuotas muy altas a estudiantes universitarios del interior del país. También dictan cursos de posgrado y organizan actividades de extensión.
Pero además, desde su inauguración, este edificio fue la sede de la Vicaría Regional de la organización católica para la Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, que reporta directamente a Roma. Pero no al Papa, sino al Prelado, que es la autoridad máxima de la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei. Hoy es Ferrnando Ocáriz, el tercero en la historia después del “padre” Escrivá de Balaguer, y español como todos hasta ahora. Esto podría cambiar pronto: el argentino Mariano Fazio, que hasta 2014 fue vicario regional en Buenos Aires, es hoy vicario auxiliar, es decir, segundo en la línea sucesoria.
Según el informe de dominio del Registro de la Propiedad Inmueble, la donación se formalizó por escritura pública ante el escribano Jorge E. Garrido por un monto de 695.800 pesos moneda nacional. Los que firmaron por la AFC fueron dos miembros de la comisión directiva: el escribano Hernán Ricardo Seeber, presidente, y el psiquiatra Ernesto Don, secretario.
El mismo día de la donación, pero ante el escribano Alberto I. Paz, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires había comprado el terreno al Estado Nacional por una cifra 250 veces mayor: 159.679.000 pesos moneda nacional. Otro dato aparece en el informe de dominio de este terreno: en septiembre de 1980, el dictador Jorge Rafael Videla otorgó a la AFC un subsidio de 50 millones de pesos ley -unos 26.000 dólares de entonces- para colaborar con la construcción del edificio. Para esa fecha, el cargo de la donación de la tierra estaba incumplido y vencido.
El decreto ley de Lanusse que habilitó a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires la donación del predio a la AFC se publicó en el Boletín Oficial el 18 de agosto de 1972, precedido por un mensaje de elevación del ministro del Interior Arturo Mor Roig que decía: “La institución beneficiaria cumple una vasta acción en el ejercicio de la docencia masiva, a cuyo logro se vuelca con un sentido netamente social y comunitario, llevando su acción a los grupos humanos más necesitados de ilustración mediante un proceso de orientación educacional humanista”. La Ordenanza Municipal se publicó en el Boletín Municipal dos meses después con la firma del Intendente Moreno Ruiz, el secretario de Gobierno Roberto Rame y el Secretario de Economía Jorge Adolfo Tonelli.
El abogado Pablo Suárez, miembro de la Campaña Nacional por un Estado Laico y docente universitario, explica que “la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha considerado en algunos precedentes que los actos y normas de las dictaduras carecen de la presunción de legitimidad de la que gozan los actos de los gobiernos democráticos. Y que si bien son válidos en principio, la democracia debe ratificarlos o desecharlos, explícita o implícitamente”. Sobre este caso, dice Suárez que hay algunas preguntas que se imponen: “Dado que fue una donación con cargo, el donatario adquiere un dominio imperfecto sobre el predio hasta que no cumpla con el objeto con el que se lo dieron. Entonces, ¿no podría o no debería el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dejar sin efecto la donación realizada por la dictadura de Lanusse dado el incumplimiento del cargo? ¿Existe responsabilidad de los funcionarios públicos de la democracia que no velaron por que se cumpliera? ¿Podría alegar la AFC que existió un cumplimiento tardío del cargo, pero cumplimiento al fin, y una tácita confirmación de la donación por parte de la democracia? ”Hay dos razones que podrían poner en duda esta última idea. Por un lado, en el predio nunca funcionó, ni funciona hoy, un verdadero centro universitario como el que exige el espíritu del acto administrativo que dispuso la donación: esto es un centro de estudios cuya beneficiaria fuera la comunidad. La segunda: sólo recientemente se supo que en el solar que la municipalidad donó a la AFC para que lleve su acción educativa ‘a los grupos humanos más necesitados’, funcionó en cambio un alojamiento para mujeres pobres de todo el país y la región a quienes se llevó a la capital para hacerlas trabajar como servicio doméstico sin registrar para el Opus Dei“. Para el abogado, ”esta simulación y la evidencia del incumplimiento aún actual del cargo de la donación podrían hacer repensar a la democracia la conveniencia de la revocación de esta cuestionable liberalidad de la dictadura“.
Varios días antes de publicar esta nota, elDiarioAR pidió entrevistas a la AFC y a la oficina de comunicación del Opus Dei en Buenos Aires, pero no tuvo respuesta.
La residencia de las mucamas
Al lado de la entrada principal, en el número 1954 de Vicente López, hay otra entrada al edificio. Es la de las mujeres. Ahí funciona Laya, la mayor residencia de mucamas de “la Obra” en la Argentina. “¿No sabés qué significa Laya? Buscalo en el diccionario y te vas a sorprender”, ironiza Lucía Giménez, que estuvo ahí varios de los 18 años que sirvió al Opus Dei como “numeraria auxiliar”, desde los 14 hasta los 32. Según la Real Academia Española, “laya” tiene dos acepciones: puede ser una pala grande y pesada para labrar la tierra, o puede usarse de manera despectiva para referirse a la “calidad, especie o clase” de una persona u objeto. “Para el Opus, nosotras éramos las dos cosas”, no duda Giménez.
Numeraria auxiliar es la categoría con la que se incorpora a las mujeres que sirven en el Opus Dei: un documento oficial de la institución católica describe cómo en las décadas del 70, 80 y 90 las reclutaban en el interior de las provincias: “A mí me trajeron desde Paraguay con la promesa de ir a una escuela, pero a los 15 años me pusieron a cocinarles a 20 hombres yo solita”, cuenta Giménez. Es una de las 43 ex numerarias auxiliares que este año se reunieron para reclamar por los años de trabajo sin pago ni aportes: “A nosotras nos decían que le servíamos a Dios, que nos estábamos santificando y que el Opus era nuestra familia”.
Sin respuesta de parte de “la Obra” hasta hoy, presentarán en los próximos días una denuncia formal ante el Vaticano. En marzo tuvieron una reunión con el nuncio en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk, quien les recomendó enviar una carta al papa Francisco. La enviaron en mayo y están a la espera.
En Laya viven, trabajan y rezan las mucamas. Sus tareas son cocinar, limpiar, lavar y planchar ropa, coser, poner la mesa y servir la comida. Es un edificio de seis pisos y un subsuelo, que se puede ver desde el frente y también desde Ayacucho, una de las calles laterales. Desde cualquiera de los dos puntos, se ven las ventanas “tapiadas” por placas de color amarillento: “Era para que no nos distrajéramos mirando por la ventana. Y para que no nos vieran los numerarios, ni nosotras a ellos, que estaban en el otro edificio”, cuenta otra de las ex numerarias auxiliares. También viven ahí las numerarias que las dirigen, que son las mujeres miembro de clases medias y altas.
En 1974, Escrivá de Balaguer visitó la Argentina durante tres semanas y dio charlas en el Colegio Público de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires y en el Teatro Coliseo, entre otros espacios. Quienes participaron de esos encuentros recuerdan cómo el fundador del Opus Dei y hoy santo de la Iglesia Católica agradeció en público y en privado a los supernumerarios Guillermo “el negro” Lanusse Gelly, hermano del dictador, y Rodolfo “Rolo” Lanusse Goñi, sobrino y además padre de una numeraria que aún sigue en la Obra.
Las asociaciones civiles del Opus Dei
En sus estatutos de 1950, considerados “secretos” porque fueron antes de la aprobación vaticana y el Opus Dei los niega, dice que “por sí no posee bienes inmobiliarios” aunque “acepta legados de cualquier género destinados a perseguir la finalidad del Instituto”. Y que lo hace a través de lo que llama “sociedades auxiliares”, que son las asociaciones civiles que tiene en los 68 países en los que funciona y desde la que maneja sus “iniciativas apostólicas”, como el Hospital y la Universidad Austral, los colegios, las residencias, centros culturales y clubes. Explican: “Las obras de apostolado corporativo son promovidas por fieles del Opus Dei y cooperadores, junto con otras personas, y tienen la garantía moral de la Prelatura, que se encarga de su orientación cristiana. Son iniciativas de carácter civil, sin ánimo de lucro y con una finalidad apostólica y de servicio”, informa en la página web y responde vía mail.
Sin embargo, quienes son y fueron miembros aseguran que “esas asociaciones son el Opus Dei”. El ex numerario Esteban López del Pino, que además fue vocero de la Obra en la Argentina entre 1996 y 2005, lo reconoció en una entrevista publicada en 2020 por Revista Anfibia: “Cada institución educativa ligada al Opus está ligada a una asociación civil o fundación, que son aquellas a las que se realizan las donaciones. Pero es el departamento legal del Opus Dei el que lleva el control de los papeles”.
Cada asociación civil tiene su propia comisión directiva y administración, integrada por miembros numerarios y supernumerarios. Hoy, según informa en la página web la AFC, el presidente es el abogado Patricio Petersen, que comparte estudio con otro miembro de la comisión directiva de la Asociación: Juan Miguel Trusso, nombrado revisor de cuentas suplente, es el hijo del exembajador menemista ante la Santa Sede Francisco Trusso. Su nombre fue noticia en 1999 por la presunta quiebra fraudulenta del Banco de Crédito Provincial (BCP) en un escándalo con créditos simulados cuyos fondos se desviaban y que dejó miles de estafados y a la cúpula de la Iglesia Católica argentina involucrada: primero fueron detenidos sus hermanos Francisco y Pablo, directivos del Banco, y luego fue detenido Juan Miguel, abogado, junto a monseñor Roberto Toledo, que había sido secretario y mano derecha del arzobispo de Buenos Aires Antonio Quarracino. Los acusaron de simular un crédito de 10 millones de dólares para el Arzobispado con la firma falsificada del arzobispo. Antes de ser papa, Jorge Bergoglio se involucró para limpiar el nombre del ya fallecido Quarracino. La causa del BCP llegó a juicio oral y Francisco Trusso fue condenado a 8 años y a pagar indemnizaciones millonarias. El vínculo con la Iglesia quedó claro cuando el exbanquero recuperó la libertad después de que el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, se presentara como garante de su fianza.
El edificio que le donó la dictadura de Lanusse al Opus Dei es sólo una de la veintena que esta asociación posee en la Ciudad de Buenos Aires, otro en la misma manzana sobre la calle Ayacucho, y del más de un centenar de grandes propiedades -edificios, casas de retiros, un campus universitario y un hospital, escuelas y tierras que el Opus Dei posee a través de al menos 17 asociaciones civiles en la Argentina.