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Aún no se sabe por qué la cepa británica del COVID-19 podría ser más letal

Una enfermera de Atención Primaria del área sanitaria prepara la segunda dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech

Sarah Boseley

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Aquellos que en las últimas semanas se habían sentido reconfortados con la teoría evolutiva de los virus, según la cual las mutaciones que los hacen más contagiosos también los vuelven menos letales, pueden estar reflexionando ahora con la noticia de la variante originada en Kent: no sólo se propaga con más facilidad, sino que también podría matar a más gente.

Durante la rueda de prensa en Downing Street, el consejero científico jefe del gobierno británico, sir Patrick Vallance, dijo que en personas mayores de 60 años con la nueva variante, el número de muertes por cada 1000 casos de COVID-19 podría ser de 13 o 14, en lugar de los 10 fallecimientos cada 1000 casos que se habían registrado hasta ahora. Los motivos de esta mayor letalidad aún no han sido aclarados.

La teoría del equilibrio entre letalidad y facilidad de contagio se basa en la forma que tienen los virus de sobrevivir: si son demasiado letales, matan a sus huéspedes. Por eso cuando un virus empieza a propagarse más, la letalidad es menor. Si no fuera así, no quedaría nadie a quien contagiar.

El SARS-CoV-2 tiene una forma de evitar este problema y es contagiar a las personas antes de que sepan que están enfermas. Cualquier portador del virus puede andar por ahí sintiéndose perfectamente bien y contagiando a los demás. La transmisión a otras personas ya se ha producido cuando finalmente ingresa al hospital y está luchando por su vida conectado a un respirador.

Según el profesor Deenan Pillay, virólogo del University College London, “el hecho de que la gente muera es casi como un efecto secundario”.

Una razón que podría explicar lo que está ocurriendo es que la mayor facilidad de contagio observada en el virus se deba a una mayor carga viral, es decir, que la gente tenga más virus en su sistema respiratorio. “Si ese es el mecanismo, es de suponer que al tener más virus replicándose habría una correlación con un agravamiento de la enfermedad”, explicó Pillay. También dijo que hasta ahora no se había documentado que fuera eso lo que estaba ocurriendo.

Vallance no cree que sea atribuible a una mayor carga viral. En su opinión, es posible que la nueva variante se una de manera más firme al receptor y se introduzca más fácilmente en las células o crezca con menos dificultades en cierto tipo de células.

Está claro que queda mucho trabajo por hacer antes de obtener respuestas fiables y es posible que aún no haya suficiente información. Pillay explicó que los resultados obtenidos procedían de pruebas hechas a personas en la comunidad. No se trata de personas en el hospital con la enfermedad en estado grave, por lo que el tamaño de la muestra de los que fallecen es menor.

Sin duda, este descubrimiento va a hacer que otros países cierren las puertas a las personas que quieran viajar desde el Reino Unido. Según Pillay, eso es lo que hay que hacer. El control de fronteras ha funcionado bien en muchos lugares, como Australia y Nueva Zelanda.

En los hechos, lo que esto significa es que debemos poner en práctica todas las medidas que ya conocemos para controlar al virus. No hay ningún mecanismo nuevo para enfrentarlo. Lo que el aumento de la letalidad implica es que tenemos que esforzarnos aún más para no contagiarnos. Pillay señala que las primeras medidas de confinamiento fueron más restrictivas y respetadas que las actuales. Para empezar, ahora hay más movilidad. 

La noticia pone más peso en las esperanzas en la vacunación masiva como forma de librarnos de nuestros apuros, aunque hasta esas esperanzas parecen ahora más inciertas. Se ha sugerido que las vacunas que estamos usando ahora podrían ser menos eficaces con las variantes encontradas originalmente en Sudáfrica y en Brasil.

El periódico The Daily Mail publicó unas observaciones que aparentemente fueron hechas por el secretario de Salud, Matt Hancock, durante un seminario web para agentes de viaje. Dijo que había “pruebas de dominio público” de que la variante sudafricana reducía la eficacia de la vacuna en “aproximadamente un 50%”. Aunque a continuación añadió: “No estamos seguros de estos datos, así que no lo diría en público”.

La buena noticia es que los fabricantes de vacunas han afirmado sistemáticamente que pueden modificar las vacunas para enfrentar a las variantes, y hay indicios de que en este mismo momento están estudiando si pueden hacerlo y cómo.

Traducido por Francisco de Zárate.

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