Por lo general, las películas que tienen cierto anclaje en hechos reales se hacen una vez que el personaje principal ya es famoso o bien cuando el suceso en cuestión ya sucedió. Las biopics, tan en boga en estos tiempos, lo demuestran con claridad. Curioso es el caso de “Pelotas en juego”, el largometraje de Fox protagonizado por Ben Stiller en 2004, que actuó en sentido inverso: llevó a la fama a nivel mundial al dodgeball, el clásico quemado que probablemente todos jugaron alguna vez en el colegio, pero hecho deporte.
De Hollywood a Parque Chas
“El dodgeball nació como deporte universitario en los años ‘60 en los Estados Unidos y después de la película se empezó a practicar a una escala tan grande que creció y creció y nunca paró. En Argentina queremos empezar a implementarlo de a poco en el currículo escolar, vamos a organizar la Copa América 2023 y queremos organizar el Mundial 2026. Nuestra selección femenina está séptima en el ranking mundial y la masculina, décima”.
Quien brinda su testimonio a elDiarioAR es Diego Bertola y, si bien por las estadísticas y los proyectos que menciona pareciera estar hablando de fútbol, tenis u otro de los deportes más conocidos, no es así. Está haciendo referencia a lo que más sabe, dodgeball: es el vicepresidente para Latinoamérica de la Federación Mundial y presidente de la Asociación Argentina de Dodgeball y del club Viejos Muchachos de Newell’s de Parque Chas (donde nació la disciplina en el país).
Todo comenzó en 2016 cuando Norberto Tavella, por entonces integrante de la comisión directiva del club porteño, cursaba una materia de deportes no convencionales del profesorado de educación física. En ese contexto, llevó la idea de practicar la disciplina, que todavía no había llegado a Latinoamérica, a pesar de que ya había cobrado notoriedad en casi todo el mundo a raíz del entretenido largometraje “Pelotas en juego” (Fox), en el que White Goodman (Ben Stiller) y Peter La Fleur (Vince Vaughn) dirimen sus diferencias personales en un campeonato de dodgeball en Las Vegas.
Bertola, curioso y apasionado del deporte, se puso en campaña: tradujeron el reglamento, se contactaron con el presidente de la Federación Mundial (que les dio una mano con algunas pelotas y logística), ingresaron al organismo como miembros provisorios y empezaron a enseñarlo en el club. Con el correr de los años comenzó a expandirse por el AMBA y cobró gran popularidad en provincias como Córdoba, La Rioja y Catamarca.
En cuanto a las reglas, es bastante parecido al quemado, aunque Bertola hace una aclaración: “El quemado es un juego, donde las reglas se ponen y se sacan dependiendo de la conveniencia de los participantes; mientras que el dodgeball es un deporte, que tiene reglas establecidas que se deben respetar siempre”. Las mismas indican que lo único que se necesita para jugar son seis pelotas (pueden ser de goma espuma o de tela), una cancha de 9x18 y seis jugadores por equipo. El objetivo del juego es eliminar a todos los jugadores del equipo contrario, ya sea golpeándolos con las pelotas o atrapando sus lanzamientos.
El deporte de la inclusión
Los directivos de Dodgeball Argentina buscan que la disciplina se popularice en todo el país a través de un proyecto integrador. Se trata de un propósito que atraviesa de manera transversal la cuestión técnica del juego, las aptitudes físicas de los participantes, los vínculos sociales y las posibilidades económicas.
“Lo primero que hace que este deporte sea el deporte de la inclusión es la edad. Se puede arrancar a entrenar cuando quieras, pero recién a los 16 años los chicos empiezan a competir en los torneos. Lo hacemos para que los padres no vayan a gritarles como en el fútbol; queremos que se diviertan”, explica Bertola.
Luego, está la parte física. En un mismo equipo hay corredores, lanzadores, esquivadores y catchers, que son los especialistas en atajar pelotas para “quemar” a los rivales. Todos son importantes para el juego y dependiendo de la posición que ocupen pueden tener características físicas distintas. “Este deporte tiene tantas variantes que seguro te podés desarrollar en alguna posición. Y si no lo lográs, alguien te va a ayudar. Al contrario de lo que sucede en los deportes más populares, no conozco a nadie que haya dicho ‘voy a dejar el dodgeball, soy malo para esto’”, afirma Gastón Torales, jugador de Lanús.
A partir de este año, se sumará a los mundiales la categoría mixta, en la que no es necesario que cada equipo tenga mitad de jugadores masculinos y mitad de jugadoras femeninas, sino que el número es indistinto. En este aspecto, la Argentina es pionera: desde un principio se practicó el deporte de esta manera en el país. Un detalle que no pasó desapercibido para Ayelén Anile, estudiante de 23 años del profesorado de educación física y capitana de la Selección femenina de dodgeball, que encontró en esta disciplina la mejor vía para explotar sus aptitudes para los deportes.
¿Cómo te interesaste en el dodgeball?
Un compañero del profesorado me vio que estaba lanzando una pelota de rugby a través de una cancha de básquet y notó que tenía un brazo potente. Se acercó a hablarme de dodgeball, unos días después lo probé y nunca dejé de jugar. Fue maravilloso. Lo que me pasaba es que cuando jugaba al quemado o al handball en las clases de educación física del secundario, la profesora no me dejaba lanzar porque mis compañeras se quejaban de que tiraba muy fuerte.
En lugar de impulsar tus habilidades, te “cortó las alas”.
Claro, eso generó mucha frustración en mí, pero me llevó a querer ser una buena profesora de educación física. Hay que potenciar lo bueno, y el dodgeball tiene mucho de eso: cuando empecé a jugar, en lugar de decirme que deje de tirar, me decían “tirá más fuerte”. Normalmente el comentario que me hacen es “lanzás como un hombre”, y yo digo: “No, lanzo como una mujer que tiene fuerza”. Suena creído, pero no me comparo con los hombres porque soy mejor que muchos.
¿Por qué le recomendarías a una chica que empiece a entrenar dodgeball?
No solo se lo recomendaría a una chica, sino a cualquier persona porque es el deporte más divertido, inclusivo y amistoso que podés encontrar. Cuando algo no te esté saliendo se va a acercar un compañero y te va a dar una mano porque todos queremos mejorar. En muchos deportes hay sabotaje o riñas, pero acá eso no existe: el objetivo siempre es apuntar para adelante y crecer, porque si crecen los jugadores, crece el deporte, que es el objetivo.
“Los raros también existimos”
Con la mirada puesta en lograr que el dodgeball llegue cada vez a más personas, los clubes cobran una cuota social mínima para pagarles a los profesores y abonar la cancha, en caso de que no consigan alguna prestada. Y si algún jugador no puede pagar, se hace una excepción con tal de que siga entrenando. Esto permitió que, al contrario de lo que sucede en otros deportes, muchos chicos que viven en barrios carenciados lleguen a lo más alto: la Selección de dodgeball llegó a tener entre sus integrantes a tres jóvenes provenientes de la villa 1-11-14.
Para los adultos, el dodgeball también se presenta como una opción apta para todos. El vínculo de Gastón Carabajal, trabajador metalúrgico de 31 años, con este deporte comenzó de casualidad. Por recomendación de un vecino llevó a su hija, Luna, a jugar al club Burzaco y, como faltaba un jugador para el equipo de adultos, se sumó. Desde ese día, esquivar pelotas y “quemar” rivales es su pasión.
“Como no nos alcanza para pagar la cancha conseguimos una prestada, pero, obviamente, nos la dan cuando hay un horario disponible, no cuando queremos. Entonces nos tenemos que adaptar a los horarios que nos brindan. Además, si tengo la posibilidad de hacer horas extra en mi trabajo, priorizo el laburo por sobre el deporte, al igual que muchos de mis compañeros”, se sincera Carabajal sobre los obstáculos que tienen que sortear los jugadores de dodgeball.
“La vamos piloteando, pero cuesta mucho. Por ejemplo, arrancamos con unas pelotas de segunda que conseguimos a un precio accesible, hasta que no aguantaron más. Después, por medio de rifas, pudimos comprar otras mejores”, cuenta.
La lucha por obtener algún tipo de ayuda estatal para mejorar las condiciones de entrenamiento de los jugadores y poder viajar a los mundiales (el próximo será en Edmonton, Canadá, en agosto) es un dolor de cabeza para los dirigentes de este deporte. Bertola asegura que “tanto de la Ciudad como de la Nación hay un abandono notable” y Torales agrega que, por ese motivo, buscan “federalizar” la disciplina para que los clubes de todas las provincias consigan los fondos y la Selección dispute el torneo más importante.
Bertola se enorgullece por el crecimiento que ha tenido el dodgeball en los últimos años, pero se lamenta porque, en soledad, las posibilidades de progreso son irrisorias: “En el mundial del 2019 tuvimos a DiDi como sponsor, que nos dio un canon que alcanzó para dos o tres pasajes, y el resto lo tuvimos que pagar nosotros. Sin embargo, para el mundial que viene va a ser muy difícil que vayamos porque nos sacaron hasta los pasajes en cuotas. Estamos haciendo todo lo posible: organizamos rifas con las peñas y la Selección se está poniendo a punto, pero nos tenemos que pagar hasta las remeras. Necesitamos que la ayuda sea más equitativa para todos los deportes, no solo para los conocidos. Los raros también existimos”.
Redes sociales para contactarse y colaborar con Dodgeball Argentina: dodgeball.ar: Instagram y Facebook.
PR