ÍCONO PORTEÑO

Estadio Luna Park: de las peleas de Monzón al casamiento de Maradona

Si las paredes del Luna Park hablaran, contarían relatos de lucha, amor, gloria y controversia. Desde el rugir de los guantes de boxeadores como Carlos Monzón, este emblemático estadio alberga historias que marcaron la identidad porteña. En sus gradas se vivieron noches de tango, patinaje sobre hielo, y hasta un polémico acto nazi que reunió a una multitud en plena década del '30. También fue el escenario donde la política y el espectáculo se entrelazaron, y donde el amor de uno de los personajes más grandes de Argentina se selló ante miles de ojos. 

El Luna Park nació gracias a la visión de José “Pepe” Lectoure e Ismael Pace. En los años 30, Lectoure, exboxeador, y Pace, precursor de eventos deportivos, organizaban peleas en distintos puntos de Buenos Aires. Así nació el primer Luna Park, en Corrientes 1066, lugar que debieron mudar cuando se inició la construcción de la Avenida 9 de Julio. Su ambición los llevó a primero alquilar y luego adquirir el terreno baldío del ferrocarril en la intersección de Corrientes y Bouchard. Allí construyeron el estadio definitivo.

El diseño del edificio representaba la modernidad de la época. Transcurridos los primeros años del siglo XX, voluntades modernizantes operaron en el tejido de la Ciudad de Buenos Aires intentando convertirla en una metrópolis occidental moderna. En este marco, Corrientes fue un epicentro neurálgico de este tipo de transformaciones: absorbió programas como teatros (Teatro Gran Rex, 1937; el Broadway, 1930), el Correo Central (1928), el Edificio SAFICO (1934) para uso de rentas, o el Comega (1933) con oficinas y comercios. El Estadio Luna Park, en este contexto, fue el remate de este eje.

Construido con hormigón armado, hierro y madera, el llamado “Palacio de los Deportes” tenía capacidad para más de 8.000 personas y se convirtió rápidamente en un punto de referencia cultural. Con su inauguración el 5 de marzo de 1932, el emblemático edificio es claro ejemplo de una arquitectura “de borde”, inspirado en íconos internacionales como el Madison Square Garden de Nueva York y el Palais des Sports de París.

De acuerdo a la información que brinda Moderna Buenos Aires, el estadio se construyó por etapas, según la capacidad económica de sus propietarios. A lo largo de los años ha ido contando con numerosas remodelaciones adecuándose tanto a los cambios de programa como a las nuevas necesidades de confort, llegando a ser el estadio techado más grande de Latinoamérica. Sus estapas de remodelación, según Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad, fueron las siguientes:

  • Entre 1912 y 1931 correspondiente con su deambular, no tenía instalaciones fijas.
  • Entre 1931 y 1951 la etapa del asentamiento y construcción del estadio.
  • Entre 1951 y 1987 se realizaron mejoras en pos del confort y a partir de 1987 se produjo su transformación como sala de espectáculos.

Deporte y espectáculo: los pilares del Luna

El boxeo fue la primera pasión del Luna Park. Grandes figuras como Pascual Pérez, Carlos Monzón, Nicolino Locche y Ringo Bonavena protagonizaron combates inolvidables. En su ring se disputaron más de 23 títulos mundiales, consolidándolo como un ícono del deporte. El básquet también tuvo su momento de gloria. En 1950, Argentina ganó el primer Campeonato Mundial de Básquet en este estadio.

Con el tiempo, el Luna Park diversificó su programación: bailes de carnaval, patinaje sobre hielo con Holiday on Ice y el inolvidable circo de Moscú marcaron a varias generaciones. Frank Sinatra, Tony Bennett y Luciano Pavarotti fueron algunos de los artistas internacionales que actuaron allí. También brillaron figuras locales como Mercedes Sosa, Sandro y Charly García. También fue el lugar en el que Sui Generis dio el último recital. Mientras que en el sector del ring, junto a un gran crucifijo de plata, se velarían en 1936 los restos de Carlos Cardel.

Un espacio de encuentro político y social

El Luna Park fue escenario de importantes eventos políticos y sociales: mítines multitudinarios de todos los partidos reflejaron las tensiones y esperanzas de diferentes épocas. En sus butacas, el 22 de enero de 1944, Juan Domingo Perón conoció a Eva Duarte durante un festival benéfico tras un devastador terremoto de San Juan. Dijo Evita sobre aquel día: “En aquel momento sentí que su grito y su camino era mi propio grito y mi propio camino. Me puse a su lado. Quizás eso le llamó la atención; cuando pudo escucharme atiné a decirle con mi mejor palabra: Si es como usted dice, la causa del pueblo su propia causa, por muy lejos que haya que ir con el sacrificio, no dejaré de estar a su lado hasta desfallecer”.

No todo en la historia del Luna Park es motivo de orgullo. El 10 de abril de 1938 albergó un acto nazi al que acudieron más de 15 mil espectadores, en lo que se considera la mayor demostración del nazismo fuera de Alemania, según la información del Archivo General de la Nación argentina. Entre banderas argentinas, alemanas y numerosas esvásticas, ese día se festejó la anexión de Austria al Tercer Reich y la consolidación del régimen de Hitler.

A partir de 1987, el estadio dejó de enfocarse en los deportes y priorizó los espectáculos artísticos. Esta transición no significó una pérdida, sino una adaptación a los nuevos tiempos. Obras de teatro, óperas y conciertos comenzaron a formar parte de su programación habitual. Incluso albergó eventos tan únicos como la extravagante fiesta de casamiento de Diego Maradona y Claudia Villafañe el 7 de noviembre de 1989.

En 2007, el Luna Park fue declarado Monumento Histórico Nacional, un reconocimiento a su valor como testigo de momentos clave en la historia argentina. El estadio, ubicado estratégicamente entre la Avenida Corrientes y el Bajo, transformó su entorno desde sus inicios. Atrajo multitudes al centro porteño, impulsando el desarrollo de bares, restaurantes y hoteles en la zona. Hoy sigue siendo un punto de referencia para locales y turistas, que lo ven como un símbolo de la identidad porteña. “El Luna” permanece como un puente entre el pasado y el futuro. Un estadio que late al ritmo de Buenos Aires.

AB/MG