“Las calles son nuestras”, se escuchó desde el escenario ubicado en la Avenida Entre Ríos, delante del Congreso. Fue el cierre de la lectura del documento de Ni Una Menos, la novena movilización, la primera del gobierno de Javier Milei. El movimiento feminista salió por segunda vez a la calle desde que el gobierno libertario está en el poder (la primera fue el 8M) en un marco de pérdida de derechos.
Salió a la calle a pesar del miedo. “Me hubiera gustado que sea más masiva, pero estamos ante un gobierno que mete miedo”, dijo Elizabeth, de 45 años, que viajó desde el sur del conurbano bonaerense. A su lado, una nena lleva un cartel verde: “No voy a crecer con miedo”. Es la hija de Elizabeth, que también estuvo hoy en la marcha. A su lado está su hermano, que tiene nueve años y que participó del primer Ni Una Menos mientras estaba en la panza de su madre. “Es difícil moverse por el precio del transporte, siento que mucha gente no pudo venir no porque no quiso sino porque no tiene los recursos económicos. Tengo varias compañeras que venían siempre, pero hoy no por el transporte, venir de provincia a Capital no es nada fácil. Además, estamos con un gobierno que impone miedo, pero estamos poniendo el cuerpo en la calle, creo que vamos a resistir a todo”, contó Elizabeth.
En el documento, que se leyó alrededor de las seis de la tarde, se hizo hincapié en el creciente clima de odio y de violencia económica. “No es libertad, es violencia patriarcal. La masacre de Barracas fue lesbicidio. Con hambre, odio y racismo colonial no hay Ni Una Menos”. Este año la marcha estuvo impregnada por los asesinatos de Pamela Fabiana Cobbas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante por los que está detenido Justo Barrientos, un vecino del hotel de 67 años.
“Estoy para repudiar el lesbicidio de Barracas. No es libertad, es odio”, dice Alma Fernández, una de las impulsoras de la Ley de Cupo laboral travesti - trans. “Estoy por las que ya no están, las que están, pero sobre todo por las que vendrán. El odio que percibo es no poder estar en las agendas emocionales del país, del Estado, de las políticas públicas, de la falta de cupo trans en todos los sentidos. Estoy por la intención de las personas travestis y trans de construir un proyecto de vida’, intencionó.
Desde la organización también resaltaron el clima de violencia hacia las diversidades sexuales: “Los discursos y actos de odio promovidos desde el gobierno y sus seguidores son responsables de que los ataques hacia la comunidad LGBTIQ+ se hayan incrementado alcanzando su peor expresión”. Además, criticaron el accionar del “poder judicial misógino” y denunciaron el cerco mediático.
Una fila de efectivos de la Policía Federal se extendió sobre la calle Hipólito Yrigoyen, frente a ellos un cordón de seguridad hecho por madres y maestras que se interpusieron a las estudiantes secundarias. Carmela tiene 16 años y llegó con sus compañeras de la Escuela Superior Jorge Donn. “Venimos a tratar de apoyar la historia y aportar un granito de arena para marcarla”, contó. “Venimos a bancarla, a que no muera la lucha histórica que hubo, que fue terrible. Igual noto en la gente que está con mucho más miedo, hay temor en las calles”, agregó. La lucha por defender la historia, el granito de arena que quiere aportar Carmela tiene que ver con el ataque del gobierno de Milei a las políticas con perspectiva de género. Solo 7 de las 43 principales políticas de cuidados se mantienen vigentes. “ La violencia económica es violencia”, denunciaron en el texto. “Ver como la policía está alrededor, demostrando la violencia que tanto nos marcan día a día. Esa violencia que también se ve en casa, en la comida, en las necesidades que van creciendo”, contó Cynthia, militante de 35 años del Movimiento de Trabajadores Excluidos.
En la calle a pesar del miedo. La idea se repitió en las entrevistas, brotó espontáneamente. “Este año todo es diferente. Hay miedo de salir a la calle a luchar. El miedo por el sistema en el que están trabajando de represión continúa. Hay miedo de perder cosas que habíamos ganado en la calle”, comentó Carmen Gauna de 50 años, docente de Avellaneda. Para ella la calle es lo común, así se lo inculcaron sus padres. “Yo creo que los derechos se ganan en la calle y más ahora, estamos en una situación crítica, la gente la pasa mal, trabajamos en un comedor de barrio y se siente mucho el hambre. Tenemos que luchar para revertirlo”, explicó.
Y en ese salir a la calle, en poner el cuerpo, el recuerdo a Nora Cortiñas, la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo que murió el 30 de mayo a los 94 años. “Norita, corazón, acá tenés las pibas para la revolución. Venceremos”, se leyó en un cartel violeta que cubría el carrito de una vendedora. “Nora Cortiñas Presente”, la frase se repitió a lo largo de la tarde.
“Frente al odio y la crueldad de este Gobierno, nosotres seguimos organizades, tejiendo redes que nos sostienen”, dice el documento. En la calle, Elizabeth, con su hija y su hijo al lado, sentenció: “Ellos saben que tienen una madre que siempre estuvo y que va a seguir estando acá, por mí, pero más que nada por ellos”.
CDB/FB/MG