No se inventó, al menos todavía, una olla en la que pueda caber toda el agua de los océanos, que cubren el 72% de la superficie del planeta. Tampoco existe como tal una hornalla que sea capaz de calentar tanto líquido. Sin embargo, afirman distintos expertos nacionales e internacionales, las aguas oceánicas, que abarcan un área tan inmensa de 360.132.000 de kilómetros cuadrados, hierven a fuego sostenido como consecuencia, y nunca tan justo el término, del calentamiento global.
“Que el agua de los océanos aumente tanto de temperatura demuestra, claramente, que está llegando al límite de las posibilidades de absorber el calor que estamos generando, por ejemplo, con la quema de combustible fósiles y por los gases del efecto invernadero”, explicó a elDiarioAR Milko Schvartzman, coordinador de proyectos Océanos y Pesca del Círculo de Políticas Ambientales.
Los meses de junio, julio y agosto fueron los más calientes para los océanos, con temperaturas que subieron a un ritmo constante quebrando récords casi a diario. Lo había advertido el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, cuando afirmó que la era del calentamiento global había terminado para dar paso a un periodo de ebullición mundial. “El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es sólo el principio. La era del calentamiento global ha terminado, ahora es el momento de la era de la ebullición global”, advirtió el líder de la ONU.
La industria del petróleo, por ejemplo, dedicó miles de millones de dólares durante muchos años a financiar campañas de desinformación y negacionismo del cambio climático
En el Estado de Florida, en Estados Unidos, las temperaturas de la superficie marina alcanzaron durante agosto los 38,4 grados centígrados cuando normalmente deberían estar entre 23 y 31 grados. La marca solo es comparable con el agua de un jacuzzi. “Parece como si los mares del mundo tuvieran fiebre”, publicó en una nota la revista National Geographic. A eso se suma que la frecuencia de las olas de calor marino se duplicó entre 1982 y 2016 y se volvieron más intensas y largas desde los 80, advirtió el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
El calentamiento de las aguas también hace subir el nivel del mar, porque a medida que los océanos se calientan, se expanden. También las masas de hielo de los polos se están derritiendo rápidamente y es probable, según los expertos, que superen a la expansión del agua impulsada por el calor como principal contribución.
La ebullición global, explicó Guterres en su momento, implica que la crisis ambiental que vive el planeta alcanzó “un punto crítico” que causa eventos ambientales extremos, cambios drásticos en el clima, el aumento de la temperatura de los océanos y el derretimiento acelerado de los hielos polares. “Todo esto es totalmente consistente con las predicciones y advertencias repetidas. La única sorpresa es la velocidad del cambio”, agregó el secretario general de la ONU el 31 de julio pasado.
Cinco días después de esa advertencia, el mundo conoció la noticia de que los océanos habían alcanzado la temperatura más alta jamás registrada. ¿La causa? La absorción del calor producido por las emisiones de gases tipo invernadero. El 4 de agosto pasado la temperatura promedio de la superficie marina batió el récord de 2016, al alcanzar los 20,9 grados centígrados, un registro muy por encima del promedio para esta época del año.
La temperatura del agua se siente como si fuera calentada por un calefón o un termotanque, graficó en un informe la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Un reporte del Servicio de Cambio Climático Copernicus explicó que un nivel de aumento de la temperatura como el registrado en agosto debió haberse sentido recién en marzo.
Los océanos, indicó Schvartzman, no solo regulan el clima global, sino que generan más de la mitad del oxígeno que respira la humanidad, proveen alimentos, medicinas y resultan una de las opciones recreativas y turísticas más atractivas.
–¿Qué consecuencias específicas puede ocasionar este calentamiento de la temperatura de los océanos?
–Va a generar cambios en los ciclos climáticos del planeta, porque provocará una mayor evaporación del agua, más lluvias y tormentas extremas como huracanes y ciclones. Se ha comprobado que en las últimas décadas ha aumentado la intensidad y la frecuencia de los fenómenos climáticos externos como, por ejemplo, las tormentas tropicales. Tuvimos a mediados de agosto el primer aviso de alerta de la historia por un huracán en las costas de California, una región de Estados Unidos que nunca había vivido un hecho así. Las situaciones climáticas extremas se van a ver intensificadas y amplificadas por este aumento de temperatura del océano. Además, los océanos están cambiando su composición química. Se vuelven más ácidos y menos alcalinos por la absorción extraordinaria de gases y de dióxido de carbono. Pero, a su vez, el aumento de temperatura de los océanos tiene otros impactos como, por ejemplo, que muchas especies cambian sus rutas migratorias en busca de corrientes más frías o que otras, que no pueden movilizarse porque viven en el fondo, se extingan. Esta situación será terrible porque traerá consecuencias sobre los recursos alimentarios.
Esto es solo comparable a las consecuencias del impacto del meteorito que extinguió al 80% de la vida del planeta hace unos 60 millones de años. Solo que esta extinción, sin dudas, está ocurriendo por la acción del hombre
–El incremento de la temperatura se registró, especialmente, en los océanos Atlántico Norte y Pacífico. ¿También puede darse en el Atlántico Sur?
–En el último tiempo se han hecho estudios acerca del aumento de la temperatura en el Atlántico Sur que han demostrado un incremento. No estamos aislados de este fenómeno, sino que, simplemente, aún no se batieron los récords de magnitudes como los ocurridos este año en el Atlántico Norte y en el Pacífico. Por ejemplo, en este último océanos la corriente ecuatorial del Niño fue este año casi un grado más cálida que en 2022, lo cual es una barbaridad.
–¿Qué medidas pueden tomar los gobiernos y en cuánto tiempo para reducir la temperatura de los océanos?
– La principal medida es reducir la quema de combustibles fósiles, su extracción y exploración. En Argentina, por citar nuestro caso, está subsidiada la extracción de combustibles fósiles, algo completamente irracional y que debe detenerse. No se puede subsidiar más la destrucción del planeta. No hay que gastar más dinero en explorar nuevos pozos petroleros o de gas o seguir extrayendo carbón, uno de los combustibles que más daña el planeta, sino que hay que dedicar esos fondos y promover la utilización de fuentes de energía limpias que no generen ni aumenten más la temperatura del planeta y de los océanos. Lamentablemente eso no está ocurriendo y estamos yendo hacia un precipicio a toda velocidad. En la actualidad es más barato obtener energía de energías limpias, que no colaboran con el cambio climático. Sin embargo, estamos subsidiando y pagando con nuestros impuestos una actividad que significa, literalmente, prender fuego el planeta.
–Da la sensación de que ya pasamos de una etapa de advertencias a sufrir directamente las consecuencias del cambio climático. ¿Por qué considera que no se toman medidas más urgentes al respecto? ¿Falla algo de la comunicación de este fenómeno?
–Las mediciones que experimentamos nos muestran que estamos sufriendo de lleno las consecuencias del cambio climático. Si bien todavía no volcamos, nuestro auto transita por la banquina y aumentan las chances de que nos estrellemos. En cuanto a por qué no se toman medidas más urgentes, debo responder que es porque hay muchos intereses en juego. La industria del petróleo, por ejemplo, dedicó miles de millones de dólares durante muchos años a financiar campañas de desinformación y negacionismo del cambio climático. Hoy ya no hay dudas: el 99% de la comunidad científica, los miles de científicos de las Naciones Unidas, ya no tienen dudas y las personas que observamos los fenómenos permanentemente entendemos claramente que nunca en la historia de nuestro planeta se dio un cambio tan brutal del clima en tan poco tiempo. Esto es solo comparable a las consecuencias del impacto del meteorito que extinguió al 80% de la vida del planeta hace unos 60 millones de años. Solo que esta extinción, sin dudas, está ocurriendo por la acción del hombre. Pero también se debe a que hay una falta de conocimiento notable, de empatía y de voluntad política de nuestros representantes. Nadie se pone en el lugar del otro. Ocurre una catástrofe en otro continente o en otro país y a la gente no le importa. Lamentablemente esto nos va a tocar a todos; nadie va a escapar de las consecuencias del cambio climático y del extremo aumento de la temperatura de los océanos. Es más barato tomar las medidas necesarias que asumir las consecuencias en el futuro. No sólo más barato económicamente sino en cuestión de vidas humanas. Es urgente cambiar nuestro modo de vida. Y, obviamente, también falla algo en la comunicación. Hay organizaciones y personas que venimos denunciando el cambio climático desde fines de los años 80 y que tenemos que ser autocríticos porque no lo hemos comunicado bien, no supimos o no tuvimos éxitos. Las razones por las cuales llegamos a este punto no son sólo porque hay grandes intereses en juego o porque hay quienes han obstaculizado las medidas, sino también porque quienes proponemos o alertamos acerca del problema no tuvimos la capacidad de transmitirlo de la mejor manera. Lo positivo es que cada vez son menos las personas que ahora niegan los efectos del calentamiento global. Todavía queda mucho por hacer y, sin dudas, hay que mejorar la comunicación.
GT/MG