'El guardaespaldas', la casa y las series ligeras

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Uno. Volví a acordarme de la frase de mi querida amiga Florencia: “Una casa es muchas casas”. Me la dijo hace unos años, cuando yo estaba un poco abrumada después de mudarme, sin poder encontrarle la vuelta a esa maraña de cajas, canastos, envoltorios tirados, espacios vacíos donde proyectaba –y sigo proyectando, porque una casa es, ejem, muchas casas– muebles del futuro que en algún momento llegarán a darle sentido a ese lugar que llamo “casa”, a esa deformidad que creo tener bajo control o que creo dominar por fuerza de la costumbre. Mudarse abruma porque mudarse es plantarse, de cara al sol, frente a lo que falta, a lo inconcluso, a lo inacabado: hasta en las mudanzas más felices o íntimamente deseadas, hay agujeros, alguna cosa que se pierde en el camino o no termina de acoplarse al nuevo lugar. No hay mudanza sin despedida, sin precariedad, sin la fuga que implica ese movimiento. Ese abandono de un orden viejo que irá muy gradualmente encajando en uno nuevo, mutando, adoptando una nueva forma. Una zona de promesas. Una casa es muchas casas, recordé hace unos días, mientras ayudaba a mi amigo T. a mudar sus libros y sus plantas. Con sabiduría, en medio de su mudanza, de sus cajas, de su maraña personal de objetos y de vidas pasadas, de esas paredes que de a poco irán cubriéndose, T. encontró las palabras justas, sacó una foto a un ambiente a medio poblar y escribió: “Ahora el desafío es hacer de esta casa, mi casa”.

Dos. Tamara Kamenszain es una de las poetas que más admiro y, pienso ahora, una de las que mejor puso en palabras a las casas, a sus objetos y, a veces, a las maneras que encuentran sus habitantes de moverse por ellas. Lo hizo con delicadeza, con maestría, con ánimo de inventariar eso inasible de las casas –de las personas–: su perfume frágil.

Busco en mi edición de La novela de la poesía. Poesía reunida (la Adriana Hidalgo Editora y tiene, de hecho, la ilustración de una casa en la tapa) y transcribo uno de sus poemas al que suelo volver seguido. El título es Sola.

Ahora que por fin estoy desvelada

como para comprobar que algo crecí

sé que no sólo la sonrisa de aquel hombre

sino también sus gestos

y que no sólo esos gestos

sino también sus palabras

todo me alcanza puedo caminar

acróbata tambaleante pero segura

por la cuerda floja de mi propia casa.

Tres. Una casa es muchas cosas, también, y a veces puede convertirse en una cuerda floja, un modo muy potente del peligro. Una casa puede ser un espacio quebradizo, de acceso fácil, casi un chiste, aunque por fuera tenga la forma de una fortaleza. Es lo que ocurre en la serie que miro por estos días (abajo les cuento más). Jon Hamm, a quien muchos seguramente recuerden como Don Draper en Mad Men, interpreta a un hombre que se mueve en un ambiente de ricos porque lo es, o lo fue, o empieza a dejar de serlo. En esa despedida –la transición entre su vieja vida de ejecutivo canchero con autos deportivos y estos días desconcertantes en los que perdió el trabajo y sus finanzas decaen–, decide meterse a las fastuosísimas casas de sus Amigos y vecinos (tal el título de la serie) cuando no están. Entonces deambula por ellas –algunas ciertamente obscenas en su despliegue de muebles, cuadros, relojes y objetos estrambóticos– para robar algunas pertenencias y poder pagar las deudas que se le empiezan a acumular

Cuatro. Otra mansión endeble, otra despedida inolvidable con la que me cruzo por estas horas (no afirmo ni desmiento que cierta polémica mediática me hizo volver a ella; está en Max, si gustan y me parece un planazo): la de Whitney Houston –en la ficción, Rachel Marron– en la película El guardaespaldas. Todo parece ser más o menos feliz, entre flashes, una pileta despampanante, videoclips, tragos y sonrisas, hasta que alguien traspasa el límite y deja, en el cuarto de una mega estrella de la música, una carta amenazante. A ese lugar llegará entonces el guardaespaldas profesional que encarna Kevin Costner. Me gusta porque la película, además de esa historia de amor memorable, ofrece una sucesión de casas frágiles y transitorias: la de ella, que de un día para el otro tiene que poner cámaras, verjas, sistemas de seguridad por las intimidaciones que recibe; la de él, desangelada porque no está nunca, donde se amontonan las boletas en el piso y termina siendo el lugar elegido para el primer encuentro entre los amantes; la del padre del guardaespaldas, en medio del bosque, a la que tienen que ir a refugiarse cuando la cosa se pone difícil. Y, ni siquiera ahí, en ese supuesto paraíso, hay calma, porque eso que los tiene al acecho revelará su cara más cruel. Después, las escenas más conocidas: la noche del Oscar, el ataque a tiros, el guardaespaldas rescatando a la artista que ama. Y, por último, el adiós en el lugar más transitorio de todos: una pista de aviones. Entonces llega I Will Always Love You que, en la original en voz de Dolly Parton o en la delicada versión de Whitney Houston, es una de las canciones de amor –y al mismo tiempo, de despedida– más conmovedoras del mundo. Otra zona de promesas: recordar y amar para siempre.

Cinco. Amor, duelos y casas que se ensamblan y mutan se cruzan magistralmente en Terminal 2020, la reciente novela de Osvaldo Baigorria (abajo les cuento más). Transcurre en tiempos pandémicos, en los días del “quedate en casa”, en los de la conmoción generalizada y la inquietud más íntima. El narrador, conocido por sus correrías, por ser un hombre de mundo y caminarlo sin pausa, se ve obligado a quedarse adentro más que el resto de los habitantes del planeta: la mujer que ama empieza a despedirse de la vida porque tiene cáncer y él debe cuidarla. La casa, entonces, es muchas casas: es enfermedad y cuidado, es refugio y amenaza, es pasado y memoria. O, como dice él mismo: “Una casa es un constructo, una ilusión, una entelequia que vive adentro de uno más de lo que uno vive adentro de ella”.

Empieza una nueva edición de esta casa siempre transitoria llamada Mil lianas. La puerta, o algo parecido a eso, por acá.

1. Amigos y vecinos. Como decíamos arriba, esta serie está protagonizada por el actor Jon Hamm, quien interpreta a Andrew Cooper, un gerente de fondos de inversión que de un momento a otro, y por un motivo medio insólito, es despedido y se queda sin trabajo. Además se está divorciando. Acostumbrado a la escena suburbana de Nueva York, con mansiones lujosas, jardines despampanantes y clubes de fin de semana, Coop tiene que ver cómo rearma su vida ahora que sus ingresos se disuelven y que ya no lo protege la supuesta calidez de un hogar. En paralelo, tiene varios frentes familiares abiertos: encontró a su ahora ex en la cama con un amigo, sus hijos adolescentes se alejan de él, su hermana tiene problemas psiquiátricos y él debe cuidarla. 

Con la urgencia monetaria en sus espaldas y una cuota de ansias de venganza ante un medio que se le va haciendo más hostil, Cooper decide empezar a meterse en las casas de sus vecinos y amigos para robarles objetos que luego venderá en el mercado negro. Hamm, que durante años cargó el peso del recordado Don Draper de Mad Men, logra en esta serie una actuación destacadísima en una historia que navega entre la intriga policial, el relato de espías y la comedia familiar. Una producción que se podría enmarcar en el noble linaje de las series ligeras, en el mejor sentido. 

El elenco se completa con Amanda Peet, Olivia Munn, Hoon Lee, Mark Tallman, Lena Hall, Aimee Carrero, Eunice Bae, Isabel Marie Gravitt y Donovan Colan. Lanzada este mes por Apple TV+ que tiene en su menú los primeros tres episodios, la plataforma ya anunció que la serie tendrá una nueva temporada.

La serie Amigos y vecinos se puede ver en Apple TV+. Más lanzamientos del streaming durante abril, en este enlace.

2. Terminal 2020, de Osvaldo Baigorria. “El amor también es un acto de fe. Elegir –con bastante irracionalidad– a alguien para amar, confiar en esa persona, abrirse a ella. No tenemos conocimiento de ese alguien, al principio simplemente nos gusta, lo deseamos, cultivamos expectativas y ficciones personales de escenas, situaciones, relaciones a construir. Si seguimos adelante, en algún momento diremos ‘te amo’, entre otros fragmentos del discurso amoroso (Barthes), discurso que sigue una estricta determinación alocutoria: siempre hay alguien a quien nos dirigimos, aunque ese alguien haya pasado al estado de fantasma o de criatura venidera (...) Y confiamos en la persona amada sin conocerla realmente. Es un fantasma con la apariencia de un cuerpo que puede parecer bello o sano aunque sin certezas”, apunta el narrador de Terminal 2020 (Seix Barral, 2025), la nueva novela de Osvaldo Baigorria. Una voz cercana a la del escritor y a la vez distorsionada, exagerada, ficcional. 

Porque recorre una experiencia dolorosa que le tocó atravesar, Baigorria dice que se trata de un libro “basado en hechos reales” y al mismo tiempo –como el amor– una fábula encantadora. Después de haber transitado la vida juntos por más de 20 años –ella médica y de algún modo cuidadora de quienes la rodean, él escritor– el planeta se ve asediado por el surgimiento de un virus. Es, durante esos días de confinamiento, de meterse adentro, de “quedate en casa” (“una casa es un constructo, una ilusión, una entelequia que vive adentro de uno más de lo que uno vive adentro de ella”, dice el narrador) que a ella, que en el libro se llama Beatriz, le detectan un tumor y debe empezar un tratamiento contra el cáncer. El acto de fe amoroso, entonces, empieza a tomar distintas formas: la del cuidado, la del miedo, la del sueño, la del fantasma, la de la despedida, la del recuerdo. Estremecedor, luminoso, profundo, Terminal 2020 recorre magistralmente todos esos lugares a partir de la prosa potente y excepcional de Baigorria, quien además de abrir sus propios diarios en el texto propone lecturas muy lúcidas de otros autores que escribieron sobre la muerte, el erotismo y el duelo.

Pude hablar con el escritor sobre esos y otros asuntos. Encuentran la entrevista en este enlace.

La novela Terminal 2020, de Osvaldo Baigorria, salió por Seix Barral. En este enlace, una entrevista con el autor.

3. Apostilla. Atención quienes estén con manuscritos inéditos y ganas de lanzarse a esa pileta vertiginosa que son siempre los concursos literarios. Por acá armé una guía con cuatro certámenes dedicados a la novela, al cuento y al ensayo que, además de la publicación de los textos, ofrecen cifras tentadoras de dinero como premio. Pueden encontrarse allí también las fechas (todos ellos cierran entre mayo y octubre) y las bases para participar. ¡Éxitos!

Otro concurso, pero para ilustradores y diseñadores. La Feria de Editores informó que hasta el 14 de mayo está abierta una vez más la convocatoria para quienes quieran crear el afiche oficial de ese encuentro literario, que este año tendrá lugar en agosto en Buenos Aires.

“La FED y La Fuerza Vermú  invitan a la tercera convocatoria para crear el afiche oficial de la Feria de Editorxs 2025 con un premio de 600.000 pesos. La obra ganadora será la imagen oficial de la FED 2025. La convocatoria abre el 14 de abril y cierra el 14 de mayo”, contaron en un comunicado.

“Un jurado especializado, compuesto por Oqui Paratz (ganador de la edición 2024 del concurso), María Luque (dibujante y escritora) y Martín Ramón (Director de Espacio Moebius, editorial y galería especializada en cómics e ilustración), decidirá cuál es la obra ganadora y lo anunciará el 2 de junio”, agregaron. Quienes quieran participar, deben enviar su obra a través del sitio de la FED a través de este enlace.

Banda sonora. Inevitable, esta vez, sumar a la nuestra banda sonora algunas canciones de Whitney Houston y de Dolly Parton, dado que las mencionamos arriba. A la vez, sumé algunos de los temas que suenan en los primeros episodios de Amigos y vecinos. Así que esta semana entran a nuestra lista compartida Blur, Arcade Fire, Shirley Ellis, Isaac Hayes, Radiohead y más. Como todos los viernes, la encuentran en este enlace.

Bonus track. Imagino que varios estarán descansando o con un poco más de tiempo por estas Pascuas y sus feriados. Si es así, dos recordatorios: en Malba sigue la increíble muestra Kuitca ‘86, que reúne muchísimas obras del artista plástico argentino Guillermo Kuitca (pueden conocer más por acá, hay casas y camas, por supuesto). Si prefieren quedarse adentro, como les conté hace unas semanas por acá, Lumiton ofrece para ver gratis y online desde Argentina un ciclo con diez películas de Stanley Kubrick. Más, en este enlace.

Bonus track II. Me despido por hoy con la despedida que les comentaba al comienzo, la de El guardaespaldas. ¡Cantemos hasta la próxima!

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