El equipo independiente al que la NASA encargó en junio de 2022 el estudio de los llamados Fenómenos Anómalos No Identificados, los FANI (la nueva denominación de los ovnis de toda la vida), acaba de confirmar lo que ya avanzó hace meses: la falta de datos de calidad sobre estos fenómenos hace que sea imposible obtener conclusiones sobre su naturaleza, y muchos menos afirmar que sean de origen extraterrestre, aunque sí admiten que esa no deja de ser “una posibilidad”.
El llamado Informe de estudio independiente sobre Fenómenos Anómalos no Identificados, publicado hoy [consultar aquí en inglés, en PDF], ofrece sugerencias sobre cómo mejorar la recolección de datos. En ningún caso es “una revisión o evaluación de observaciones anteriores no identificables”, tal y como ya había adelantado la propia NASA en un comunicado. Los expertos sugieren una batería de medidas como recalibrar satélites de la NASA para prestar atención a estos fenómenos, emplear la Inteligencia Artificial y el Aprendizaje Automático, así como “involucrar al público” y, en concreto, nuestros teléfonos móviles, mediante aplicaciones que permitan agilizar y aumentar “la recopilación de imágenes y otros metadatos” de múltiples “observadores ciudadanos” de todo el mundo.
El informe, sin embargo, no esquiva la pregunta sobre los extraterrestres y afirma: “La ciencia es un proceso que revela la realidad en lugar de esculpirla, por insatisfactoria o confusa que sea. Esto incluye la cuestión de si los FANI tienen un origen extraterrestre. Existe un continuo intelectual entre la hipótesis de que civilizaciones extraterrestres lejanas puedan producir tecnologías detectables y la búsqueda de esas tecnologías más cerca de casa. Pero en la búsqueda de vida más allá de la Tierra, la propia vida extraterrestre debe ser la hipótesis de último recurso, la respuesta a la que recurrimos sólo después de descartar todas las demás posibilidades. Como dijo Sherlock Holmes: 'Una vez que eliminas lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, debe ser la verdad”.
Los expertos recuerdan en el estudio que “hasta la fecha, en la literatura científica revisada por pares, no hay pruebas concluyentes que sugieran un origen extraterrestre para los FANI”. “El problema –subrayan– es que a menudo no existen los datos necesarios para explicar estos avistamientos anómalos; esto incluye los informes de testigos presenciales, que por sí solos pueden ser interesantes y convincentes, pero no son reproducibles y suelen carecer de la información necesaria para sacar conclusiones definitivas sobre la procedencia de un fenómeno”.
Una “fascinación global”
La rueda de prensa convocada este jueves para compartir las conclusiones del informe está encabezada por el administrador de la agencia, Bill Nelson, y por el astrofísico David Spergel, director del panel independiente formado por 16 expertos en distintos campos. Nelson ha admitido que existe una “fascinación global hacia los FANI” y ha reconocido que si le preguntaran si cree que existe vida extraterrestre “en un universo tan vasto”, la respuesta sería que sí, pero que la ciencia debe demostrarlo primero y que la probabilidad, además, es remota. “No hemos encontrado ninguna evidencia de que los FANI tengan un origen extraterrestre; pero algunos de esos FANI no sabemos qué son”, ha insistido Nelson a preguntas de los periodistas y ha pedido “desplazar la conversación del sensacionalismo hacia la ciencia”. Además, y para mostrar la prioridad que la NASA concede a los FANI, ha anunciado la creación de una estructura permanente, con un director al frente, para el estudio de los FANI.
Aunque numerosas, la observaciones de sucesos en el cielo que en un principio no pueden identificarse como aviones o fenómenos naturales conocidos acaban, por lo general, en conclusiones previsibles: trozos de basura espacial, globos de investigación científica, drones, etc. Con todo, un porcentaje de esos avistamientos permanece inexplicado, lo cual no indica necesariamente su procedencia extraterrestre: simplemente la observación es pobre y los datos al respecto, insuficientes. “A pesar de los numerosos testimonios e imágenes, la ausencia de observaciones consistentes, detalladas y organizadas significa que actualmente no tenemos los datos necesarios para llegar a conclusiones científicas definitivas sobre los FANI”, indica el estudio.
Durante nueve meses y a petición de la NASA, el equipo independiente –formado por expertos de las comunidades científica, aeronáutica y de análisis de datos– ha estudiado lo que antes conocíamos por el nombre de 'ovni' (palabra formada a partir de las siglas de Objeto Volador No Identificado) y, en concreto, se ha centrado en la recopilación de los datos disponibles, en diseñar la mejor manera de recoger datos en el futuro y en cómo la NASA puede utilizar esos datos para avanzar en la comprensión científica de los FANI.
Las investigaciones del Pentágono
La NASA, no obstante, no forma parte de los equipos de investigación sobre los mismos fenómenos que mantiene el Departamento de Defensa. Sin embargo, sí se ha coordinado con otras organizaciones federales –al margen del Pentágono– a la hora de aplicar las herramientas científicas para arrojar luz sobre la naturaleza y el origen de los FANI.
En paralelo a la investigación de la NASA, el pasado mes de julio un subcomité del Congreso de Estados Unidos pidió al Gobierno que informara de los datos que tiene sobre los FANI tras escuchar la declaración de exmiembros del Ejército que aseguran haberlos visto y que también dicen que las autoridades guardan pruebas de ellos. En 2019 la Armada de EEUU ya desclasificó tres grabaciones de avistamientos de FANI lo que, de nuevo, no indicaba que fueran de origen extraterrestre. Las imágenes se hicieron públicas en abril de 2020.
En plena escalada de la tensión geopolítica con Rusia y China, Washington ha reforzado la vigilancia de su espacio aéreo, ante la posible llegada de drones y otro tipo de artefactos desplegados por potencias extranjeras. En febrero el país vivió una crisis de Defensa después de que varios “objetos no identificados” fueran abatidos. Al menos uno de ellos fue señalado como un supuesto globo espía chino.
El estudio hace hincapié en esta vertiente defensiva: “La amenaza para la seguridad del espacio aéreo estadounidense que suponen los FANI es evidente”. Y recuerda que la NASA comparte con las Fuerzas Aéreas un “sistema de notificación confidencial y voluntaria para pilotos, controladores aéreos y otros profesionales” que recibe aproximadamente “100.000 notificaciones al año”.