La sucesión en el Vaticano

No votan, pero pueden ser clave: el peso de los cardenales mayores de 80 años ante el cónclave que elegirá al nuevo papa

Natalia Chientaroli / Jesús Bastante

Ciudad del Vaticano (enviada especial) / religiondigital.org —
28 de abril de 2025 07:13 h

0

La plaza de San Pedro volvió a llenarse. La segunda de las nueve misas previstas por el Papa muerto juntaba este domingo frente a la basílica a los cardenales y a decenas de miles de jóvenes. Frente al blanco de las túnicas, un festín de colores en camisetas y banderas; frente a la solemnidad, la alegría y el bullicio que abandonan el Vaticano, con el final del Jubileo de los Adolescentes, para pasar al silencio y las murmuraciones de cara al cónclave.

El cardenal que oficiaba la misa, Pietro Parolin, de 70 años, participará en ese cónclave. Pero muchos otros de los que compartían plaza este domingo con los adolescentes no podrán hacerlo: solo pueden entrar en la Capilla Sixtina los menores de 80. Sin embargo, puede que sean la clave en la elección del próximo pontífice.

Giovanni Battista Re, Angelo Bagnasco, Christoph Schonborn, Óscar Rodríguez Maradiaga y un viejo conocido de la Iglesia española: Antonio María Rouco Varela…. ¿Cuál será el peso de los cardenales mayores en el cónclave que elegirá al sucesor de Bergoglio?

No pueden participar en el cónclave, cierto, pero sí en las congregaciones generales que desde la semana pasada, y hasta que los electores entren en la Capilla Sixtina (previsiblemente el 5 de mayo), se están celebrando en el Vaticano. En la última reunión, celebrada el viernes, hubo 149 cardenales. De ellos, 33 tomaron la palabra. Algunos para “destacar la enorme afluencia de fieles” a la capilla ardiente de Francisco, otros para hablar “del panorama mundial y la situación de la Iglesia”, según el portavoz vaticano. Es decir, marcando posiciones respecto al futuro, haciendo precampaña.

Y aquí es donde juega la ventaja los cardenales mayores. Muchos han participado en varios cónclaves, y tienen la experiencia y la capacidad para intentar dirigir de alguna manera las votaciones. Se los llama kingmakers o ‘hacedores de reyes’: los purpurados con capacidad de aglutinar votos en torno a un nombre o una sensibilidad.

El peso de la experiencia

La mayor parte de los que entrarán en este cónclave jamás han estado en uno: Francisco ha nombrado al 80% de los que votarán a su sucesor, pero todavía hay 62 purpurados nombrados por Benedicto XVI y 41 por Juan Pablo II. De hecho, Wojtyla designó a dos de los que aparecen en todas las quinielas como papables: el ghanés Peter Turkso y el húngaro Peter Ërdo. Entre los nombrados por Ratzinger aparecen con posibilidades el italiano Fernando Filoni, el filipino Luis Antonio Tagle, el alemán Reinhard Marx o el holandés Willem Eijk.

Hay cardenales que han participado incluso en los dos últimos cónclaves –los de 2005 y 2013–. Desde el austriaco Schonborn, cercano a Francisco, hasta su declarado enemigo, el español Rouco Varela, pasando por los candidatos Turkson o Ërdo, lo que demuestra la imprevisibilidad de un cónclave: que un Papa te haya nombrado cardenal no indica, ni mucho menos, que vayas a seguir su estela: recordemos que Bergoglio recibió la púrpura de manos de Wojtyla.

Con todo, la experiencia es un grado. Y en este sentido, será fundamental la tarea que desempeñen los cardenales con más experiencia y que ya durante el cónclave que eligió al sucesor de Ratzinger trabajaron para colocar a sus candidatos dentro de la rosa de papables. Muchos, la mayoría, del sector conservador, aunque otros –como Maradiaga o Schonborn–, en lo que podríamos llamar el liberal-renovador: hablar de progresistas en la Iglesia puede resultar un contrasentido.

El papel del decano

Fundamental parece la figura del decano, Giovanni Battista Re, encargado de dirigir al colegio cardenalicio hasta el “Extra Omnes”, el “Todos fuera” que pronunciará justo antes del comienzo, para indicar que solo pueden quedarse los cardenales con derecho a voto.

Re, de 91 años, ya dio algunas claves en su homilía durante el funeral de Francisco, invitando a continuar el legado de Bergoglio. Algo que también ha hecho, en esta segunda misa de los novendiales, el cardenal Parolin: “Debemos acoger su herencia y hacerla vida”. El decano también presidirá la misa Pro Eligendo Pontifice, que se celebrará justo antes de que los electores se encierren en la Sixtina para las votaciones. Si en el funeral se habla del pontífice muerto, en la misa previa al cónclave toca referirse a los desafíos del próximo Papa. Las palabras de Re en público, y sus gestos en privado, se antojan fundamentales en estos días. 

Entre los cardenales influyentes destacan Angelo Bagnasco y Camilo Ruini, que han capitaneado las dos almas de la Iglesia italiana, que desde 1978 no ha logrado recuperar el trono de Pedro. Aunque la importancia de los italianos ha disminuido, sigue siendo una minoría cualificada, que en el caso de unir criterios podría ordenar el nombre del sucesor de Francisco.

Los cercanos a Bergoglio y los derrotados de 2013

Marc Ouellet (ex prefecto de Obispos), Schonborn (cardenal emérito de Viena) o Sean Patrick O’Malley (ex arzobispo de Boston y líder de la lucha contra los abusos en la Iglesia) también se configuran como perfiles capaces de dirigir el voto de quienes les admiran por su trayectoria vital y eclesiástica. Algo parecido sucede con el cardenal Maradiaga, que tuvo un papel esencial en la elección de Bergoglio en 2013 y que en este parece dispuesto a seguir trabajando por conservar el legado de Francisco.

Contarán con la ayuda de otros kingmakers que sí podrán participar en el cónclave, como el español Juan José Omella (miembro del C9, una especie de órgano consultivo de Francisco) y el jesuita Hollerich, también del C9 y relator del Sínodo.

Por el contrario, los ‘perdedores’ del cónclave de 2013, entre ellos Rouco Varela, harán fuerza para avalar a un candidato que devuelva el orden al Vaticano y se mantenga firme en la ortodoxia, en la más pura línea de los cardenales Sarah, Bürke y Müller, que pese a ser electores no parece que vayan a tener posibilidades de ser elegidos. Pero sí de buscar un ‘tapado’ –más allá de los nombres de Erdo, Eijk o el sueco Anders Arborelius– que pueda, si no dinamitar el legado de Francisco, sí al menos echar el freno a las reformas emprendidas, y no culminadas, en estos últimos 12 años.

Por la tarde, los cardenales que ya están en Roma se acercaban a Santa Maria Maggiore, donde está enterrado el papa Francisco, para presentarle sus respetos. Junto a la basílica, que reabrió al público este domingo por la mañana para que los fieles puedan visitar la tumba del pontífice, se fueron reproduciendo las colas de San Pedro con varias horas de espera incluso bajo la lluvia, pero en una plaza mucho más pequeña y en el centro de Roma, lo que ha complicado su gestión. Aunque estaba previsto que cerrara sus puertas a las siete, a última hora se decidió mantenerla abierta hasta las diez de la noche ante la enorme afluencia de público.

Después de celebrar la misa, cerca de las seis de la tarde, los cardenales regresaron al Vaticano, donde se multiplican las conversaciones y los encuentros entre ellos. Este lunes por la mañana volverán a reunirse, y se espera que definan ya una fecha para el cónclave o alguno de los muchos interrogantes que se plantean sobre cómo será la sucesión del jefe de la Iglesia católica.