Sin normas, sin guantes y con ubicación secreta: mirá el sangriento “club de la lucha europeo”

Pol Pareja

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En un descampado a pocos metros de la estación de cercanías de Mollet del Vallès (Barcelona), un neonazi eslovaco tatuado hasta las cejas espera la señal. Mira fijamente a otro ultra rumano que está a pocos metros de él. Varios hombres con la cara tapada y algunas cámaras de vídeo les rodean. Cuando reciben la indicación, empiezan a pegarse salvajemente entre ambos. Sin guantes ni protecciones.

Puñetazos, patadas, rodillazos, codazos en las costillas… son apenas dos minutos de violencia extrema. Cuando uno de los dos lleva unos interminables segundos en el asfalto recibiendo golpes durísimos en la cabeza, la pelea se da por acabada. Ambos se funden en un abrazo y a los pocos minutos empezará otro combate. 

El evento se llama King Of The Streets y se conoce como el ‘club de la lucha’ europeo. Son peleas clandestinas que enfrentan, normalmente, a ultras de todo el continente en lugares abandonados. Neonazis, antifascistas, anarquistas, apolíticos… la ideología no es relevante. Algunos incluso son boxeadores o luchadores profesionales de MMA (Artes Marciales Mixtas). Las peleas se graban, se montan en vídeo y se distribuyen por la red a cambio de dinero. Solo se pueden ver durante 72 horas y solo algunas acaban en Youtube.

No hay rondas ni normas en estas peleas, que duran hasta que uno de los dos se rinde o acaba noqueado. Tampoco vale ningún tipo de protección y los combates se libran encima del duro asfalto. Cualquier artimaña está permitida –cabezazos, dedos en el ojo, mordiscos, rodillazos en la cara..– y, según aseguran los organizadores, solo el ganador se lleva una compensación económica. 

“Es muy peligroso”, explica el luchador profesional de MMA Abner Lloveras (Barcelona, 40 años) que participó en una de estas peleas. “Me intentaron morder, me metieron el dedo en el ojo, me escupieron, me dieron golpes bajos…”. Su pelea duró 25 minutos, la más larga hasta la fecha. “Estábamos los dos ensangrentados, muertos de cansancio, pensé que eso no iba a acabar nunca”, remacha Lloveras, activo militante antifascista en sus redes.

La última edición de estos combates se celebró el pasado 5 de noviembre a primera hora de la tarde en los aledaños de la capital catalana, según ha podido confirmar elDiario.es gracias a una geolocalización de las imágenes. Hubo tres enfrentamientos aparte del descrito al inicio de este reportaje. El primero enfrentó a dos británicos de más de 100 kilos que acabaron con sangre en la cabeza. El último fue entre un luchador checheno y un ultra de Malmö (Suecia). 

Ubicación y organización secreta

La ubicación y fecha de las peleas son secretas, y solo los que pagan por ver los combates son informados del día y hora del enfrentamiento, normalmente con pocas horas de antelación. Prácticamente nadie ha asistido a verlas en directo. En algunas ocasiones hay un centenar de personas como público y jalean a los luchadores, pero también se celebran eventos con apenas una docena de testigos. Lo importante –y lo que realmente genera beneficios– es la difusión posterior por Internet.

Lloveras recuerda que, cuando él participó en uno de estos combates en Suecia, los organizadores registraron a todos los asistentes para comprobar que no llevaban armas. También explica que había varios encapuchados con porras extensibles para controlar al público. “El ambiente era muy tenso”, rememora.

El fenómeno empezó hace casi una década en Gotemburgo (Suecia) y es cada vez más popular entre los grupúsculos ultras europeos. La cuenta de Youtube tiene casi un millón de seguidores. Los vídeos, en los que se ve a hooligans ensangrentados peleando hasta prácticamente el desmayo, suman miles de reproducciones y comentarios. 

La semana previa a los enfrentamientos en Barcelona, la organización difundió vídeos promocionales de los luchadores grabados en distintos puntos de la capital catalana: el hotel vela, la sagrada familia, los búnkers del Carmel… Incluso el pesaje de los combatientes se registró en los aledaños de la Estación de Francia. 

Según fuentes de los Mossos, los combates se celebraron a primera hora de la tarde y dos agentes del cuerpo llegaron pasadas las 16:30h. En ese momento las peleas ya se habían acabado. Se identificó a los presentes, todos ellos extranjeros con pasaporte. Las mismas fuentes aseguran que no había heridos, a pesar de que en el vídeo del combate de ese día se ve como algunos participantes acabaron ensangrentados. “Nos aseguraron que estaban grabando una especie de performance”, explican desde la policía catalana. 

Un club de la lucha de carne y hueso

La clandestinidad, la falta de normas y la crudeza de estas peleas están claramente inspiradas en el film de David Fincher ‘El club de la lucha’ (1999), basado en la novela de Chuck Palahniuk. Los golpes, sin embargo, duelen de verdad en King of The Streets. 

Lloveras recuerda que cuando se desplazó a Gotemburgo para su combate, en ningún momento les vio el rostro a los organizadores. “Me llevaban de un sitio a otro en una furgoneta para grabar vídeos promocionales, todos iban con la cara tapada con una bandana”, rememora. “Tuve momentos de tensión en los que me planteaba qué querían hacer conmigo”. 

A pesar de admitir que los organizadores eran unos “gánsteres”, también reconoce que el trato personal fue muy bueno. Lloveras acabó recibiendo más de 2.000 euros, cuatro días en un hotel de lujo y material deportivo por valor de 1.000 euros más. Explica que, más allá del lucro económico, una pelea en esta plataforma dispara la popularidad de cualquier luchador.

“Cuando volví a mi barrio [La Verneda] la gente me decía cosas por la calle”, rememora. “En cambio puedes estar compitiendo en MMA a nivel nacional y no se entera nadie”. Este luchador compara la repercusión de participar en King of The Streets con la que tuvo cuando luchó en UFC, una de las competiciones más prestigiosas del mundo de artes marciales mixtas. 

Cualquiera puede apuntarse para pelear, aunque no todo el mundo es aceptado. Este periódico inició el proceso para inscribirse a una de estas peleas para comprobar los requisitos que se solicitan. 

Una vez pedida la inscripción, los organizadores responden a través de Telegram con una batería de preguntas: edad, altura, peso, experiencia en peleas (ya sean amateurs o profesionales)… Incluso piden concretar si el aspirante tiene alguna vinculación con algún grupo ultra. 

Generalmente se intenta que ambos contrincantes tengan una experiencia, altura y peso similar, aunque los organizadores precisan que si hay cuentas pendientes entre dos ultras que quieren pegarse para solucionar sus problemas, ellos no pondrán ningún impedimento por la diferencia de peso, altura o experiencia en combates. 

La organización no deja claro cuánto dinero van a cobrar los aspirantes. Aunque en su web señalan que solo el ganador percibe una remuneración, testimonios como el de Lloveras –que perdió su combate– dejan claro que cada uno cobra en función del trato que logre cerrar con los promotores de la lucha.  

Tampoco está claro cuánto dinero genera King of The Streets, ya que la sociedad que recibe actualmente los pagos fue creada en junio, está en manos de un ciudadano sueco pero radicada en Reino Unido y no tiene las cuentas presentadas. El precio para ver los combates también oscila: desde los 5 euros si se compra con tiempo hasta los 18 euros si se quiere adquirir la entrada a última hora. La empresa también vende merchandising en su web, donde venden camisetas con precios que oscilan entre los 29 y los 55 euros.

Este periódico se ha puesto en contacto con los organizadores del ‘club de la lucha’, pero han rechazado hacer cualquier declaración. “Apúntate a pelear y entonces vemos”, respondieron a través de un mensaje de Telegram a la solicitud de elDiario.es. “Hasta entonces, ningún respeto para los medios”.

Como en la película de Fincher: la primera regla del club de la lucha es que nadie habla del club de la lucha.