Atrapadas entre los objetivos de reducción del déficit y discusiones eternas por los subsidios, las políticas de transporte del área metropolitana de Buenos Aires rara vez tienen en cuenta la evidencia sobre los hábitos actuales de movilidad de la población. En este sentido, el Banco Mundial publicó este mes un informe que muestra de qué manera se desplazan hombres y mujeres en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en la “nueva normalidad”, es decir teniendo en cuenta los impactos recientes de la pandemia.
Según la investigación, las mujeres en el AMBA tienden a viajar menos que los hombres —tomando no sólo el transporte público sino también el transporte particular— aunque estos viajes suelen ser más complejos, con múltiples paradas y propósitos. Sus viajes son también más cortos: el 9,2% de las mujeres realiza viajes típicos de menos de 10 minutos, comparado con apenas 5,2% de los hombres.
“Los roles de género pueden influir en las decisiones de desplazamiento de las mujeres en el AMBA y, en concreto, en las distancias recorridas. Cuanto más miembros de la familia hay en el hogar, más lejos parecen viajar los hombres —posiblemente para acceder a mejores oportunidades económicas— mientras que para las mujeres la distancia disminuye con cada miembro de la familia adicional”, asegura el reporte.
Dicho esto, y ciñiendo la mirada sobre el transporte público —tren, colectivo, subte, bici pública, etcétera—, sin contar el vehículo particular, las mujeres lo utilizan más que los hombres, en especial en el norte del Gran Buenos Aires. En octubre de 2021, ellas hacían más viajes en colectivo, tren y subte (4,1 millones) que ellos (3,6 millones), aunque su uso por parte de las mujeres es mayor en áreas bien servidas por el transporte público —como los partidos de Tigre, San Isidro y Vicente López— que en otras áreas con peor servicio o percibidas como inseguras, como el Barrio Ejército de los Andes.
“El mayor uso del transporte público por parte de las mujeres también parece ser algo específico de los grupos de edad más jóvenes, lo que puede tener que ver con el hecho de que las mujeres dejan de trabajar (y de desplazarse) a una edad más temprana”, dice el working paper de 14 páginas, que lleva las firmas de Aiga Stokenberga, Ellin Ivarsson, Karla Domínguez González y Juan Ignacio Fulponi.
Un hallazgo clave, esperable pero no menos importante, es que las mujeres del AMBA se mueven por la ciudad en horarios distintos al de los hombres. Sus pautas de desplazamiento se distribuyen de manera más uniforme a lo largo del día, con más viajes en horas valle que los hombres: al mediodía, lejos de las horas pico, las mujeres se mueven un 10% más. “Esto refleja la mayor carga de responsabilidades domésticas a las que se enfrentan las mujeres, en particular la movilidad de cuidados y el hecho de que ellas tienden a trabajar en horarios más irregulares”, dice el informe.
En todos los grupos de edad, las mujeres muestran una mayor proporción de viajes en la categoría de “viajes desde el hogar hacia otras actividades” (trámites, recados), mientras que los hombres hacen más viajes en la categoría “desde casa al trabajo”.
En todos los grupos de edad, las mujeres muestran una mayor proporción de viajes en la categoría de 'viajes desde el hogar hacia otras actividades' (trámites, recados), mientras que los hombres hacen más viajes en la categoría 'desde casa al trabajo'
El análisis combinó varias fuentes de datos, incluyendo datos de los GPS de los teléfonos celulares, información de la tarjeta SUBE y la Encuesta de Movilidad Domiciliaria (ENMODO). Además, se tomaron los resultados de una encuesta a más de 20 mil conductores de autos y motos que este medio adelantó en exclusiva en su momento.
Falta de inversión
Otro de los hallazgos es que las mujeres del AMBA hacen más viajes no-motorizados que los hombres, en especial en aquellas áreas que cuentan con infraestructura adecuada. La bici, en particular, se usa más en CABA, donde hay 300 kilómetros de ciclovías y una red razonablemente buena de bikesharing (el programa EcoBici). En la última década, el share de mujeres usando la red de ciclovías en la Ciudad pasó de 7,2% al 21,3%.
La bici se usa más en CABA, donde hay 300 kilómetros de ciclovías y una red razonablemente buena de bikesharing (el programa EcoBici). En la última década, el share de mujeres usando la red de ciclovías en la Ciudad pasó de 7,2% al 21,3%
El menor uso de transporte público durante la pandemia fue especialmente pronunciado entre las mujeres (y hombres) de mayores ingresos, quienes pudieron reducir su nivel de viajes debido a condiciones más flexibles en el trabajo y oportunidades para teletrabajar o estudiar desde casa. A comparación de sus pares de menores ingresos, las mujeres de mejor pasar tuvieron más chances de reemplazar sus viajes habituales por trayectos a pie o en bicicleta, “en especial en aquellas áreas de la ciudad donde existe una mejor infraestructura” (fenómeno que el Banco Mundial también encontró en ciudades como Barcelona).
Por el contrario, la falta de una infraestructura adecuada en varios lugares del AMBA complica la movilidad de los sectores vulnerables y hace que el caminar o viajar en bicicleta solo sea una “opción” para un segmento reducido de la población del área metropolitana.
En resumen, los datos y las encuestas muestran que la mayor aversión al riesgo, el miedo a sufrir alguna situación de inseguridad y el menor acceso a opciones de movilidad individual están moldeando los patrones de movilidad de las mujeres. Para el Banco Mundial, estos hallazgos no deben ser ignorados y los planificadores urbanos deben incorporarlos a las políticas de transporte.
Al final del working paper, el organismo comparte algunas recomendaciones concretas de política pública. Una consiste en poner el foco en la micromovilidad, entendiendo que las mujeres hacen viajes más cortos y que efectivamente usan las ciclovías si la infraestructura es buena. Otra es adaptar los horarios del transporte público o explorar servicios on demand para responder a las necesidades de viajes durante las horas valle.
El Banco Mundial también aconseja alentar una mayor mixtura de usos entre áreas residenciales, comerciales y de oficinas, así como políticas de desarrollo orientado al transporte (TOD, por sus siglas en inglés) que busquen acercar a las mujeres a los servicios y las oportunidades laborales.
Fulponi, uno de los autores del informe, explicó a elDiarioAR que hay dos elementos del actual esquema que vale la pena conservar en un momento en el que el gobierno nacional intenta rediscutir los subsidios al transporte para avanzar hacia tarifas reales más altas: “Uno es la Red SUBE, es decir, el descuento por mayor cadena de viajes, que impacta proporcionalmente más en las mujeres por lo que se indica en el informe de que ellas hacen más viajes, más cortos”, dijo el especialista en transporte. “El otro es la tarifa social, dada la distribución ampliamente mayoritaria de mujeres dentro de las beneficiarias”, concluyó.
FP/JJD