Preocupación por un brote de contagios de Covid-19 en el Penal de Marcos Paz

Hace diez días el Penal de Marcos Paz solo tenía tres presos con Covid. A comienzos de la semana pasada, se detectaron 10 casos y las alarmas se encendieron. Entre el miércoles y el jueves se hicieron hisopados a un grupo de 50 presos, de los cuales más de la mitad dio positivo. En este momento, 38 de los internos están con coronavirus, 10 de ellos fueron trasladados con problemas respiratorios a la unidad penitenciaria del Hospital Muñiz. Por la escalada de casos, cinco pabellones -que tienen 172 presos- fueron aislados y las visitas, interrumpidas.  

“Esta es la primera vez que tenemos un registro de tal magnitud. No podemos determinar si es el mayor brote porque antes no había una política de testeo masivo. Se los aíslan y si tienen síntomas leves se los toma como positivos pero no se los informa. Solo nos enteramos si tienen algún problema por el cual deban ser internados afuera del penal”, explica Sebastián Pereiro, de la Procuración Penitenciaria Nacional.

En este momento, los pabellones del 5 al 9 del módulo 4 de Marcos Paz están aislados. Allí hay en orden 50, 48, 18, 8 y 48 presos, que suman 172. Se encuentran cerrados entre sí, pero no son celdas sino espacios de detención donde los presos pueden tener contacto. Por esta razón, se tomarán 15 días de plazo desde el primer síntoma para mantener esa medida. 

“Es difícil poder determinar con precisión lo que sucede a nivel epidemiológico porque muchos presos no quieren salir del penal y quizás no informen lo que les sucede hasta que sea más grave. Ir al Muñiz implica que les cambien el régimen de acceso a celulares y dejen de tener el contacto fluido que tenían con las familias. A algunos les dura el miedo de lo que sucedía al comienzo de la pandemia, cuando, por ejemplo, algunos presos de Devoto que fueron internados en la unidad del Muñiz y luego no volvieron a su lugar de origen. Algunos del Muniz fueron a Marcos Paz”, detalla Pereiro.

Los hospitales penitenciarios no tienen equipos para atender las complejidades que plantean casos más graves de Covid-19. Si los presos presentan alguna alteración respiratoria en la Unidad Médico Asistencial (UMA), del Complejo II no hay posibilidad de asistirlos con oxígenos. Lo mismo sucede con otros centros de atención médica como el Hospital Penitenciario Central de Ezeiza. Todos los que deban ser externalizados primero irán a la Unidad 21 del Muñiz en Parque Patricios. Si el cupo de 46 camas de ese lugar se llena y el de la terapia del propio hospital también, los presos son derivados a centros extramuros cercanos al penal. En el caso de Marcos Paz puede ser, por ejemplo, Mercedes o Luján. 

En Marcos Paz están vacunados con dos dosis 1.253 de 1.569 agentes que están en contacto con la población carcelaria. En abril, cuando comenzó la vacunación a los 5.600 miembros del Servicio Penitenciario Federal (SPF), este penal fue uno de los primeros en recibir la vacuna. Tiene incluso más vacunados que el Complejo de Ezeiza, que cuenta con 1.758 agentes y solo 1.196 recibieron las dos dosis. Respecto de los presos, la situación es muy diferente. De los 2.300 presos que hay en Marcos Paz, solo 152 fueron vacunados y, con las dos dosis apenas 11. 

En las estadísticas del SPF, no se ven picos en otros penales ni de la Provincia de Buenos Aires ni del país. Aparecen solo tres casos activos más, en la cárcel de Ezeiza, en Campo de Mayo y en el penal de Güemes, en Salta. Desde comienzos de la pandemia, en marzo de 2020, a los presos del SPF se le hicieron 1.696 hisopados, de los cuales 774 dieron positivos. Desde entonces hubo 25 muertos.

En abril del año pasado las protestas por los contagios y la imposibilidad de que dentro de los penales se pudieran cumplir los protocolos hubo motines en varios penales. Los más resonantes fueron en Las Flores y Coronda, en Santa Fe, también en la cárcel de Devoto, lo que provocó una mesa de diálogo entre los internos y el Ministerio de Justicia. Durante muchos meses los presos de las provincias y del SPF no recibieron a los familiares para reducir las posibilidades de contagio. A finales del año pasado esas visitas se restablecieron.     

A partir de la recomendación de la jueza Angela Ledesma, presidenta de Cámara de Casación Penal, y de las acordadas de la propia Cámara se sugirió la liberación de presos por delitos no violentos, en situación de riesgo y enfermedades preexistentes. Así fue que se liberaron cerca de 4.500 presos. Las excarcelaciones de condenados por delitos violentos generó protestas y cacerolazos en abril y mayo del año pasado y se detuvieron todas las liberaciones. 

Con 2.200 liberados, el SPF abandonó la línea roja del hacinamiento por primera vez en más de cinco años. Tenía 13.000 y pico y ahora 11.000, que es su capacidad. Sin embargo, el Servicio Penitenciario Bonaerense sigue en números de alarma: tiene más de 42 mil detenidos, con espacio para 24 mil.

Según la Organización Mundial de la Salud, el continente americano es el actual epicentro de Covid-19. Dentro de esta zona roja, uno de los peores lugares para enfrentar la pandemia son las cárceles. Las habituales condiciones de hacinamiento hacen imposibles las medidas de cuidado y aislamiento. Por esa razón, varias instancias de la ONU, entre ellas la Alta Comisionada para los DD.HH., Michelle Bachelet, instaron a los gobiernos a reducir el hacinamiento en las cárceles. 

AM