Recuerda que era el año 1995, que él tenía cuatro años. Y que estaba prendido a la faldas de su madre. Ella había criado sola a cinco, que se iban yendo de a poco a Buenos Aires. Isabel fue la primera y vino de mucama cama adentro. En la Quiaca la madre lloraba, le habían pateado el carro. En el carro había golosinas y el jugo de pelón que ella preparaba cada día. Con lo que ganaba compraba pan, verdura y un poquito de carne. Los de la municipalidad no quería que vendiera en la calle y por eso le sacaban el jugo, el carro, las golosinas. Eso cuenta Héctor Espinoza, el hijo de esa mujer que todavía vive y que no sabe ni leer ni escribir.
“Que no tiene firma”, vuelve Héctor. Entre esa madre y este hijo hay una distancia en kilómetros y saberes. Héctor, el hijo menor, cumplió los 18 y se vino a Buenos Aires a estudiar Economía en la Universidad de Buenos Aires. Catorce años después de aquella mudanza, Héctor va y viene de la Villa 31 a La Quiaca. En la 31 tiene el bar Liberty 31, que en plena cuarentena armaba cenas y fiestas para la militancia libertaria cuando dentro de los barrios populares se permitía la libre circulación y afuera no. Y en La Quiaca es comerciante de frontera: compra en Villazón, vende en su provincia. Le va muy bien a Héctor.
“Yo aprendí a vender cuando era muy chico, con mi mamá. Ella tenía su carro y yo vendía carbón, gallinas y naranjas en el puente. Me acuerdo que siendo muy chico, le dije a mamá que por qué no hablaba con Don Anastasio, que también vendía turrones. Le decía: 'Mamá, hablelé, suban los dos el precio de los turrones'. Yo pensaba que si se ponían de acuerdo, iban a ganar más los dos. Pero mi mamá no hacía nada”, dice Héctor. El bar está iluminado por las luces artificiales que él mismo colocó. Detrás de la barra hay un cartel que dice “100% barrani” y pegado en la ventana que da a la calle hay un sticker que avisa que se aceptan bitcoins. Afuera, el bullicio de la feria de la 31. En un puesto venden bachas de acero inoxidable; en el de al lado, zapatillas usadas y zapatillas de varios enchufes; en el que sigue hay retazos de tela, cables HDMI, uña de gato y motacú en bolsitas... Hierve el caldo, humea la parrilla.
Carlos Maslatón cortó la cinta inaugural del Liberty 31 cuando todavía apoyaba a Javier Milei, en 2021. Héctor lo había contactado por Facebook unos años antes. Maslatón lo invitó al Kavanagh, donde vive, y charlaron un rato largo. “Y después, Carlos (Maslatón) me dice: 'Ah, vos sos liberal, vos sos el emergente de las reglas hipercapitalistas: estudios, cuentapropismo, libre competencia...'. Y ahí me di cuenta de que sí. Que desde que vendía carbón en la calle tenía esas ideas, pero que me faltaba ordenarlas. Y que Javier (Milei) contradecía todo lo que me enseñaban en la facultad”, sigue Héctor. El, que había llegado a Libres del Sur para “verificar” si hacían lo que decían, encontró el sayo que mejor le quedaba. Después Milei lo bendijo: Héctor es el fundador del Partido Liberal de Jujuy, con unidad básica propia en La Quiaca.
La madre, los turrones, Don Anastasio y el valor subjetivo de las cosas
“Mi mamá iba al mayorista y compraba una caja de turrón y después vendía por unidad. Ella ponía un precio que era el mismo que le ponía Don Anastasio, que vendía como ella, en la calle. Si a mi mamá el turrón le salía, supongamos, un peso, ella lo vendía a dos. Si lo ponía más caro, pensaba que la gente no le iba a comprar”. A Héctor le cuesta salir de esa imagen, de ese recuerdo. Sigue: “¿Pero de dónde sacaba el precio mi mamá? Había un precio establecido y yo pensaba: ¿Pero quién fija este precio? ¿Por qué no vas a hablar con Don Anastasio y le suben los precios? Pero mi mamá no hacía nada. Sólo pensaba en un costo y una ganancia. En ese momento no, pero ahora lo entiendo. Era la teoría subjetiva del valor de la que habla Javier. Y ahí me interesó”, dice Héctor..
-¿Y quién le pone el valor a las cosas? -pregunto.
-El mercado -responde, muy rápido, Héctor.
-¿Y qué es el mercado?
-La sociedad interactuando permanentemente. Diciendo sí o no. Vos vas al supermercado, tenés un montón de marcas y elegís cual es la mejor para vos. Habrá que gente que vaya a un producto de mejor calidad y menor precio. Ese producto va a ser el más demandado. Por lo tantos, las otras marcas para atraerte a vos van a tener que bajar precios.
Héctor, 32 años, habla como si la solución a la crisis económica estuviera sobre la mesa y sin embargo no la vemos. Habla de un mundo que cambió, un mundo que él habita y que está acá nomás: en feria y sus ruidos, en La Quiaca y su puente internacional. Pronto, este bar se convertirá en un kiosco de bebidas. O como dice Héctor, beer market. Tuvo una época de esplendor, allá por 2021. Acá cenó Maslatón y acá cenó Santiago Oria, a cargo de los spots de campaña de La Libertad Avanza. Héctor estuvo a punto de venderlo, pero...: “El local me lo quiso comprar el PRO, así que preferí quedármelo aunque pierda plata”.
“Me quedé en la 31 porque me gustó la dinámica inmobiliaria”
Cuando llegó de La Quiaca se instaló en lo de su hermano, que vivía en Don Torcuato, al norte de la Provincia. Tomaba el tren y el colectivo para asistir a la sede de la UBA en Martínez. Buscó un trabajo. Lo contrataron para “frentear” bebidas y limpiar los baños de 7 a 19 en una cadena de kioscos que están abiertos 25 horas. Duró poco: el había acordado retirarse una hora antes porque debía cursar la materia Análisis Matemático, pero el encargado que le tocó en la sucursal no estuvo de acuerdo. Héctor se fue igual y al otro día se enteró de que lo habían echado.
“Así que fui a probar suerte en una obra en construcción como electricista”, dice Héctor. Y ahora no es el recuerdo de la venta ambulante junto a su madre el que ocupa todo, sino el encierro del aula en la escuela. “A mí me fue muy mal en el colegio. En todas las materias. Yo tenía profesores que me decían 'vos nunca vas a lograr nada'. Allá en La Quiaca ser humilde es ser sumiso, tenés que callarte la boca, no tenés que responder tu profesor porque siempre sabe más que vos. Todo eso te limita al crecimiento, no te deja romper los límites mentales”, sigue Héctor. Vino de Jujuy con el oficio de electricista y en aquel trabajo nuevo, escaló al punto de ocuparse del diseño de cableado de varias obras. Hasta que aparecieron los purificadores de agua.
Héctor se ponía a prueba: cuántos vendía en cuanto tiempo; cuanta comisión le dejaba cada venta. Así llegó a la Villa 31, haciendo estudio de mercado, armando una red de venta de la que llegó a ser líder de equipo y gerente de empresa; hasta que creó su propia marca, Yakú. Yakú es agua en quechua, la lengua que habla su madre. De Martínez, donde vivía, a la 31; de la 31 a la facultad; de la facultad de vuelta a Martinez: era mucho viaje. Así que Héctor decidió mudarse definitivamente al barrio. Dirá: “Me gustó la dinámica inmobiliaria”.
-¿Cómo es la dinámica inmobiliaria acá? -pregunto.
-Vos si querés alquilar habitación, identificaá a quien tenga y te la alquila. No te pide garantía de propiedad, no te pide papeles, no te pide nada. A lo sumo, un adelanto.
-¿Y qué significa que haya menos requisitos que en el mercado formal?
-Y que... Fijate: llega un jujeño que tiene ganas de estudiar, como yo, y no puede alquilar. ¿Por qué? Porque mi mamá no tiene plata, no tiene una casa a su nombre y por ende, no tiene título de propiedad, que igual acá no me serviría. Pero igual, aunque tengas plata, no te podés insertar. Me di cuenta de eso cuando ya tenía plata, pero igual me pedían garantía para alquilar. Le dije: te pago un año completo, te pago ahora dos años completos. Igual no querían. El problema no era la plata. Era que yo no tenía determinados instrumentos y por eso me quedaba afuera.
-¿Y acá cómo es?
-Acá venís y alquilás. Y si no pagas, te vas. Acá en la villa existe un mercado que el Estado no apaña y funciona eficientemente. E integra. Eso es el libre mercado. Fijate dónde esta la falla: un buen pagador, yo, no encuentra en el mercado formal porque no tiene garantía de propietario. Ahora, ¿por qué el que te alquila te pide garantía de propietario?
... -hago silencio.
-Para que no le usurpen la propiedad. Para protegerse, la gente entrega su propiedad a la inmobiliaria. Y la inmobiliaria cuida a quien le dio la propiedad. Si la gente te usurpa la casa, ¿quién debe cuidar la propiedad? El Estado. Pero el Estado terceriza ese trabajo en la inmobiliaria y eso encarece el mercado. Lo mismo con autopartes…
-¿Por qué es lo mismo con las autopartes?
-Cuando las vas a grabar las autopartes es porque el Estado te está avisando que te van a robar. Eso te pasa cuando se avasallan la propiedad privada. El Estado nos cobra impuestos al tiempo que genera un mercado para poquitos. La gente tiene que pagar caro porque no hay oferta.
Liberty 31, un bar anticuarentena
Cuando decretaron el aislamiento social, preventivo y obligatorio, Héctor estaba en Martínez, viviendo en la casa que pudo alquilar. Pero habían quedado por cobrar muchos purificadores en la Villa 31. Se las arregló para conseguir un pase sanitario y volvió al barrio y a la pieza que había conseguido: tres pisos arriba de este bar a la que se llega por escalera, con baño compartido. Decidió quedarse ahí. Sigue Héctor: “Cuando llegué a la villa me di cuenta de que todo lo que decía la tele era una mentira. Que sacaban a los muertos de acá y de la 1-11-14 por atrás. Nos pusieron un arco en la entrada al barrio que nos 'fumigaba', venían los tipos vestidos de blanco... Pero adentro, había fiesta, feria, partidos de futbol… Y ahí empiezo a ser anticuarentena. No anticovid: yo no niego la existencia del virus, pero sí soy anticuarentena”.
El barrio Carlos Mugica forma parte de la Comuna 1, compuesta por Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución. El 14,1% de los vecinos votaron a La Libertad Avanza en 2021. El primer dato es que la derecha podría convertirse en la tercera fuerza en la Ciudad, algo inédito. El segundo dato es que aquí el oficialismo perdió diez puntos en comparación a las primarias de 2019. Algunas cosas cambiaron desde entonces: habilitaron la palabra “militancia” entre los jóvenes libertarios y los símbolos de la campaña siguen siendo económicos. Pero también es notable que, cuando más conservador es el discurso de Milei, más se fragmenta el espacio entre los jóvenes. Ocurrió en la presentación que hizo Milei en la presentación de su libro en la Feria. Ocurre ahora en la voz de Héctor: “Yo no pienso lo mismo que Javier en cuestiones como el aborto, por ejemplo”. Más tarde, le pedirá al puestero del frente que saque los carros de supermercado que están encadenados a la reja de su bar. De alguna manera llegaron a la feria y alguien les ha puesto precio. Acá todo se vende.
VDM/MF