Cuando se habla de tratamiento psiquiátrico, lo primero que se piensa es en la práctica y tradición occidental, con laboratorios, patentes, fases de pruebas y, sobre todo, en la inmediatez de los medicamentos: esas pastillas que recetan los médicos y se compran en las farmacias bajo receta. Sin embargo, en los últimos años, ante las limitaciones de muchos tratamientos convencionales, ha surgido desde los ámbitos de la salud el consumo de hongos como una alternativa natural para abordar las dolencias psicológicas.
Potenciado en el mundo de las redes sociales, el consumo de hongos no se limita solamente en la práctica recreativa, sino que se metió de lleno en el tratamiento de distintas problemáticas como la ansiedad, la falta de concentración, energía, depresión, entre tantas otras. Muchos profesionales de la salud dieron un paso adelante y trabajan con “microdosis” o “macrodosis” durante el tratamiento de sus pacientes. Además, es un elemento cada vez más sencillo de conseguir, cultivar y su precio es accesible si se lo compara con el valor de los medicamentos industrializados.
Existen muchas experiencias con respecto al consumo. Al respecto, Nacho Bottinelli, presidente la Asociación Psicodélica de Argentina, en diálogo con elDiarioAR, relata que comenzó en el mundo del yoga y la meditación hace 10 años, y que eso lo terminó conectando con los hongos psicodélicos: “Me fui a vivir a Brasil a trabajar en una empresa de tecnología relacionada a eventos como fiestas electrónicas y siempre consumí psicodélicos por uso recreativo. Pero luego con yoga y meditación me fui conectando más con el lado de la transformación interior que promueven estas sustancias”.
En esa línea, detalla que en el país vecino comenzó a experimentar con la ayahuasca, una bebida tradicional amazónica que se prepara a partir de la combinación de plantas y que gracias a su compuesto psicoactivo DMT (dimetiltriptamina) tiene efectos alucinógenos, que allí es legal. Luego sumó el consumo de hongos, cuyo consumo en territorio brasileño no está penalizado, a pesar de que su cultivo y comercialización mantiene “grises legales”, situación que fomenta que su ingesta esté popularizada, entendida también como medicina natural y originaria.
En cambio, los hongos psicodélicos son sustancias ilegales en Argentina, según la Ley Nacional de Estupefacientes (Ley 23.737). Sin embargo, en los últimos años se fogoneó un creciente debate hacia una revisión de las políticas de drogas, incluyendo propuestas para despenalizar o legalizar el uso terapéutico de ciertas sustancias psicodélicas, como los hongos.
Salir del “under”
Con más libertades que en Argentina, Bottinelli se sumergió en el mundo “fungi”. Comenzó a trabajar en la temática, y cuando regresó al país, hace 3 años, “salió del closet”. Abiertamente, empezó a cultivar y a escribir sobre el tema, a charlarlo con amigos y a hacer activismo. De ese germen nació la Asociación Psicodélica Argentina: “Se fue creando con personas que conectaba por Internet, como psicólogas o gente que trabajaba con esto desde el ‘under’”, recuerda. Armó un grupo de investigación en Buenos Aires “donde estudiaban y se reunían todas las semanas, haciendo experiencias de grupo”. La idea era clara, afirma, tenían que salir del under.
“Muchas de las personas que lo empezamos a usar vimos cambios y transformaciones de autoconocimiento”, explica y detalla sobre su fuerte experiencia. “Mi mamá es paciente psiquiátrica hace más de 20 años. Tiene un cuadro de depresión mayor, es decir, que es resistente a psicofármacos. Los hongos me estaban haciendo bien y hay investigaciones que avalan el uso de hongos para el tratamiento de la depresión, ahí fue que empecé a profundizar en el tema, motivado por la idea de que, si me ayudaba esto a mí, podía ayudar a otras personas”.
Sobre la asociación, destaca que “es un grupo diverso, con médicos, psiquiatras, psicólogos, cultivadores y usuarios varios, y para darle una entidad más seria se formó la asociación civil ‘Pisocode.ar’”. Finalmente, destaca que “con el auge de las microdosis, de los hongos y de documentales en Netflix, la actualidad confirma que estaban en el lugar correcto en el momento correcto”: los hongos medicinales resurgen para proponer la vuelta a lo natural.
Adaptógenos y psicodélicos
Existen dos tipos de hongos, adaptógenos y psicodélicos. Bottinelli explica que la diferencia entre ambos radica en que “los adaptógenos tienen principios activos que ayudan a adaptarnos mejor a las situaciones de estrés, de la vida cotidiana”, y que no son psicoactivos; no tienen alcaloides que impacten en la cuestión de alterar nuestro estado de conciencia. Entre ellos, tenés la Melena de León, Reishi, Cordyceps, entre otros, y son fáciles de cultivar, incluso de manera casera“.
En cuanto a los psicodélicos, asegura que son “los hongos psilocibios, que hay más de 200 especies diferentes y tienen un principio activo. El más conocido es la psilocibina, una molécula mimética a la serotonina, que es lo que produce el efecto psicoactivo cuando los ingerimos, de alterar nuestro estado de conciencia”.
“Hay otros como Amanita Muscaria. Tiene otros principios activos como el muscimol, que no son psicoactivos desde el mismo lugar que la psilocibina. Este es el típico hongo rojo con pintitas blancas. Los Psilocybe cubensis tienen un ciclo de cultivo muy rápido, en 20 o 30 días crecen, y el proceso es simple”, detalla.
Daiana Dell'Amico, al igual que Bottinelli, no sólo es usuaria, sino que ella es psicóloga y desarrolla tratamientos terapéuticos con algunos pacientes a base de hongos. “Las personas necesitamos otro tipo de respuestas frente a un montón de cosas que nos pasan en la vida, frente a la búsqueda de bienestar”, explica.
“Mi contacto con los hongos comenzó hace algunos años, inicialmente de manera recreativa. Sabía que los hongos eran psicodélicos, y esa palabra no me asustaba, sino que me atraía”, reconoce. Y agrega: “Siempre me ha gustado buscar el origen de las palabras, y 'psicodélico' significa manifestación del alma”.
En su camino, sintió una “gran comunión y un sentimiento oceánico de unidad”, lo que la llevó a profundizar su interés e investigación sobre los hongos: “Me di cuenta de que tenían un gran potencial terapéutico”. Además, señala: “Los hongos también me ayudaron a conectar con aspectos personales. Hice un proceso de microdosis que me ayudó a atravesar un duelo en el que estaba con mucha ansiedad. Todo ese proceso de microdosis me sirvió muchísimo”.
Hoy en día, en las carreras de psicología, según Dell'Amico, se enseñan distintas corrientes avaladas por el discurso científico. Tanto en la Universidad de Buenos Aires (UBA) como en la Universidad Nacional de Rosario, donde ella se graduó, prevalece un fuerte sesgo analítico. “La verdad es que no se ve nada de esto, pero creo que los hongos y otras plantas maestras o psicodélicos abren la conciencia”, afirma.
“Mucha gente hoy en día viene directamente buscando una psicoterapia con microdosis. Esto tiene que ver con que es algo propio de nuestra época y se ha empezado a visibilizar mucho más, además de que los tratamientos tradicionales no dan respuestas. Esto aparece como una alternativa, como una posibilidad”, destaca.
No obstante, “nada es mágico”. El hongo o las microdosis son herramientas que apoyan al proceso terapéutico, pero la persona tiene que comprometerse e interiorizarse, “porque si no estamos buscando suplantar la pastilla por la microdosis”.
Experiencias
Mercedes Vitale también compartió su experiencia con este medio, buscando derribar los mitos y prejuicios que rodean al mundo fungi. Vitale cultiva hongos con su pareja, un doctor en química, y producen microdosis para terapeutas que ya trabajaban con hongos mucho antes del boom actual. “Entre charlas, entrevistas e investigaciones con terapeutas, comenzamos a aprender, a establecer criterios y a tomar las investigaciones disponibles para ponerlas en práctica. Así fue como empezamos a acompañar los procesos con microdosis”, explica.
Mercedes, junto a su pareja, detalla que también realizan “limpiezas y depuraciones con plantas para poder llevar a cabo un proceso integral”. Explica que “en los procesos con microdosis se sigue este formato ancestral porque, por ejemplo, antes de empezar a tomar una medicina sagrada, se realiza una limpieza del cuerpo, y para llevar a cabo esa limpieza se utilizan plantas”.
“Las plantas para la limpieza son todas de la medicina comechingón, ya que su territorio llega hasta la provincia de Buenos Aires. En nuestra experiencia, estas plantas tienen muy buenos resultados. Por ejemplo, hay plantas que realizan una limpieza del sistema nervioso, y como los hongos también trabajan sobre el mismo sistema, obtenemos resultados muy positivos”, enfatiza.
Los hongos tienen la ventaja de que pueden ser cultivados en lugares chicos, como en una casa. Mercedes y su marido tienen un laboratorio casero y en él mezclan los conocimientos que fueron recopilando de la experiencia propia y de otros, con las bases de la ciencia occidental, como el método científico: “Somos hijos de esta cultura, necesitamos estos marcos de la medicina occidental”.
No obstante, al no ser, como ya se afirmó, una pastilla mágica siempre aclara es un proceso en el cual no se puede garantizar un resultado repetido porque cada persona es distinta. “Esto quizás es lo más distinto a lo psicofármacos, porque no va a actuar inhibiendo una hormona, un receptor, funciona de forma mucho más integral”, compara.
Lo que duele, lo que sana
Georgina B. descubrió el mundo de los hongos primero por motivos personales. “Entré en una depresión y me mandaron a un psiquiatra para hacer un tratamiento con pastillas, todo químico, con antidepresivos”. Después de comenzar ese tratamiento, encontró en las redes sociales a los chicos de “A Gozar de la Existencia”, que ofrecían un programa mensual llamado “In to the Micro”.
Según explicó Georgina, semanalmente realizaban una toma de microdosis, explicaban bien el tema y charlaban. “Empecé a seguirlos, pero por mis horarios de trabajo no podía asistir a todas las clases o reunirme el día que se juntaban. En un momento abrieron 'Micro on Demand', que era la posibilidad de hacerlo a tu ritmo, con un programa específico”, recuerda y afirma que eso la convenció.
Lo pudo charlar con su psiquiatra, que no estuvo de acuerdo con su idea de tratar su depresión con el consumo de los hongos. “Me dijo que no mezcle y esto es algo importante que también se los pregunté a los chicos de A Gozar de la Existencia. No hay que mezclar, siempre preguntar y hablar con el terapeuta cuando uno está tomando medicación”, advierte, revelando que finalmente optó por dejar el tratamiento con antidepresivos.
En enero del 2023 empezó con el programa y para ella fue “increíble”. Se propuso un “protocolo de consumo”: un día de toma de microdosis, dos días de descanso, y se repite. Se empieza con 0.1 gr. de psilocibina, una microdosis y la ingesta es acompañada de ejercicios que requieren dedicarle “tiempo y presencia”: “Lo más importante de todo esto es la intención que vos le pongas a tu proceso”.
El resultado de este tratamiento “es tan o más efectivo” que cuando se utilizan pastillas o medicamentos químicos. La gran diferencia radica en que se hace “desde un lugar más amoroso”, que propone un camino de autodescubrimiento. Es trabajar con las raíces del malestar y no paliar el síntoma con pastillas que alivian el dolor momentáneamente.
Esta es la filosofía con la que Bottinelli explica el funcionamiento de los hongos en tratamientos terapéuticos: “Es una dinámica similar a la de hacer terapia. Uno va al psicólogo/a para que te asista en ese camino de sanación, para que me caigan las fichas necesarias y hacer los cambios en mi vida que hay que hacer, y abordar un problema desde su origen”.
Es que el consumo de hongos psicodélicos auspician una suerte de “ventana” al inconsciente, especialmente cuando se aplican macrodosis, donde uno puede asomarse a ver lo que “dejó bajo la alfombra”: “Con esto, se abre un portal para poder entrar ahí de una manera más compasiva y amena. Muchas personas dejamos traumas y asuntos pendientes tapados, que igual duelen, molestan. Es lo que esta cultura en la que vivimos nos propone, porque no hay tiempo, porque hay que seguir laburando, salir adelante, ser productivo/a. Cuando vos entrás a esos lugares, los podés empezar a aflojar y entender desde otro lugar”.
“Fue movilizante lo que fui viviendo”, cuenta Georgina, destacando que “ya no tiene los mismos pensamientos negativos que antes”. “Aunque hay momentos de tristeza, porque el hongo no te mantiene en un mundo lindo y de colores, logré dejar el alcohol y el cigarrillo que consumía por mi estado de ansiedad. Tengo hábitos más sanos y una vida más estable”.
Los testimonios son numerosos, cientos, miles de personas que no buscaban simplemente “un viaje”, sino una sanación que la medicina tradicional no les podía ofrecer. Esto no busca deslegitimar ni poner en duda dicha medicina, sino que representa otra búsqueda, otra respuesta, un retorno a lo natural. La apertura hacia otras opciones se ha abierto camino de manera notable en las redes, y todo indica que no se detendrá.
FG/EN/MG