Las pandemias suelen convertirse en catalizadoras de cambios urbanísticos, acelerando tendencias preexistentes y generando cambios de largo aliento que se imprimen sobre la historia de las ciudades. Pero mientras Argentina se prepara para la segunda ola de Covid-19, las preguntas sobre el impacto inmediato del nuevo escenario sobre Buenos Aires se vuelven más urgentes.
“El cambio más notorio está teniendo lugar en el microcentro”, explica a elDiarioAR Fernando Bercovich, sociólogo y especialista en temas urbanos. “Allí funcionan las principales dependencias públicas y una parte importante del sector servicios, que el año pasado se adaptó rápidamente a esquemas de teletrabajo.”
Las postales de bares que cierran y locales comerciales con las persianas bajas podrían volverse más comunes si los niveles de actividad en el área central se apagan una vez más. Según estadísticas del Gobierno de la Ciudad, uno de cada tres ocupados trabajaron desde su domicilio durante el cuarto trimestre de 2020, momento en el que el área metropolitana ya estaba pasando del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) a un esquema de distanciamiento social (DISPO). Para desgracia del sector comercial del microcentro, el trabajo remoto parece ser cada vez más atractivo tanto para empleados como para empleadores. “En los últimos meses, muchas de las empresas que alquilaban oficinas en el microcentro dejaron de hacerlo, y la cuenta les cerró tanto económica como organizacionalmente. Este fenómeno, que apareció durante el ASPO, va camino a convertirse en algo más permanente”, dice Bercovich.
Claro que la posibilidad de hacer teletrabajo no es extensible a todos los rubros. Sectores como los financieros, de seguros, de información y comunicación y profesionales están mejor preparados para una “mudanza acelerada” al mundo virtual, mientras que los rubros manufactureros, de almacenamiento y de la construcción cuentan con mayores dificultades para pasar al mundo virtual. De hecho, de acuerdo con un informe de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), el 40% del total de empleos del país tiene un potencial nulo para pasarse al teletrabajo. Es decir que el nuevo escenario trae rupturas y continuidades.
Desplazamientos y conflictos
En términos de movilidad, el Secretario de Transporte y Obras Públicas de CABA, Juan José Méndez, confirmó este mes que el transporte público “seguirá siendo sólo para esenciales”, aunque se prevén mayores controles en colectivos por parte de la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) para evitar que haya más de 10 personas paradas viajando y para comprobar que se cumpla la obligación de mantener las ventanillas abiertas. El desafío ahora que comienzan los fríos es que las personas salgan de sus hogares debidamente abrigadas y resistan el impulso por impedir la circulación de aire en el transporte público.
Aquellos que busquen evitar el transporte público y no quieran (o puedan) dejar una porción importante de sus ingresos en taxis continuarán engrosando el pasaje hacia modos activos de movilidad, caminando más o aprovechando la última intervención importante en la trama urbana de la ciudad: las bicisendas de las avenidas Córdoba y Corrientes. Si bien inicialmente se las anunció como parte de una experiencia piloto, fuentes de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Ciudad confirmaron a elDiarioAR que esas ciclovías de mano única “llegaron para quedarse”. Aunque de continuar el boom de la bici, los viajeros podrían encontrarse con embotellamientos de bicicletas, en especial en tramos de Palermo, Parque Saavedra y sectores de la avenida Libertador (en especial en los cruces con Olleros y Sarmiento), ya que a pesar de la multiplicación de viajes no hay fecha de inicio de obra para nuevas bicisendas.
Un último tema que viene ganando espacio en la agenda pública, y que podría ser clave de cara a la segunda ola, es la falta de espacios verdes públicos para el disfrute de aquellos más afectados por un regreso al encierro. Buenos Aires no solo cuenta con pocos metros cuadrados de áreas verdes por habitante sino que además existen varios barrios en la ciudad donde las plazas y parques brillan por su ausencia. “El creciente consenso en la materia es que deberías tener un espacio verde usable a 10 minutos de caminata de tu casa o menos. Ese sería el número mágico a partir del cual la gente los incorpora en su vida cotidiana”, dice Antonio Vázquez Brust, consultor en análisis de datos para proyectos urbanos. En su Atlas de Espacios Verdes hecho para la Fundación Bunge y Born, Vázquez Brust muestra cómo importantes segmentos de la población de Almagro, Boedo y Villa Crespo (entre otros barrios) están demasiado lejos del espacio verde público más cercano.
En este contexto, Bercovich cree que en los próximos meses podrían aumentar las disputas por el uso de ese espacio, como ya se observa en algunas de las plazas más concurridas de la ciudad, donde personal trainers, instructores de zumba y hasta profesores de taekwondo compiten por las escasas porciones de espacios públicos al aire libre y terminan por expulsar a quienes hacen un uso no comercial de los parques. “Sería raro no ver escenarios de conflictos”, concluye.
FP