En la Argentina, un estudiante que termina la escuela secundaria en el tiempo previsto y con niveles eficientes de Lengua y Matemática es un caso llamativo: sólo lo logra el 16% de quienes ingresan a la escuela primaria. En algunas provincias, ese estudiante que tarda 12 años -y ni uno más- en pasar por la primaria y la secundaria y egresa con conocimientos suficientes es, más que un caso llamativo, una excepción en medio de la debacle crónica del sistema educativo argentino.
Chaco, Santiago del Estero y Formosa son las tres provincias con peores resultados: sólo 5 de cada 100 estudiantes consiguen ese objetivo. Debería ser la trayectoria garantizada por el Estado porque el derecho a la educación se cuenta entre los más fundamentales, pero se trata de casos cada vez más aislados.
Los datos son el resultado de una investigación del Observatorio Argentinos por la Educación, que cruzó la información sobre desgranamiento escolar -que se produce cuando un estudiante repite de año o se desvincula completamente de la escuela- con los resultados de las pruebas Aprender 2019. En ese estudio, el observatorio determinó el escenario de las 23 provincias y de la Ciudad de Buenos Aires, y Chaco, Santiago del Estero y Formosa obtuvieron las tasas más bajas de todo el territorio.
La crisis educativa ya era profundamente visible antes de la pandemia. El Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de 2019, una evaluación llevada a cabo por la Unesco, posicionó a la Argentina por debajo del promedio de América Latina y el Caribe en Matemática, Lectura y Ciencias Naturales. Fue, según admitió el actual ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, la mayor caída de la Argentina respecto no sólo de otros países sino de sus propios resultados desde 1993.
Pero la pérdida de eficacia de la educación argentina, mensurable en los resultados de las pruebas internacionales estandarizadas, también es mensurable en las trayectorias educativas -y de vida, finalmente- de esos estudiantes. La región del noreste, aunque no en su totalidad, parece ser el escenario más crítico.
“No nos sorprenden”
“Las cifras sobre Santiago del Estero nos golpean pero no nos sorprenden. Tanto a nivel nacional como a nivel provincial son el resultado de políticas que no están orientadas a la verdadera calidad educativa”, dice Ana Blanco, ex secretaria general y actual vocal del Círculo de Profesores de Enseñanza Media y Superior de Santiago del Estero (CISADEMS), que también agrupa a docentes de primaria y jardín de infantes.
“El Consejo General de Educación, que es un cuerpo colegiado y tiene que tener representantes del mundo docente, está intervenido desde 2016 por el Poder Ejecutivo de la provincia. Hay prácticas gravísimas normalizadas: si un directivo o un docente se jubila o renuncia, ese cargo no se cubre. La mayoría de las escuelas de la provincia tiene entre 30% y 40% de cargos sin cubrir, ¿y qué pasa cuando no hay docente de algún área? Los alumnos aprueban por resolución, con una firma, como si fuera un decreto. Por ahí pasan tres años seguidos sin profesor y aprueban Lengua o Ciencias siempre por resolución. Sin aprender nada de nada”, describe.
No es la única práctica que vacía el derecho a educarse de quienes estudian en Santiago del Estero, según explica Blanco: “¿Sabés cuánta plata asigna el Estado para que cada alumno se alimente cada día? 6 pesos. Una banana cuesta 40, un turrón cuesta 30. En esta provincia donde lo que más abunda es la pobreza, muchos chicos sobre todo de las zonas más rurales iban a la escuela porque tenían un desayuno, un almuercito y un maestro que los contuviera. Ahora ese chico tal vez le falten varios maestros y además quieren darle de comer con 6 pesos por día. Si vos sostenés esa política pública estás haciendo todo para que el chico no vaya a la escuela y salga a trabajar al monte”.
elDiarioAR intentó dar con las autoridades educativas de Santiago del Estero, Formosa y Chaco, pero en ningún caso obtuvo respuesta.
“Promoción asistida”
“Formosa está lleno de chicos y chicas que terminan la primaria sin saber leer y escribir de forma adecuada. En la provincia, como en muchos otros lugares del país, tenemos un programa que se llama ‘Promoción Asistida’, que implica que el chico puede avanzar de año con una especie de anotación, y es que el año siguiente necesita asistencia en determinados contenidos. Por ejemplo, se supone que de primero a tercer grado los chicos tienen la oportunidad de aprender a leer sin que la dificultad obstruya pasar de grado, pero eso se extiende cada vez más, y lo concreto es que muchos salen de la primaria sin esos conocimientos”, explica Mirka Fernández, secretaria general del Gremio de Docentes Autoconvocados (GDA) de Formosa.
“En 2020 se aprobó un nuevo régimen para la escuela secundaria: se trabaja ya no en 13 ó 14 materias, sino en 5 áreas que agrupan contenidos. Indefectiblemente se pierden contenidos, es decir, la propuesta es que los chicos aprendan menos”, suma Fernández.
Para diagnosticar el escenario en Formosa, la titular de GDA sostiene: “Cuando empezó a implementarse la Promoción Asistida, hace seis o siete años, los docentes sabían cuáles eran los chicos que habían pasado de año bajo ese régimen, porque eran algunos. Ahora son todos”.
El resultado de estas políticas, explica Fernández, “es que el chico, que cada vez aprende menos, se va auto-retirando del sistema educativo: hay desde problemas de aprendizaje hasta deserción, y los chicos que llegan a la universidad tienen malos rendimientos”. “Al chico le va mal en la facultad y siente que fracasó, cuando lo que fracasa es el sistema educativo en el que está inmerso. El certificado de que terminó el secundario es un papel vacío, porque no certifica aprendizajes concretos. Es un panorama horrible”, subraya.
Esas políticas que empobrecen el aprendizaje y la trayectoria educativa de cientos de miles de estudiantes son las que se ven reflejadas en los resultados de la investigación publicada por el Observatorio Argentinos por la Educación. Aprobar es fácil. Aprender, cada vez más difícil.
JR