Domingo a la tarde, acaba de finalizar el Gran Premio de la Ciudad de México. El editor manda un Whatsapp. “¿Hubo alguna vez diferencias tan evidentes entre dos pilotos de una misma escudería dominante en un torneo? Diferencias en puntos y resultados, pero también en la percepción que dejan”.
Respuesta: “Sí, hubo”. Porque en la Fórmula 1 todo (o casi) ya pasó antes.
Casi todo: nunca nadie había ganado 16 Grandes Premios en una sola temporada como Max Verstappen lo logró con su triunfo azteca. Eso supone una fabulosa diferencia sobre todos sus rivales, no solo su compañero Sergio Pérez, que luego de abandonar en la primera curva de su carrera local, quedó 240 a 491 en puntos con su compañero ya tricampeón mundial.
Esa maravilla técnica que es el RedBull RB19 posibilita que la escuadra con sede en Milton Keynes (Inglaterra) haya ganado todas las competencias (menos una) del 2023. Que Pérez no haya sido rival para el campeón mundial desde la quinta carrera del año en adelante –hasta Azerbaiján se habían repartido dos victorias cada uno– explica en gran parte ese récord de Verstappen.
En 1950, el primer mundial de la historia de la F-1, Alfa Romeo ganó las seis carreras del torneo: Nino Farina, finalmente campeón, y Juan Manuel Fangio se repartieron los halagos en forma equitativa. Recién en 1988 otra escudería volvió a tan ser dominante: McLaren conquistó todos los triunfos (menos uno), pero aquel año sus pilotos eran Ayrton Senna y Alain Prost. El brasileño le ganó 8 a 7 al francés.
En cierto modo, esta temporada es inédita: un auto tan dominador no es aprovechado en forma similar por sus dos pilotos. Pero como (casi) todo ya pasó antes, no es tan complicado encontrar antecedentes.
En 1963, con el fabuloso Lotus 25, Jim Clark ganó 7 de los 10 Grands Prix del año. En ese momento fue record: nunca nadie había conquistado tantos primeros puestos en una sola temporada y tuvieron que pasar 21 años hasta que Alain Prost igualó la marca en 1984. Nadie recuerda quien era su compañero de equipo: ¿puede existir diferencia más evidente que esa entre dos pilotos de una misma escudería? (Para el registro, Trevor Taylor, el compañero de Clark en aquel año, apenas arañó un sexto puesto en Mónaco).
Para no abrumar con la estadística, algunos ejemplos sueltos: en el cuatrienio 1954-1957, ningún rival o compañero se sentía a la altura de Juan Manuel Fangio, que ganó todos esos títulos. Jackie Stewart conquistó sus dos primeros títulos, en 1969 y 1971, ganando más de la mitad de las carreras (6 de 11 en cada año); sus compañeros, Jean-Pierre Beltoise y Francois Cevert, fueron quinto y tercero, respectivamente, y entre ambos apenas ganaron una sola carrera.
En 1990 y 1991, Senna ganó sus últimos dos títulos sin que su compañero Gerhard Berger pudiera hacerle más mínima sombra: 6-0 y 7-1 en triunfos. Casi un resultado de tenis… Y eso que la del austríaco fue la mejor amistad que Senna logró cultivar en su paso por la máxima disciplina del automovilismo mundial. ¡Ah! Esa victoria aislada de Berger fue Japón 1991, cuando Ayrton lo dejó ganar sobre la meta porque ya se había asegurado la corona…
En 1992, manejando un auto casi perfecto, el Williams FW14B, Nigel Mansell logró 9 victorias sobre 16 posibles. Su compañero, el italiano Riccardo Patrese (uno de los mejores Número 2 del pasado reciente de la F-1) apenas logró un solo triunfo… cuatro carreras después de la coronación del inglés.
¿Qué decir de la Era Schumacher, en la que sus compañeros de equipo tenían prohibido acceder a los datos de telemetría del coche del alemán? En el título del 2002, el más aplastante, Ferrari ganó 15 de las 17 competencias; Schumi se quedó con 11. Su compañero, Rubens Barrichello, se quedó con 4 (pudieron ser 5 sin el escándalo de Austria, cuando lo obligaron a dejar vencer al germano compañero) y eso gracias a que fue el primero que tuvo acceso a la puesta a punto de su compañero.
Lewis Hamilton tuvo en Nico Rosberg un muy duro compañero, por lo que los torneos de 2014 a 2016, cuando los Mercedes acumulaban una ventaja de hasta 100 HP sobre los demás autos de la F1, fueron relativamente parejos. Pero en 2019 y 2020, sus años más dominantes, Hamilton logró 11 triunfos en cada torneo (22 sobre 38 posibles) contra 4 y 2, respectivamente, de su coequiper Valtteri Bottas. En 2021, cuando el inglés perdió el título contra Verstappen en aquel afiebrado cierre de Abu Dhabi, la cuenta dio 8 a 1.
Un lector inquieto podría argumentar, en contra, que ninguna de esas superioridades aplastantes es tan humillante como la actual. Cabe la siguiente valoración: la percepción que dejan hoy Verstappen y Pérez está acentuada por factores propios de esta época. Entre ellos, un campeonato kilométrico (23 carreras, nunca tan largo) que amplifica la diferencia, o la astronómica difusión de todo lo que ocurre en la F1 de hoy (TV, streaming, redes 24x7).
Este fin de semana, en el Gran Premio de San Pablo, en Brasil, Verstappen puede extender el resultado interno a 17-2. Checo Pérez puede darse por bien pagado si esta paliza no acaba con su carrera deportiva.
PV