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España, aparta de la derecha ese cáliz

Salvo para quienes leen elDiarioAR.com, que habían podido leer la noticia anticipada casi dos meses antes, los resultados de las elecciones  generales  en España, que negaron a los caudillos de la nueva derecha un triunfo con el que se relamían desde mayo, fueron una inquietante sorpresa. Acaso no sea exagerado advertir que los socialistas, vencidos pero en definitiva vencedores, y los populares, vencedores pero vencidos sin remedio, compartieron esa sorpresa.

Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa, es un donaire o decir de Juan de Mairena, un maestro rural inventado por Antonio Machado, un poeta republicano muerto en 1939, víctima de la Guerra Civil español que ese año ganó el generalísimo Francisco Franco. Las sorpresas alegres o exasperadas abrevan en la fuente de una misma fantasía. Los cada vez más antagónicos bloques de izquierdas y de derechas políticas que se disputan el poder en las democracias electorales europeas y americanas son cada vez más fieles a un mismo relato de cada vez más arisca  organización narrativa. Más aún, desde que cada vez se clarifica más el vocabulario, gracias a que las derechas se resisten cada vez con menor coquetería al ser llamadas derechas, también el lenguaje comienza a ser compartido.

El título de la historia es: La Derecha avanza. Hay que convenir que, en los términos globales de El mundo que es azul como una naranja, es irrefutable que es la premisa mayor de la política actual. Al punto de que sea difícil examinar nuestras rutinas que prefieren siempre, ante la opción, cualquier deducción que parezca validar con mayor vigor desnudo esa premisa verdadera, y de descartar siempre con indignación la que parezca morigerarlo con vestida precaución.

En las diez estaciones de esta entrega de la Newsletter de Política Internacional de elDiarioAR encontramos ejemplos de los desfallecimientos de nuestra fantasía. Nos mentimos más de la cuenta, en nuestros silogismos del poder y la gloria de la derecha, y de todos los vigores. 

1. ¡No pasaron!

Las caras de las figuras mediáticas de la derecha periodística o analítica en los medios españoles eran elocuentes en su contrariedad, fastidio, irritación, furia. La derecha había sacado más votos en las elecciones del domingo 23 de julio, pero la izquierda había ganado más y mejores apoyos en el parlamento. Un vencedor que perdió, y un vencido que ganó.

Un día después de celebrar elecciones generales el 23-J, la figura del futuro gobierno de España lucía su contorno rígido pero nítido. El popular Alberto Núñez Feijóo ganó las legislativas, pero perdió las elecciones. El aspirante a vicepresidente de una coalición derechista, el ultra Santiago Abascal, fue el gran perdedor del penúltimo domingo de julio. La suma de los votos de Feijoo y Abascal es insuficiente para formar gobierno. El socialista Pedro Sánchez salió segundo en las legislativas, pero puede ganar la reelección.

Cuatro veces presidente de Galicia, el candidato opositor fue el primer candidato de derechas español en lograr en su primera postulación que su partido ganara en las legislativas. Pero con 136 bancas es aritmética, parlamentaria y políticamente imposible que el líder del Partido Popular (PP) logre reunir para el bloque derechista los 176 votos de la mayoría. Llega hasta 171, sumados los 33 de la derecha extrema de Vox, el partido que se derrumbó el penúltimo domingo de julio.

2. Tampoco pasarán

Con 122 bancas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) cuenta con hasta 172 votos sumando los 31 de su socio de izquierda Sumar y las voluntades de sus aliados electorales regionalistas vascos y catalanes. Le es indispensable, pero no imposible, la abstención de los 7 diputados de Junts x Catalunya (JxC), el partido separatista cuyo líder está en el exilio.

El presidente Pedro Sánchez suma los votos de su socia y actual vicepresidenta segunda, la izquierdista Yolanda Díaz, y los de sus aliados electorales catalanes y vascos. También son insuficientes. A menos que el catalán Carles Puigdemont ordene a sus diputados que se abstengan en la votación del presidente en el Congreso. Sin Puigdemont no hay gobierno, ni de izquierda, ni de derecha. A nadie escapa la ironía de que la gobernabilidad del Reino de España dependa de un líder independentista, fugado del país, refugiado en la ciudad belga de Waterloo, sentenciado como criminal y cuya extradición reclama la Justicia de Madrid.

3. La derecha, unida, jamás será vencida

En España la derecha ganó las elecciones cuatro veces, dos con José María Aznar y dos con Mariano Rajoy, una vez cada uno con mayoría absoluta. En esas dos ocasiones, el PP representaba derecha y centroderecha. Vox nació de una escisión del PP. La presentación de dos candidaturas de derecha, de Feijóo y de Abascal, no le sirvió para formar gobierno, a pesar de los 11,4 millones de votos que suman.

Si ni PSOE ni PP pudieran formar gobierno, se repetiría la elección general, se volvería a votar, a fin de año, o incluso a principios de 2024, según el curso de los acontecimientos. En ese supuesto, la fuerza más debilitada sería probablemente Vox. Porque su electorado, que los estudios dicen que es mayoritariamente varón, de 44 años de edad, de una posición económica de momento desahogada pero que ven bajo riesgo, le importaba tumbar al sanchismo. Y con Vox no lo logran.

Los votos Vox del 28-M seguirán, en una hipotética elección repetida en el futuro, el camino de tantos votos Vox que el 23-J ya se drenaron al cauce materno: al PP. No es tampoco, y esto lo señala con minucia pero no sin crueldad Pablo Iglesias -ex líder de Podemos y ex vicepresidente del gobierno presidido por el socialismo  (re)devenido comentarista periodístico-, que haya habido y vaya a haber en España una más consolidada restauración de ese régimen que los politólogos clasifican pomposamente como ‘bipartidismo imperfecto’. Ocurre que con el sistema proporcional D’Hondt, que castiga a los partidos nuevos relativamente más pequeños, aplicado en cada una de las 52 circunscripciones electorales en que se votan diputados, al antisanchismo le es más redituable votar PP.

4. Le exijo, es más, le suplico, Sr Sánchez, tenga Vd a bien derogarse a Vd mismo

 “Feijóo es como el coyote en los dibujos animados, persiguiendo al correcaminos –el símil es de Ignacio Escolar, director de elDiario.es-  De repente estaba corriendo por el precipicio, se paraba de frenada y durante unos segundos , mientras no miraba hacia abajo no caía”.

El martes 24, en la reunión de la cúpula del PP en Madrid, todos los altos mandos populares cerraron filas en torno al ganador de los 136 escaños que había creído que iba a ganar 150 ó 160, el gallego que había venido a Madrid para triunfar y derogar al sanchismo, y que la noche anterior, desde el balcón, le había pedido al sanchismo que por favor tuviera a bien derogarse.  Y que lo dejara gobernar a él, a Alberto Núñez Feijóo, porque había ganado más bancas. El pedido resulta desconcertante, porque aún si el madrileño Sánchez tuviera la deferencia que le piden, con 136 bancas no es posible gobernar en solitario.

5. ¿Es España una mujer?

Gallego como el generalísimo Francisco Franco, a Núñez Feijóo tocó presidir el amargo festejo pírrico de sonrisas perfectamente bien forzadas de la noche del domingo 23-J en la sede partidaria madrileña, y constatar lo que sabía de sobra, que en el Reino no se ganan mayorías absolutas como él las ganó por cuatro veces consecutivas en su Xunta autonómica.

En el balcón de victoria de la calle Génova 13, donde se celebran los triunfos populares, todos de blanco. Menos Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid con mayoría absoluta ganada el 28-M, de camisa roja. Debajo del balcón, el pueblo madrileño no gritaba Feijoo, perdedor del verano, coreaba el apellido de la gran ganadora de primavera: “¡Ayuso, Ayuso!”.

Ayuso arqueó las cejas como quien dice ‘Yo no fui’ cuando el coro empezó a corear y Feijóo con la boca seca le dijo: “Gracias, presidenta”. Con algo de bailaora folklórica de publicidad turística del franquismo, slogan fotográfico de los afiches pegados  en las estaciones de trenes de la pálida Alemania que representaba al sol de España (en alemán, el sol es die Sonne, vale decir que en la lengua germánica el astro rey es de género femenino).

 

6. El ultraísmo de los medios desaforados

Verba, un sistema que cuenta cuántas veces se menciona una palabra en los informativos, señala que en los últimos tres años y medio desalojos (de inquilinos atrasados en pagar el alquiler, la palabra es desahucios en español peninsular) fue pronunciada 537 veces en los noticieros de la Televisión Pública (RTVE). En el mismo lapso, en los mismos noticiarios, hubo 3.050 menciones de ETA. Es decir, se menciona muy poco lo que existe, y muchísimo lo que no.

Hubo decenas de miles de desahucios en el período de la Legislatura concluida. A esa masa de votantes, las políticas sobre ley de alquileres guían su voto más que las acusaciones de pro etarra y de franquista intercambiadas. ¿A cuántos, más que el advertir la aberrante parcialidad de medios en campaña?

7. El centrismo de los electorados apocados

Aquello que a los nuevos votantes del PP atrae en el PP es aquello que en Vox repugna a los ex votantes del PP que siguieron fieles a Vox: el centrismo, el aplomo, la moderación, el suave progresismo. Las victorias del PP en las autonomías son amplias y en los parlamentos regionales las mayorías son ahora populares. Mayorías, ay, insuficientes para formar gobierno sin formar una coalición con Vox, que es la ultraderecha, el frenesí sin filtros, la inmoderación, el feroz antiprogresismo.

El voto punitivo que retiró sus apoyos el 28-M a la coalición gobernante para así dejar en minoría a una alianza que sólo funcionaba por el pacto con la izquierda, no perseveró en su apoyo al PP al punto de contribuir en colocar en La Moncloa a un presidente del Gobierno que sólo lo será gracias al pacto con el extremismo de la ultraderecha de Vox.

Sánchez estaba firmemente convencido de esta moderación, y la razón lo asistió. En su discurso a las bases movilizadas, pronunciado el martes 29 de mayo, había apostado que España hablaría claro el 23 de julio. Y el electorado diría qué quiere: si un jefe de gobierno que gusta fotografiarse con el demócrata Joe Biden, representante del Establishment, del Pentágono y de Wall Street (un gallego como Feijóo), o uno que prefiere retratarse junto al brasileño Lula, el primer obrero presidente en su país (un madrileño como el propio Sánchez). Si algo es seguro, es que el electorado dijo qué era lo que no quería. Algo que lo es mucho menos, cuáles fueron los motivos que hayan determinado el voto, por más que remitamos a los avances y retrocesos de la Derecha como pozo del saber.

8. Frankenstein con peluca

Inés Arrimadas fue la líder de Ciudadanos, el movimiento centroderechista liberal (aunque anti neoliberal) nacido tras la crisis de 2008 del movimiento de Indignados, del cual emergió también, hacia la izquierda, Podemos. Esta semana se despidió de su banca como diputada en las Cortes del Reino de España y se despidió de la vida política.

En las elecciones generales del 23-J, Ciudadanos no se presentó. Aunque es posible que muchos de sus votos hayan ido al PSOE, la verdad aceptada es que Ciudadanos fluyó, como un respetuoso afluente, en el cauce del PP. En todo caso, Arrimadas conoció el dilema que enfrenta ahora Feijóo. Candidata a la Presidencia de la Generalidad de Cataluña para las elecciones al Parlamento de Cataluña el 21-D de 2017, Ciudadanos fue el partido más votado con 36 escaños, pero los catalanistas obtuvieron la mayoría absoluta. Con mayoría de bancas, pero sin mayoría de apoyos, Arrimadas desistió de presentarse a la investidura. Es lo que debe decidir Feijoo: si presentarse a una elección parlamentaria en la que será derrotado porque no llega a la mayoría absoluta de 176 bancas necesaria para imponerse en primera vuelta, o pasar directamente al paso siguiente, una votación con mayoría simple de escaños, en la que será derrotado.

Al despedirse, Arrimadas aludió al por qué de esa derrota. Dijo: “Decían que iban a acabar con Frankenstein”. La derecha llamaba Frankenstein, no hace falta insistir en que la alusión es despectiva, al gobierno de Sánchez, por recurrir a votos de partidos independentistas vascos y de todas las izquierdas para poder llevar adelante y concluir con buen éxito sus iniciativas legislativas en el Parlamento. Y añadió Arrimadas: “Pero aparentemente habrá Frankenstein con peluca”, en alusión a la cabellera adquirida por Carles Puigdemont, el líder de la formación independentista catalana Junts per Catalunya (JxC) de cuya abstención depende que Sánchez pueda formar gobierno.  

9. ¿Qué será más democrático, el balotaje de las repúblicas presidencialistas o el baile de las bancas en los reinos parlamentarios?

La gobernabilidad del Reino de España está a la merced de Junts per Catalunya (JxC), un partido que es la cuarta fuerza política en Cataluña, y que el 23-J hizo la peor elección de su historia. Este último dato de mal y deteriorado desempeño electoral de JxC es el más importante. Aquel que influirá sobre la decisión final que medite Carles Puigdemont en su 'embajada catalana' de Waterloo, localidad belga donde se libró la batalla de la derrota final napoleónica.

El Partido Socialista de Cataluña (PSC) hizo una brillante elección, y se colocó como primera formación política en la Autonomía. Barcelona no quiere a Vox en Madrid. ¿Lo quiere Waterloo? Si JxC vota consistentemente No a la posibilidad de que el PSOE forme gobierno, habrá nuevas elecciones. ¿Y cómo saldrá en ellas JxC, que ve sus votos menguar, y ganar en cambio, relativamente, a su rival independentista de izquierda, Esquerra Republicana (ER)? Además de la fatiga ciudadana y del gasto público de una nueva elección, ¿quiere quedar en la foto y en la historia como el partido que dio una nueva oportunidad a la derecha? ¿En la misma foto que Vox, un partido en cuya plataforma refulge como una misión histórica, ratificada después del 24-J, el ilegalizar para siempre a JxC? (Y al propio destino judicial del propio Puigdemont, encausado por el referéndum independentista catalán de 2017, ¿no le es más provechoso un gobierno progresista?).

Además, JxC concesiones puede obtener, de un gobierno PSOE-Sumar, a pesar de que en la pasada Legislatura sistemáticamente votó en contra de todas sus iniciativas. Porque, y es otra paradoja, si los catalanes que forman el electorado de JxC no fueran catalanes, fueran castellanos, votarían Vox o PP. Porque la base social de JxC (heredados o recaudados de Convergencia y Unión, el partido de Xordi Pujol), es anti socialista y anti izquierdista por antonomasia, como también es xenófoba.

10. Facebook, tus extremos me tocan

De cuatro nuevos estudios independientes publicados bajo referato el jueves 27 en las revistas académicas Science y Nature puede extraerse el corolario de que el algoritmo de Facebook favorece los trazos más gruesos. Que el algoritmo decide rápidamente la orientación política de un usuario de la red social a partir de sus posteos y navegaciones, que una vez decidida ya no revisa cuál es, y que empieza a derivar hacia él informaciones, servicios, publicaciones, todo tipo de aperitivos que corresponden al ala más extremista de esa orientación asignada.

El algoritmo, como a veces los analistas políticos, se escabulle del engorroso trabajo de pensar. Y de hacer el ridículo enviándole a un usuario materiales sin vigor. Escoge y le envía a cada uno todo lo que a sus ojos es de valor indubitable, puro y duro.  Que corresponde únicamente a la izquierda o únicamente a la derecha, según su visión -si la metáfora visual vale para un algo-. Porque si una fake news es de ultra izquierda, no hay duda de que es de izquierda, si es de ultra derecha, no hay duda de que es de derecha. Porque todo zurdo es un chavista pro etarra, y todo facha se filma en secreto bailando con esvásticas. ¿No vivimos en una polarización que se extrema? ¿No habíamos quedado en eso? 

AGB

Salvo para quienes leen elDiarioAR.com, que habían podido leer la noticia anticipada casi dos meses antes, los resultados de las elecciones  generales  en España, que negaron a los caudillos de la nueva derecha un triunfo con el que se relamían desde mayo, fueron una inquietante sorpresa. Acaso no sea exagerado advertir que los socialistas, vencidos pero en definitiva vencedores, y los populares, vencedores pero vencidos sin remedio, compartieron esa sorpresa.

Se miente más de la cuenta / por falta de fantasía: / también la verdad se inventa, es un donaire o decir de Juan de Mairena, un maestro rural inventado por Antonio Machado, un poeta republicano muerto en 1939, víctima de la Guerra Civil español que ese año ganó el generalísimo Francisco Franco. Las sorpresas alegres o exasperadas abrevan en la fuente de una misma fantasía. Los cada vez más antagónicos bloques de izquierdas y de derechas políticas que se disputan el poder en las democracias electorales europeas y americanas son cada vez más fieles a un mismo relato de cada vez más arisca  organización narrativa. Más aún, desde que cada vez se clarifica más el vocabulario, gracias a que las derechas se resisten cada vez con menor coquetería al ser llamadas derechas, también el lenguaje comienza a ser compartido.