Fundar un diario en épocas digitales atravesadas por pandemia suponía un desafío fuera de escala para dos periodistas que se reencontraban después de algunos años de distancia sólo geográfica. Fue a finales de abril, 2020, cuando junto a Guillermo Culell iniciamos conversaciones con nuestros colegas y amigos españoles de eldiario.es. Para nuestra total sorpresa, el vértigo se cargó la idea al hombro. En pocas semanas, después de expeditivas reuniones mantenidas a distancia, estábamos en condiciones materiales de organizar la salida de elDiarioAR.
Fuimos a buscar a quienes compartieran esa decisión fundante de protagonizar un medio honesto y transparente, que hablara en voz alta pero no a los gritos, basado en el modelo de aporte voluntario de sus lectores para mantener total independencia al tiempo que libre acceso. Sumados Martín Sivak y Silvina Heguy al proyecto, pronto se armó en la virtualidad un equipo sobresaliente de redactores y columnistas que, a pesar de confinamientos y cuarentenas, logró amalgamar una propuesta periodística autoexigente en la relevancia y el rigor. Con ellos construimos una agenda vibrante, diversa y desprejuiciada, con foco en los conflictos y las tensiones de la sociedad argentina.
Afrontamos ahora nuestro tercer año de vida. Con mérito individual y esfuerzo colectivo hemos alcanzado el centro de atención de una comunidad de fieles socios y de una audiencia de ávidos interesados. La libertad para seguir haciendo el periodismo en el que creemos empieza por entender, no sin asperezas, cómo garantizar su sostenibilidad. No hay especulación económica, no hay lucro empresario en la vocación, pasada o presente, de quienes conducimos elDiarioAR. Necesitamos mejorar nuestros ingresos o seguir administrando con austeridad, sí. Pero sólo para que se vuelva posible la potencia crítica y transformadora de nuestras investigaciones y crónicas.
Somos un diario en construcción. Nuestro sueño sigue vivo.