¡Update! Mauro Icardi publica en su cuenta de Instagram una foto abrazado a su pareja, Wanda Nara: “Gracias mi amor por seguir confiando en esta familia hermosa… etc”. El “etc.” es mío y el posteo es de ayer, martes, a las 18.35. Así que acabo de borrar lo que había escrito para esta entrega del newsletter “Gracias por venir”.
La trama sigue siendo maravillosa: una mujer poderosa defiende el imperio que construyó -una fortuna, una estética, una familia- de otra mujer que ostenta el poder de la belleza hegemónica, la verdadera amenaza, la aspiración de muchas. En el medio hay un varón del que, en comparación, se habló poco.
El #WandaGate nos dio aire en medio del desastre. Salvo una minimísima minoría, los argentinos no tenemos los recursos que ellos sí. Pero ellos nos fascinan.
Arranco este #GraciasPorVenir de cero. Así es este trabajo.
¿Y cuál fue la noticia?
Hace dos días que venimos con el tema de la no-separación. La Nación, medio que aún titula con “bebe”, sin tilde, las notas referidas a nacimientos de la realeza o aquellas que bregaban en contra de la ILE, publica en su portada “Cuántos millones deberían repartirse Wanda Nara y Mauro Icardi si se divorcian”. Infobae nos avisa que la pareja volvió a París en un vuelo privado. Clarín tiene frisos y frisos con notas sobre el asunto. Página/12 publica un decálogo en el que, por ejemplo, nos explican que “ninguna pareja es perfecta”.
Pero… ¿Existió el hecho que disparó la noticia? Ni los protagonistas de la historia ni sus abogados ni su entorno confirmaron la separación. Mientras escribo, el posteo de Icardi acumula likes y comentarios. Podría ser el remate de esta historia que nos tiene en vilo. Pero el asunto da clicks, amigos y amigas. El #WandaGate ganó la calle pero nosotros somos siervos del algoritmo, lo digo con pena. La métrica, SEO, Analytics, Dios Google. La pareja en cuestión convierte la pavada en oro y nosotros trabajamos para que ese monstruo siempre hambriento se lleve la guita.
Lo interesante del culebrón es que en los hogares de este país (este país: la mitad es pobre) hubo debates de todo tipo, incautación masiva de teléfonos, preguntas para “pisar el palito”, sobremesas cargadas de indirectas... “¿Sextear es infidelidad?”, la pregunta que no tiene respuesta hasta que te pasa. Nunca antes.
Bueno, entonces: ¿Qué es ahora el periodismo de Espectáculos?
La paja del trigo y el chimento del arte: una (otra) separación posible
Dice Catalina Dlugi, conductora de Agarrate Catalina por La Once Diez: “Todo lo que se considere cuestiones del corazón le cae al mundo del Espectáculo, no me preguntes por qué. A mí no me molesta hacerlo porque no soy cerrada, pero lo toco desde mi punto de vista, porque es un chimento no un tema de Espectáculos. La cobertura que se le dio al tema Wanda-Icardi es un fenómeno para analizar, no para horrorizarse. Hay mucha gente que se maneja con fantasía. Fijate lo de Paula Chaves, que le habría mandado un ”sorete“ a La China y por eso la sacaron del grupo de WhatsApp. Pero hoy un periodista dijo que se había mensajeado con Chaves y que Chaves le contó que La China nunca estuvo en ese grupo. ¡Un día entero hablando de ese mensaje! ¡Se contó con una seguridad digna de otros temas! Puede haber una puntita de verdad, pero es como si vos y yo tomáramos mates con bizcochitos y vos me decís que Wanda se agotó y yo te digo que por ahí se puso celosa, como si fuéramos dos vecinas”.
Dice Emanuel Respighi, periodista de Espectáculos, Cultura y Medios en Página/12 y AM750: “El tema Wanda-Icardi no es un asunto del periodismo de Espectáculos. No hay ahí una disciplina artística para anunciar, describir o celebrar. Entiendo la atracción que causa en la sociedad porque siempre la vida puertas adentro interesó y porque el periodismo de chimentos, que hace dos décadas estaba mal visto, hoy se instaló en el centro de la matriz mediática. Las mediciones que se hacen en los sitios demuestran que la gente consume. Se sabe, también, que el medio refleja la realidad al tiempo que construye audiencia. A todo esto no sabemos si hay separación, pero se lo da por hecho. Creo que este tema requiere rigurosidad, pero no por el tema en sí, sino que naturalizar el no-chequeo como práctica periodística habilita el mismo tratamiento a otros asuntos, más graves o más sensibles”.
Dice Marina Zucchi, periodista dedicada a Espectáculos desde hace casi veinte años, siempre en Clarín: “Quienes trabajamos en el viejo paradigma del periodismo de Espectáculos como hecho ligado al entretenimiento popular o a lo artístico y no a la vida privada y mucho menos a los escándalos, acostumbramos a marcar esa frontera, cada vez más borrosa. Hubo un tiempo en que la sección web de Clarín ligada a ambos se llamó Extrashow, y creo que esa era una palabra acertada: el prefijo extra ya nos marcaba fuera de. Ahora existe la sección Fama y la sección Espectáculos, un división que creo justa. Son dos paralelas que en algún momento pueden confundirse y hacernos plantear a nosotros mismos si estamos pisando la línea del vecino. Supongo que es razonable que los temas ”del corazón“, los romances, o lo que roza el escándalo sea agrupado dentro de un periodismo mal llamado ”de chimentos“, no para generar un malestar en algunos colegas, sino para ordenar al lector/oyente/televidente”.
Lo miran por Instagram
Gracias al #WandaGate, Twitter ofreció dos jornadas brillantes. Ingenio, humor al borde, sororidad y contradicciones, bastante Archivo y una generosa cuota de snobismo. Pero en Instagram también hubo cobertura. Constituida como un medio más, quienes comunican en esa plataforma toman del periodismo tradicional lo que les sirve y activan nuevas herramientas. Admito (digo yo, que me crie en una redacción) que son los que mejor manejan la estrategia narrativa que propone el storytelling. Me refiero a economía del lenguaje, un diseño rudimentario pero eficaz y rapidez para postear. Un cuento contundente, buen ritmo y estilo personal en stories que desaparecerán a las 24 horas.
Es lo que hizo Ana Valeria, periodista y creadora de contenido, desde su cuenta de Instagram: @anavvvaleria. Es, también, productora recibida en Eter. “Cuando me recibí pensaba que lo más normal era entrar a laburar en una redacción. Y me encontré con la realidad del freelancer eterno, el desprestigio del oficio y demás. Después vino el macrismo, cerraron un montón de medios. Después vino la pandemia y acá estamos. ¿Cuántas personas de entre 25/35 (años) ves en televisión laburando? ¿Por qué no abren más la cancha?”, plantea Ana Valeria. Nació en 1992. Creció frente a la pantalla de VH1 y MTV, pero no mirando videoclips sino los realities. Kardashians ft. Mónica Farro ft. Ricardo Fort.
¿Cómo armó su cobertura del #WandaGate? Así: juntó la información dispersa de la tele e Internet, miró vivos de Instagram en los que se contaban detalles del caso y, sumergida en ese pantano, eligió lo que le servía. Después hizo Archivo e hizo memoria. Activó notificaciones de los personajes claves y redactó en un formato fácil, claro, breve.
Dice Ana Valeria: “Hice periodismo. La televisión en particular no sabe hablarle a las nuevas generaciones. Los pibes ni encienden la tv, pero consumen streaming, que es la tele de internet; stories de Instagram, el nuevo zapping. No es que no hay público, no es que los chimentos no interesen: no están hablando el mismo idioma”. ¿Resultado? Duplicó sus seguidores orgánicos, sus stories llegaron a más de 10 mil personas, engagement, y “un montón de cafecitos que irán derechito a pagar mi monotributo de este mes”. Pienso que Ana trabajó un montón y que Instagram debería pagarle a ella porque alimenta su plataforma. No se lo digo.
De un lado Wanda, la Triple M, mujer, madre, manager. Wanda reciclada, espléndida, un fenómeno. Del otro, Icardi, el futbolista que gana una millonada, el muchachito que frente a la propuesta sutil de encontrarse en un boliche responde “para qué?”. Y nosotros, consumiendo de punta a punta todo eso que no sabemos si pasó. Ayer, minutos después del posteo de Icardi con el que daba por terminado el alboroto, tuiteó Jorge Rial, es decir, el Rey: “Un país respira tranquilo. El periodismo de espectáculos no”.
VDM/SH