Pez Banana es un club del libro que funciona así: por una suscripción mensual, recibís en tu casa un libro. La selección la hacen Florencia Ure y Santiago Llach.
Los libros son siempre de ficción y la cuota es equivalente al precio promedio de cualquier título que puedas encontrar en las librerías.
También son nuevos, nunca te va a tocar uno que ya tengas.
En sus redes entrevistan a autores, editores, traductores o charlan entre ellos sobre literatura.
Para llegar al elegido del mes, leen (casi) todo lo que se publicará, así que aprovechan y escriben un newsletter con recomendaciones. El newsletter es buen espacio para hablar de libros favoritos que pelearon la final, de otros más de nicho que no imaginaron como “libro del mes” pero que por igual les gusta, presentar editoriales no tan conocidas, rescatar algún clásico que se haya publicado con nueva traducción. En fin, contar un poco el panorama editorial según sus miradas.
Dos autoras oscuras y un libro no menos oscuro para empezar marzo
La propuesta de este mes de Pez Banana incluye a María Fernanda Ampuero y a Clyo Mendoza además de la primera traducción de una joya clave de la literatura de Brasil y una tragedia griega.
Este mes les traemos novedades de dos de las autoras más oscuras de la escena latinoamericana actual, una incursión en un librito no menos oscuro escrito hace veinticinco siglos y la primera traducción al español de una joya clave de la literatura brasileña publicada hace casi cien años. Además, otra delicia de Chai Editora.
Flor: Su estilo es preciso, tajante. No sé si las escenas desmesuradas que hay en la novela se bancaban ser narradas de una manera que no sea quirúrgica. Imita el ritmo de la oralidad lo que hace que todo los secretos aterradores que cuentan los personajes suenen más íntimos. Eso que se dice pero que no puede escribirse. La historia es desbordante pero el rulo no está en el estilo sino en lo cíclico de la narración. Se cuenta una y otra vez lo mismo de modo que la lectura resulta espiralada y con reminiscencias. Un eco que fija sentido y ensordece al mismo tiempo.
Y hablando de secretos, cuenta una técnica de susurros con los muertos que es hermosa.
Santiago: Vos arrancaste con una novedad de hace unos meses. Doblo la apuesta y arranco con una novedad de hace veinticinco siglos. Este año mi nerdismo literario metódico va por las tragedias griegas, un género muy punk y muy moderno. Bacantes es la historia de la venganza de un dios contra un tipo que lo niega. Es una pieza fulgurante, casi microteatro, donde hay trasvestismo (me gusta la vieja expresión cancelada, favorita de Proust: “inversión”), transportadores de cabezas, canibalismo, mujeres asesinas… una locura.
Flor: Amo. Este año no me inscribo a tu curso porque tragedia griega lo pusiste sólo a la mañana y ya sabés que a mí no me gusta levantarme tan temprano.
Santiago: Vaga. Vos te lo perdés. ¡Repetí el de Proust, entonces!
Flor: Eso puede ser.
Santiago: La introducción y las notas de Nora Andrade, profe de latín de la UBA, ayudan mucho. Bacantes trae la cuestión de los ritos religiosos de iniciación, que se discute si están en el origen del género tragedia. Es decir que este género literario crucial podría venir directo de la religión. Siempre me pareció que arte y religión cumplen la misma función: encontrar sentido donde no lo hay, raspar los límites de la razón.
Flor: Vos porque en el fondo sos católico. ¿Te acordás cuando íbamos a misa?
Flor: Sigo con otros cuentos furiosos como los de Clyo. La diversidad de voces te despierta en cada uno de los trece relatos como para que nunca naturalices el horror. La polifonía es el despertador de los sentidos. Las imágenes enceguecen por brutales pero nunca dejas de ver lo que María Fernanda Ampuero escribe, podes achinar la mirada pero sigues clavado leyendo porque es increíble su trabajo. Y eso que habla de niñas bañadas en sangre, animales que devoran sus crías, violaciones, asesinatos. Todo es salvaje, implacable e imparable. Pero entra en esta línea de escritoras que encontró un estilo pavoroso que me encanta.
Santi: Nunca contás las tramas.
Flor: Cierto, pero tenemos muchos socios que se quejan de nuestras elecciones desgarradoras. Entiendo que les pase porque muchas veces a mí también, entonces intento correrlos por izquierda con lo literario o mejor dicho con lo que me pasó a mi. Cuando un libro está bien escrito, bien vale bancarse a un niño muerto. Creo yo.
Santiago: A mí me cuesta tanto creer, suspender la incredulidad… Me pueden estar contando que torturan a un niño y yo veo letritas y pienso en cómo está escrito.
Flor: Sos un aparato, Santiago.
Flor: Este libro viene sin asesinatos. Son seis pequeñas nouvelles. No sólo por la extensión sino por cómo se comportan. No tienen una estructura sencilla como para resolver la historia en un par de páginas. Sin duda, no. Abre túneles, suma personajes, condensa la sofisticación de la novela en cada uno. Lo que te obliga a abrir los ojos para no perderte detalle. Con la genialidad de que los finales se resisten, son vagos, los deja ahí. Callejones sin salida pero con posibles atajos. Entonces es imposible no entrar en una locura de suposiciones, de imaginación, de relectura. En fin: te mete en la historia a la fuerza. Sos espectador y de golpe parte. Imperdible este libro traducido por Federico Falco.
Santiago: Nunca dejaremos de alabar a la editorial Chai, cuya sede está en San Javier, Traslasierra. Otra editorial que me encanta es Mansalva, la única editorial que publica sus textos sin justificar.
Santiago: Macunaíma es uno de los grandes monumentos literarios del modernismo brasilero, que mezcla los experimentos de las vanguardias europeas con las investigaciones antropológicas de su autor. Curiosamente, hasta ahora no existía una traducción al español. Como tantas otras traducciones, esta es una aventura personal de la traductora, Julieta Benedetto, y la invité para charlar un ratito sobre ella.
Flor: Genial, les cedo la palabra.
Santiago: Hola, Julieta, gracias por aceptar esta mini entrevista. ¿Cómo surgió tu interés en la literatura brasileña y en Macunaíma en particular?
Julieta Benedetto: Hola, Santiago y Flor. Mi interés por la literatura y la cultura brasileña surge a partir de viajes, y de encuentros con amigas y amigos con quienes comparto el amor por los libros y las artes. En 2008 conocí a la escritora y traductora Silvia Cobelo, ella alimentó mi curiosidad y se convirtió en mi maestra. Realicé residencias artísticas y de investigación en San Pablo, Río de Janeiro y Campinhas, allí trabajé en la traducción de dos hermosos libros de Silvia y también de Tu no te mueves de ti, de Hilda Hilst, inédita. Macunaíma me convoca, en particular, porque es una fuente inagotable de cuentos populares, refranes, leyendas, mitologías de diferentes pueblos originarios de nuestro continente, principalmente de los grupos tupi y guaraní; junto a descripciones minuciosas de la flora y la fauna, mezclada con el mundo moderno de una megalópolis como San Pablo, a mediados de 1920. Me interesó traducirla porque cuando quise leerla para conocer Brasil, como me indicó mi maestra, descubrí que no existía aún una traducción al castellano. Entonces busqué la obra original y al encontrarme con esta rapsodia no pude resistirme, me encantó, quise entender más y me adentré en la prosa poética de su autor. Traduciéndolo descubrí la profundidad de la escritura de Mário de Andrade y sobre todo me divertí muchísimo.
Santiago: ¿Qué significado tiene Macunaíma en la historia de la literatura brasileña?
Julieta: Mário de Andrade, en el prefacio para la primera edición —que está al final del libro que publicamos con Mansalva porque el autor no lo publicó— escribe: “Este libro carece de explicaciones para no ilusionar a unos ni desilusionar a los otros. Macunaíma no es símbolo ni se tomen sus acontecimientos como enigmas o fábulas. Es un libro de vacaciones escrito en medio de mangos, ananás y cigarras de Araraquara, un juego”. Hoy, podemos agregar que Macunaíma es una obra fundante de la literatura brasileña. Que así como Macedonio Fernandez en Argentina, Gamaiel Churata en Bolivia y Perú, François Rabelais en Francia, Mário inscribe en las letras brasileñas el habla y los saberes de las culturas populares que habitan la vasta tierra amazónica. El autor concibe a este héroe desgeografizado —nacido en el corazón de la selva virgen, luego de unirse con la Madre de la Selva se convierte en Emperador y en el Monte de Roaraima, en esa zona donde confluyen Brasil, Venezuela y las Guyanas funda su imperio, que es el de los márgenes. De Andrade presenta a Macunaíma como un héroe sin edad, satírico y totalmente amoral.
Por otra parte, muy importante es mencionar que Makunaima en tupí significa El Gran Mal, y es una entidad que puede crear tanto como destruir. En una traducción de la Biblia al tupi Macunaíma es Dios. Debido a la complejidad, las resonancias del texto y la erudición de su autor podría decir que Mário de Andrade es un escritor que viene del futuro a resignificar nuestras existencias.
Santiago: ¿Por qué circuló tan poco acá, en una traducción ya olvidada?
Julieta: Creo que son varias las razones. Mário de Andrade quedó en las sombras porque durante mucho tiempo fue discriminado por mulato y por gay, y murió con 51 años, en 1945. La versión en castellano que hubo hasta ahora no es una traducción, sino una transcreación, es decir que el traductor se basó en la obra original pero reemplazó y sustituyó muchos tramos. Intenté leerla pero no lo logré, se me hizo muy difícil, quizá porque además está llena de modismos y formas del decir que están alejadas a las nuestras. Esta es una traducción rioplatense, pero sin caer en una domesticación del texto, sino como una forma de hacer que les lectores puedan entregarse con placer a esta rapsodia llena de referencias y palabras en lenguas que no conocemos pero que aún existen, y que siguen siendo silenciadas. Por otro lado, Macunaíma desde su primera edición en 1928 genera controversias y críticas, por lo amoral, lo sexual y lo satírico. La rapsodia se lee en las escuelas de Brasil, como el Martín Fierro acá, pero hace un par de años hubo un intento de censura por considerarla inapropiada para la juventud. Actualmente hay una corriente, en sintonía con el gobierno brasileño, que intenta y a veces logra instalar lecturas superficiales y moralistas, que dificultan la circulación.
Santiago: En el prólogo contás las dificultades de la traducción, por la abundancia de términos de lenguas nativas y de muchos términos intraducibles. ¿Cuál fue la elección de traducción más difícil?
Julieta: Una de las más difíciles fue brincar, que en Brasil es un término que tiene múltiples resonancias, jugar, hacer bromas, saltar, coger, todo lo que remite al encuentro erótico entre los seres humanos. Hasta el final no tomé una decisión porque nosotros no tenemos un término que iguale a este en su multiplicidad. Por momentos pensé en dejarla así, pero como lectora me seguía haciendo ruido. Entonces empecé a preguntar a diferentes personas qué pensaban y armé listas, opciones, consultando también diccionarios de lunfardo o recurriendo a formas del decir popular en países limítrofes. Asi probé juguetear, retozar, garchar, etc. Tuve la suerte de poder contactar a Raúl Antelo —gracias a Gonzalo Aguilar, que también me acompañó en este trabajo— y, después de su lectura crítica, que me llevó a retrabajar todo el texto, finalmente decidí traducirlo de diferentes maneras, pero la mayoría de las veces quedó coger. Este término presenta muchas dificultades porque queda reducido a un acto biológico. La propuesta de Mário de Andrade está anclada en la experiencia popular y en sus lecturas tempranas de Sigmund Freud —explicitadas en su libro— donde la sexualidad humana es infantil, antinatural y polimorfa. Pienso que, si se edita en otros países, podría reponer el brincar para aquellos lugares donde este término es de uso común.
Quedaron muchos términos y palabras en las lenguas originarias, así como hay referencias a personajes o leyendas que son interesantes y por eso decidimos incorporar al final del libro un glosario.
Santiago: Muchas gracias, Julieta. Te felicito por esta hermosa empresa. La literatura brasileña se lee muy poco en la Argentina, y este libro juguetón es una buena manera de empezar.
Flor: ¡Gracias, Julieta! Y gracias Santi. Nos vemos en abril, el mes más cruel.
FU/SL
Este mes les traemos novedades de dos de las autoras más oscuras de la escena latinoamericana actual, una incursión en un librito no menos oscuro escrito hace veinticinco siglos y la primera traducción al español de una joya clave de la literatura brasileña publicada hace casi cien años. Además, otra delicia de Chai Editora.