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Dos libros autobiográficos y uno que nada que ver

13 de junio de 2022 13:06 h

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Hoy les traemos dos novedades basadas en hechos autobiográficos y una que no tiene nada que ver con la realidad; o sí. Recuerden que, si les gusta estas recomendaciones, pueden suscribirse gratuitamente en pezbanana.club. Y en el mismo link pueden suscribirse al club del libro, que este mes llevó a casas de los socios un libro divino de Chai Editora.

FlorMatch es una primera novela impactante. Una autoficción que tiene una intensidad y rapidez que se lee más en clave best seller que literatura del yo. La protagonista empieza una relación vía Tinder que no está buena. ¿Viste? El poder de algunas personas de sacar lo peor de otras. Un simple soplido para mandar al otro barranca abajo. Con ingenuidad me pregunto: ¿qué hubiera pasado si nunca se hubieran conocido? ¿La protagonista hubiera terminado en el infierno de todos modos o quizás no tanto o directamente zafado? Ni idea. Una madre que deja una psiquis de su hija a punto caramelo y un ser que termina de detonar todo. Esta novela cruda y honesta combina dos cosas muy difíciles de conjugar: la angustia gélida contada con una prosa limpia y eficaz.

Para seguir hablando de la literatura del yo, el otro día una amiga me decía: “Estoy harta de leer este tipo de libros y de bancar las frustraciones del personaje que siempre me parecen banales.”

Justo no es el caso de Match, pero entiendo el punto. 

Santiago: ¿Querés que entre en esa discusión ridícula como un viejo enojado gritándole a una nube o la dejo pasar?

Flor: No, yo ni entro porque no estoy para nada de acuerdo. Pero te pido por favor que vos tampoco entres, Santiago.

Santiago: Ya me hiciste entrar. La “literatura del yo” es vieja como el Alcibíades de Platón. ¿Qué hacemos con los poemas de Catulo, las cartas de Séneca, el Libro de la almohada de Sei Shōnagon (Japón, año 1002), las cartas de Madame de Sevigné, los diarios de Samuel Pepys o En busca del tiempo perdido de Proust? ¿Los tiramos a la basura?

Flor: Tranquilo, señor cascarrabias.

Santiago: Todo lo que hay son libros que uno puede razonablemente argumentar que son buenos o malos, ¿no?

Flor: Sí, señor abuelo de Bart Simpson.

Santiago: Y eso no tiene nada que ver con el género. Lo que es cierto es que hay escritores más literales y otros más metafóricos: la ficción es una metáfora, pero nadie puede salir de su propia visión del mundo. O mejor dicho: se puede salir del yo y al mismo tiempo no se puede salir.

Flor: Amén.

Santiago: Siguiendo con la cuestión, leí este libro al que no sólo le cabe el sayo de ficción basada en hechos autobiográficos sino que me involucra íntimamente porque la autora es la madre de mis hijos y quizás la persona con la que comparto desde hace más tiempo y más sostenidamente una conversación literaria, después de mi mamá. Así que este vendría a ser un comentario de libro del yo. Supongo que muchos lectores llegarán hasta acá, espantados por este yoísmo al cuadrado. ¿Pero qué te puedo decir? Este es un libro demoledor para cualquier lector y Marina siempre fue una de mis escritoras contemporáneas favoritas.

La historia de Efectos personales es la del suicidio de la madre de la narradora, o más bien la historia de lo que la narradora/autora hace con ese hecho para el que no hay palabras. No sé cómo decirlo pero cuán crudo, distante y extrañado es todo. Lloré las dos veces que lo leí y me dejó desconsolado. Es un libro guerrero, tremendo. Yo habría escrito algo buscando una cierta redención, y acá no la hay. Este es un libro escrito desde la muerte. La tragedia griega es ese largo grito ante una tumba mal cerrada, dice Marina citando a Paul Claudel. Y este libro también es así. No hay redención ni suavidad, pero sí ansiedad, poesía y disturbio. Hay un montón de frases subrayables, y además una buena definición de todo esto de escribir a partir de la propia experiencia: “Todo lo que escribo lo viví, pero nada lo escribo como lo viví.”

Flor: Lo leí. Es valiente y hermoso. Quedé varios días sin poder salir de su atmósfera.

Flor: Cuando doy con una literatura que se pone en riesgo, que pone quinta para dársela y terminar hecho pomada, que destroza fronteras, aplaudo de pie. Me entusiasmo, me dan ganas de bailar arriba de la mesa. 

Santiago: Siempre te dan ganas de bailar arriba de la mesa, Florencia.

Flor: ¡Ya no tanto! Sigo: adoradores de la velocidad, el moco, la caca y el pus. Todo los asqueroso que puede expeler un cuerpo. Todo en las primeras treinta páginas. Curate de espanto. Aparentaba ser Mad Max mezcla de Los autos locos sin Penélope Glamour, error porque es imposible de encasillar. 

Hay algo de la leyenda de Sleepy Hollow de Washington Irving. Un árbol, el sueño y la muerte. ¿Te acordás del libro o de la peli?

Santiago: Ni de una ni de otra. Soy muy bruto, ilustrame.

Flor: La leyenda del jinete sin cabeza, no me digas que no ubicás. La peli la hizo Tim Burton.

Santiago: Ubico, pero no vi la película. Necesito nacer de nuevo para cubrir todos los huecos en mis consumos culturales.

Flor: Es la primera novela que leo de Barrientos, escritor nacido en 1979 en Bolivia. Es genial y es el puntapié de la editorial Caja Negra editando ficción. La colección se llama Efecto colaterales. Comienzo contundente, sin dudas. 

El mes que viene voy a comentar otro de sus títulos lanzamientos, Vaquera invertida de McKenzie Wark. Solo voy a adelantar que una amiga común me dijo: “Me calentó mucho leerla”. 

Santiago: ¿Quién?

Flor: Pelota amarilla con cierre en la boca. 

Santiago: Ya me diste una pista: está casada. Conozco a cada vez menos personas que siguen casadas. Espero ansioso la próxima entrega.

FU/SLL

Hoy les traemos dos novedades basadas en hechos autobiográficos y una que no tiene nada que ver con la realidad; o sí. Recuerden que, si les gusta estas recomendaciones, pueden suscribirse gratuitamente en pezbanana.club. Y en el mismo link pueden suscribirse al club del libro, que este mes llevó a casas de los socios un libro divino de Chai Editora.