Pez Banana es un club del libro que funciona así: por una suscripción mensual, recibís en tu casa un libro. La selección la hacen Florencia Ure y Santiago Llach.
Los libros son siempre de ficción y la cuota es equivalente al precio promedio de cualquier título que puedas encontrar en las librerías.
También son nuevos, nunca te va a tocar uno que ya tengas.
En sus redes entrevistan a autores, editores, traductores o charlan entre ellos sobre literatura.
Para llegar al elegido del mes, leen (casi) todo lo que se publicará, así que aprovechan y escriben un newsletter con recomendaciones. El newsletter es buen espacio para hablar de libros favoritos que pelearon la final, de otros más de nicho que no imaginaron como “libro del mes” pero que por igual les gusta, presentar editoriales no tan conocidas, rescatar algún clásico que se haya publicado con nueva traducción. En fin, contar un poco el panorama editorial según sus miradas.
Flor: Me trató con Covid y con calor, como a todo el mundo en Buenos Aires. Mi vacuna, además de la tercera dosis de Pfizer, fue Patricia Highsmith. Devoré cinco novelas de ella y me salvó el verano.
Santiago: De nuevo la literatura como salvación, uno de los temas preferidos de este newsletter. En mi caso, ya sabés que la literatura es una condena.
Flor: ¡Ay, Santiago, qué pesado! ¿Cómo te fue en California?
Santiago: Bárbaro, pero antes decime por dónde se empieza con Highsmith y por qué hay que leerla.
Flor: Yo empecé con la saga de Ripley a mis 20 que ahora releí. Con los años me gustaron más las intimistas o no sé cómo llamarlas tipo El temblor de la falsificación, El precio de la sal o El hechizo de Elsie. Pero volviendo a Tom Ripley, ella inventa (dentro del modesto universo de mis lecturas) al farsante, no el que miente sino el que vive en la mentira. Todos los fans de Carrère (El adversario, Limonov) y de Cercas (El impostor) deberían amarla. Por algo grandes directores de cine eligieron sus novelas: Alfred Hitchcock, René Clement, Win Wenders, Claude Chabrol, Liliana Cavani.
Es adictiva otro nivel.
Santiago: Genial. Te propongo algo: que tiremos una pista sobre los ocho autores de Pez Banana del mes que tenemos planeados de acá a septiembre. Si alguien acierta los ocho autores, se gana una suscripción por seis meses a Pez Banana.
Flor: Me encanta. Hagamos así: manden su respuesta a pezbananaclub@gmail con el asunto: QUIZ PEZBANANA
Santiago: Vamos tirando enigmáticos de a uno. Empiezo yo. Una escritora inglesa que últimamente tuvo bastante éxito con novelas autobiográficas, y que aparece de joven, interpretada por una actriz, en una película sobre Salinger que desde el año pasado está en Netflix.
Flor: Voy yo: la última gran revelación de la literatura argentina, éxito de ventas.
Santiago: Esta es difícil. Un rescate. Escritora inglesa. Fue votada como la escritora más subvalorada del siglo XX. Es la típica autora que rescataría La Bestia Equilátera, pero en este caso fue editada por una editorial española que no circula mucho acá.
Flor: Otro rescate, también difícil. Autora norteamericana del siglo XIX, sureña, católica y protofeminista. Vivió poco.
Santiago: El quinto: uno de mis autores favoritos. Maestro de la comedia. Anglosajón también.
Flor: La sexta también es norteamericana. Nacida en los cuarenta, circuló poco y nada en la Argentina, pero en los círculos literarios norteamericanos es conocida y respetada hace mucho, sobre todo por sus cuentos.
Santiago: El séptimo es el primer libro de cuentos de un treintañero argentino que ha publicado ensayos personales. Escribe como si se tomara todo el tiempo del mundo.
Flor: La octava es latinoamericana. Realista/intimista, de cuarenta, no masiva pero en la cresta dentro del mundo literario. Tiene un nombre que no se sabe si es nombre o apodo.
Santiago: Su libro es precioso, sobre los años ochenta. Y nos falta un noveno: un mega best seller, indiscutido también para la crítica.
Flor: Googleen un poco y mándenos mails o comenten en redes. El primero que acierta se lleva un premio. Por supuesto que no vamos a decir quién acertó, porque la gracia es que los libros sean sorpresa.
Santiago: Vamos con nuestras lecturas del mes.
Una presencia ideal, Eduardo Berti (Cia. Naviera Limitada)
Flor: Eduardo Berti estuvo “de visita” varias semanas en un hospital de cuidados paliativos en Ruan, Francia. Una residencia literaria, digamos. Su estadía inspiró estos relatos.
Un personaje dice en un momento que la muerte es una situación muy íntima. Yo agregaría que todas las terapias intensivas también lo son y que están regidas por leyes y lógicas que nada tienen que ver con la vida del afuera. Tener a la muerte tan naturalizada, agazapada y a mano cambia el juego. Lo que no es necesariamente una tragedia, simplemente otra cosa.
Lo que Berti hace en este libro es magistral. Son relatos en primera persona de médicos, enfermeros, auxiliares, pacientes y familiares; muy contundentes y diferentes unos de otros.
Ruan es la ciudad de Flaubert y hay algo en este libro del espíritu de Flaubert y sus mots justes: precisión y sensibilidad en su justa medida. No hay reiteración, cada uno tiene su ritmo. Hay infinidad de miradas que hacen que cada uno sea único. No se puede parar de leer porque cada relato es impecable y en pocos párrafos logra una estructura y una atmósfera diferente al anterior y al siguiente. Todo cierra redondito. Son micro cuentos perfectos.
Santiago: Qué angustia cada vez que recomendás un libro que te encantó. Lo sumo a la pila.
Flor: No te hagas, que vos estás por recomendar un bodoque.
Encrucijadas, Jonathan Franzen (Penguin Random / Salamandra)
Santiago: Y sí. A mí me encanta esa plaga argentina de los libros cortos onda editorial Mansalva y Rosa Iceberg, libros cortos, medio híbridos entre la ficción y la autobiografía, entre la poesía y la prosa, entre la narración y el ensayo, medio inconclusos. En su conjunto arman una especie de despedida melancólica a la literatura libresca. Pero resulta que por ejemplo en los Estados Unidos el mercado de la literatura es mucho más robusto, y hay autores que siguen creyendo en (o buscando el Santo Grial de) la Gran Novela Americana. La gran novela americana es en realidad un invento francés: es ese artefacto narrativo extenso que suele contar varias historias entrelazadas y tiene algo de mirada sociológica y algo de mirada psicológica. Balzac, Victor Hugo, Dickens, de otra manera Tolstoi y Dostoievski, etc.
Jonathan Franzen tiene un poco ese espíritu. Además de como medio mundo en alguien que brinda sus opiniones (una para tatuarse: “la esencia de nuestra vida cotidiana es hoy una distracción electrónica total”), publicó ya seis novelas. Todas tienen puntillosamente entre quinientas y seiscientas páginas, y todas (al menos las cuatro que leí) tienen como tema a una familia. Como dijo alguien por ahí citando a Tolstoi, el tema de Franzen es Cada-Familia-Infeliz-Lo-Es-A-Su-Manera. Además, siempre hay un tema moral sobrevolando, y en el caso de Encrucijadas el tema es cómo ser buenos, o si existe la bondad. Es la historia de una familia cuyo padre es pastor, y en la que hay adicción, abortos, infidelidad y violación, el pack usual de cómo se forma y cómo se rompe una familia. La acción transcurre en 1971 y Franzen maneja muy bien tanto la progresión narrativa (el desarrollo de cada encrucijada a la que se enfrentan padre, madre y tres de los hijos) como la caracterización del clima psicólogico y social. Franzen lleva al máximo una de las últimas virtudes que le quedan a la literatura: la de poder tomarse todo el tiempo del mundo.
Flor: Me dio pereza agarrarla, pero me tentaste.
Un amor, Sara Mesa (Anagrama)
Flor: Una mujer que quiere escapar de una situación y se instala en el campo. Tiene algo del espíritu de Los llanos, el correr hacia el horizonte para liberarse. Solo que la atmósfera melancólica de la novela de Falco acá muta a oscuridad. En ese sentido se parece más a Desgracia de Coetzee. El miedo y el encierro en la mitad de la nada. La contraposición del cielo azul y el campo con una opresión interna que nada tiene que ver con el paisaje. El aire libre que asfixia.
Sara Mesa genera una entretejido de sumisión, pactos, sexo, pelea y resignación.
Hay una parte en que la protagonista se obsesiona con un ex (que ni siquiera es ex) que me hizo acordar a otra de mis novelas preferidas de Patricia Highsmith, El diario de Edith.
Como ves me conectó con muchas lecturas. Me encanta cuando un libro me remite a tanto.
Dedicatorias, Ana Laura Caruso (Taller Perronautas)
Santiago: Voy ahora por un libro que me pareció muy divertido. Son simplemente noventa dedicatorias de distintos libros que no son mencionados, una por página. Caruso, que fue editora en Penguin Random, se detiene en (acá me pongo medio puaner) la modalidad discursiva de ese paratexto generalmente encabezado por las preposiciones “a” y “para”. En el fondo, una dedicatoria es un microrrelato, cuya potencia está en todo lo que no dice. Las dedicatorias a esposos y esposas huelen a amantes ocultos, las dedicatorias a editores huelen a combates por los plazos y el adelanto, etcétera. El libro recopila dedicatorias de libros viejos y nuevos, argentinos y de otras parte del mundo, y funciona un poco como acertijo. Yo enseguida reconocí alguna de las dedicatorias, pero me estoy rompiendo la cabeza para encontrar de qué libros son. ¡En Google no está! Me pareció un hallazgo el libro.
Departamento de especulaciones, Jenny Offill (libros del asteroide)
Flor: Los personajes no tienen nombres propios: son la esposa, el filósofo, el ex novio. Y así de impersonal ocurre esta historia. Citas, anécdotas. Todo fragmentado. Un salad bar (no de esos que dan asco, los posta) como para que cada lector vaya armando y entrándole con la intensidad que le plazca. Una domestic fiction más pero de las geniales. Una pareja se enamora, se casa y tiene una hija. Eso es todo. Un todo bastante basto lleno de claroscuros. Porque incluso los clichés o lugares comunes están escritos con una sensibilidad que solo generan ternura y compasión, nunca cringe. Tiene algo de Estas muy callada hoy de Ana Navajas.
Santiago: Sé que a Ana le encantó
Flor:Clima, su anterior novela ya me había parecido genial. El calentamiento global, preparar el almuerzo, cuidar a tu hermano y un hijo que me dio mucha gracia, todo al mismo tiempo, un delicado equilibrio que, cada tanto, se bandea y amenaza con irse al demonio.
Santiago: Bueno, ahora los avisos parroquiales. Recuerden que pueden suscribirse a Pez Banana y recibir en su casa nuestro libro elegido del mes con una guía/comentario de lectura. Y todavía pueden inscribirse a los talleres de escritura de mi Escuela de febrero y de todo el año, y a mis cursos de Proust, Borges y tragedia griega que empiezan en marzo.
Flor: ¡Nos vemos entonces! Ya marzo, qué horror.
FU/SL
Santiago: Buenas, Flor, ¿cómo te trató el verano?
Flor: Me trató con Covid y con calor, como a todo el mundo en Buenos Aires. Mi vacuna, además de la tercera dosis de Pfizer, fue Patricia Highsmith. Devoré cinco novelas de ella y me salvó el verano.