Antes que nada, te aviso que vas a necesitar una bolsa resistente. Muy resistente. Ya que vas hasta allá, tenés que aprovechar el viaje y llevar todo lo que puedas. Necesitás una de esas bolsas que se usaban antes para hacer los mandados, con manijas fuertes y tela reforzada. La tenés que llenar, aunque después te cueste alzarla. Con una mano vas a cargar la bolsa y con la otra a tu nena.
Llevá muchas bolsitas transparentes, como las del pan. Las usan para pasar ahí adentro todo lo que llevás, hasta el dentífrico. Andá sabiendo que revisan el bizcochuelo y el jabón en polvo con el mismo cuchillo. Si te quejás es peor.
En una riñonera vas a llevar el celular, la plata, la sube y los documentos. Todo eso lo dejás en valores, no lo podés entrar. Lo retirás recién cuando te vas.
No te vistas con ropa negra, ni gris. Tampoco camuflada ni verde militar. Ya sé que nadie tiene una campera roja o naranja, pero con los otros colores no te dejan entrar. Ah y que no sea de esas infladas ni con capucha. Gorro o bufanda, ni soñar. Calzas no podés usar. Y el corpiño sin aro de metal.
Tenés que llegar temprano, tipo ocho, para hacer los trámites. En una de las ventanillas presentás todos tus documentos y los de la nena. No te olvides de nada, si no tampoco pasás. Después te van a dar un número y tenés que esperar. Seguro alguna se cuele en la fila antes que vos. No hagas nada, nunca sabés con quien te podés pelear. Adentro se la pueden cobrar. Vas a entrar recién a eso de las doce. Hacete a la idea de que entre una cosa y la otra esto te va a llevar todo el día. La nena va a tener que faltar al colegio y vos ese día no vas a poder trabajar. Armate de paciencia. Juguetes a tu hija no le podés llevar.
La primera vez que entrás es difícil. Muy difícil. Que te revisen no va a ser lo peor. Eso te va a empezar a molestar con el tiempo, cuando te des cuenta de que te quieren joder, cuando estés cansada y con bronca. Lo primero que te va a chocar es el ruido metálico de las puertas pesadas, te va a retumbar adentro del cuerpo, te va a lastimar. Para qué te voy a mentir, después te acostumbrás. Cuando camines por los pasillos con la bolsa cargada vas a sentir que no terminan más. El olor también es un tema. Es un baho raro; una mezcla de humedad, guiso, cigarrillo y desinfectante. Se te va a impregnar.
En el salón vas a esperar a que lo bajen, a veces puede tardar. Cuando aparezca se van a poder abrazar. Quizás lo encuentres desmejorado, flaco y pálido. Es normal. Ni se te ocurra decirle nada, disimulá. Si seguís yendo y lo ayudás, se va a levantar. Él te va a mostrar en donde se pueden sentar. Las primeras veces seguro les toque alguna mesa destartalada y lejos del patio, quizás en un tiempo se gane un lugar mejor. Ahí van a poder tomar mate y comer algo de todo lo que le lleves. Eso es lo lindo, que vas a poder compartir algo con él. Por un momento hasta te vas a olvidar de donde estás.
Aprovechá el rato que tienen para estar juntos y tratá de no pelear. No le hables de los problemas de afuera, tampoco de todo lo que tuviste que hacer para entrar. Si se le mete eso en la cabeza va a reaccionar.
Ver a la nena le va a hacer bien. Tenés suerte que es chiquita y no le tenés que explicar nada. Más adelante va a empezar a preguntar, pero para eso todavía falta, por ahora zafás.
Lo más duro de todo va a ser cuando les avisen que se terminó el horario. Tenés que estar preparada para ese momento. Se te va a estrujar el corazón, vas a sentir un nudo en la garganta y que se te cierra el pecho del dolor. Tenés que ser muy fuerte y aguantarte las lágrimas. Vos te vas, pero él se queda allá. No estires la despedida. No te podés quebrar.
Mientras caminás para salir no te des vuelta. Haceme caso, dale para adelante sin parar y tratá de no mirar. A la nena distraela también. La última imagen te queda grabada, ahorrátela.
Una vez que estés afuera, cerrá los ojos unos segundos y respirá el aire limpio. El viaje de vuelta a tu casa va a ser largo y gris como el uniforme del personal, como el cemento de esos muros inmensos. Creeme que no sirven los lamentos. Cuando te quieras acordar es día de visita otra vez.
Antes que nada, te aviso que vas a necesitar una bolsa resistente. Muy resistente. Ya que vas hasta allá, tenés que aprovechar el viaje y llevar todo lo que puedas. Necesitás una de esas bolsas que se usaban antes para hacer los mandados, con manijas fuertes y tela reforzada. La tenés que llenar, aunque después te cueste alzarla. Con una mano vas a cargar la bolsa y con la otra a tu nena.
Llevá muchas bolsitas transparentes, como las del pan. Las usan para pasar ahí adentro todo lo que llevás, hasta el dentífrico. Andá sabiendo que revisan el bizcochuelo y el jabón en polvo con el mismo cuchillo. Si te quejás es peor.