¿Qué estamos haciendo acá? Desde un punto de vista operativo, estamos organizando la información dispersa de una época que seguramente será recordada y estudiada dentro de un par de años como una suerte de renacimiento social y cultural, como un retorno a las calles, al encuentro con otros en eventos (masivos y no tanto) después de los dos años de confinamiento más o menos estricto. La música en vivo está canalizando como casi ninguna otra manifestación artística el deseo de volver a juntarnos.
Ver música es antes que nada, desde el rigor lingüista, un hermoso oximorón, dado que la música no se ve. Pero esquivando ese tecnicismo, salir a ver música en estos días es una experiencia vital y felizmente anacrónica. Sin dejar de ser uno de los tantos momentos de nuestra vida que necesitamos convertir en contenido para Instagram, el ritual del concierto -como el del teatro- conserva en muchos casos el mismo dispositivo que tenía décadas o siglos atrás. Una orquesta sinfónica, un cantautor con guitarra o un trío de jazz funcionan como si el futuro nunca hubiera llegado.
Si lo ponemos en términos románticos, ver música en vivo es muchas veces la consumación de un amor. Si es una banda o un solista al que desconocemos completamente y a cuyo recital somos arrastrados por alguien de confianza, tendrá la lógica incertidumbre de una primera cita o una cita a ciegas. Si se trata de un artista internacional a cuyos lanzamientos atendemos hace tiempo pero nunca vimos sobre el escenario, será como el encuentro de dos que se tienen ganas y, tras un tiempo de relación a distancia, finalmente van a sentirse cuerpo a cuerpo. Y si vamos a ver a alguien a quien seguimos en años más jóvenes pero luego le perdimos el rastro, será como el reencuentro de dos viejos amantes. De algún modo, esta última opción es la que hoy nos cabe a todos. Si pensamos en esos dos años en que nos privamos de esta actividad, hoy todos nos estamos reencontrando con un amor de juventud.
Volvimos a los conciertos
Pero, personalmente -y más en estos días de desconcierto-, prefiero interpretar la costumbre de ir a recitales como una efectiva forma de huída, de escape hacia otros mundos. Un viaje espacio temporal que nos permite no solo ubicar la mente en otra realidad -como podría pasar con un libro, una serie, una película o con la música grabada- sino poner el cuerpo verdaderamente en juego. Un ritual que nos obliga a salir a la calle e interactuar con otros en espacios a veces desconocidos, para evocar alguna música o una estética que nos convoca, para transitar emociones y dejar en algunos casos la puerta abierta a lo inesperado.
Cada uno de los shows que este fin de semana tienen lugar en Buenos Aires invita a un viaje hacia alguna coordenada espacio temporal específica. Muchos intentarán ser la foto del presente y los más osados dirán que son el futuro. Pero la mayor parte va a estar proponiendo seguramente una excursión hacia algún punto de la historia musical de los últimos cien años. Las luces más brillantes y los más altos decibeles de la ciudad llegarán desde el estadio de Vélez Sarsfield, donde más de 50 mil personas se darán cita para el show de Green Day, una banda que encontró una forma de ser punk sin sobreactuar su pelea con el mundo y abrazando los beneficios de la era dorada de MTV. Como telonero de ese concierto estará nada menos que Billy Idol, cuya imagen icónica podría ser directamente una estampita del rock and roll. Hablamos de un músico británico que convivió con los Sex Pistols en las calles londinenses durante la década del setenta, que tomó prestada la imagen de Sid Vicious y la utilizó para dar vuelo a una propuesta musical decididamente más comercial en los años ochenta.
Billy Idol en acción. Viaje directo a los 80.
Quien necesite hacer un viaje que contraste de forma más contundente con nuestra época, tiene la chance de acercarse esta misma noche a un espacio de jazz que ya es un clásico en Buenos Aires como Thelonious para ver un show basado en la obra de John Coltrane o asistir en Bebop Club a un concierto que promete recrear el disco que grabaron Joao Gilberto y Stan Getz en 1963 poniendo el sello definitivo al encuentro del jazz y la bossa nova.
Los que deseen hacer el viaje por nuestra propia historia musical pueden encontrar el sábado en Café Berlín a Ricardo Soulé, quien fue con su grupo Vox Dei parte de la generación fundacional del rock en Argentina. El mismo sábado pueden asistir en un punto clave de Palermo como Niceto Club -donde se hace desde hace años la fiesta del Club 69 y hoy también la fiesta Bresh- a una peña norteña a cargo del músico jujeño Bruno Arias. O dirigirse mañana viernes a un espacio histórico de la ciudad como el teatro Margarita Xirgu, donde una obra teatral intenta reponer la música y el mito de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Todo en un solo fin de semana, en una misma ciudad.
Y esto es solo una parte. A continuación de estas líneas, vas a encontrar algunos shows destacados para este fin de semana en Buenos Aires y más allá. Y más abajo, una lista de recitales para ir programando lo que queda del año. Vamos a estar acá todos los jueves, compartiendo este menú abundante y variado de música en vivo, que contiene planes amables para hacer con amigos o en pareja, pero también espacios para escaparse un rato del mundo, para perderse o encontrarse a uno mismo, siguiendo la pista de una melodía en el fin de la noche.
Más recomendados para este fin de semana
Bándalos chinos
JUEVES 8 - TEATRO ÓPERA (LA PLATA)
Una de las bandas pop que más ha crecido en los últimos años, dueños de un sonido super prolijo, con letras bien cantadas y la posibilidad del baile como el mejor aliado en sus shows en vivo. Antes de su presentación en el Luna Park, hacen esta parada en un espacio un poco más contenido ante el público de La Plata.
Francisco Bochatón
VIERNES 9 - ND ATENEO
Un caso extraño dentro de la música argentina. Para muchos, uno de los mejores compositores de canciones pop de los últimos 25 años. Para otros, un completo desconocido. Por suerte, Bochatón sigue en carrera y tiene ahora un nuevo disco para enganchar a los despistados.
Ok Pirámides
SÁBADO 10 - LA TANGENTE
Promediando la década del 90, existió una banda muy interesante de Adrogué llamada Victoria Abril, que luego por problemas legales debió cambiar su nombre a Victoria Mil. Uno de los líderes de ese grupo era Julian Della Paolera, quien hoy está a la cabeza de Ok Pirámides junto a la cantante Loló Gasparini.
MÅNESKIN
DOMINGO 11 - HIPÓDROMO DE PALERMO
En una época dominada por el trap, el hip hop y todo lo que entra en la etiqueta música urbana, aparece una banda nueva de rock que supo conectar con el público de todo el mundo a partir de un comienzo bastante insólito. Oriundos de Italia, se presentaron y ganaron el concurso televisivo Eurovisión 2021, lo que los puso inmediatamente en la gira que hoy los trae a Buenos Aires.
HS
¿Qué estamos haciendo acá? Desde un punto de vista operativo, estamos organizando la información dispersa de una época que seguramente será recordada y estudiada dentro de un par de años como una suerte de renacimiento social y cultural, como un retorno a las calles, al encuentro con otros en eventos (masivos y no tanto) después de los dos años de confinamiento más o menos estricto. La música en vivo está canalizando como casi ninguna otra manifestación artística el deseo de volver a juntarnos.
Ver música es antes que nada, desde el rigor lingüista, un hermoso oximorón, dado que la música no se ve. Pero esquivando ese tecnicismo, salir a ver música en estos días es una experiencia vital y felizmente anacrónica. Sin dejar de ser uno de los tantos momentos de nuestra vida que necesitamos convertir en contenido para Instagram, el ritual del concierto -como el del teatro- conserva en muchos casos el mismo dispositivo que tenía décadas o siglos atrás. Una orquesta sinfónica, un cantautor con guitarra o un trío de jazz funcionan como si el futuro nunca hubiera llegado.