Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
Agitando el viento caliente de la menopausia: romper el tabú y mantener el goce
Abanicos y silencio han rodeado el climaterio desde hace décadas pero feministas y profesionales de la salud están decididas a romper el estigma con información.
La abuela Elena se abanicaba y se quejaba: “Qué calor, hasta veo estrellitas”. Esta niña, ahora en climaterio, le respondía: “Qué romántica, nona”.
Esa nonna había acompañado a la niña en la menarca que ocurrió en unas vacaciones de invierno en la casa chorizo de la abuela, etapa a la que llegó con escueta información suministrada por mamá. Unos tips breves en medio de una pausa en la novela de Alberto Migré.
Elena explicó cómo usar comprensas menstruales, preguntó si dolía algo y luego devolvió a la niña a la casa materna-paterna, y estuvo presente luego en muchos momentos de dolores menstruales con remedios caseros y suministrando bolsa de agua caliente para los espasmos.
Pero nunca mencionó la palabra “menopausia” cuando se abanicaba por los sofocos que caracterizan a esta etapa natural que toda, toda, mujer atraviesa.
El abanico, cuenta la web del Museo del Abanico de Londres, llegó a Europa desde el Oriente en el siglo XII y era un símbolo de status social. Con el tiempo también se convirtió en un instrumento de comunicación discreto, con códigos de abrir, cerrar o taparse la cara con el adminículo para demostrar interés o no por un hombre.
Y seguramente, colaboró mucho ante los sofocos del climaterio.
Ahora, en el siglo XXI, el abanico en reuniones sociales, sobre todo y casi siempre si hay mujeres post 40, puede desplegar una charla sobre menopausia y climaterio.
Es que al pensar el abanico surge una invitación a la analogía de tener (abanico desplegado) o no tener (abanico plegado) información sobre menopausia para tomar decisiones informadas y aspirar a una mejor calidad de vida.
Proceso que atraviesan las protagonistas de esta nota, a partir del cual desplegaron sus abanicos, movieron el viento para hacer incidencia al hablar de un tema aún tabú.
Una pregunta personal que impulsó una investigación sobre salud pública
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para el año 2025 más de 1.000 millones de personas en todo el mundo habrán atravesado la menopausia, de las cuales cerca de 37 millones vivirán en América Latina y el Caribe.
En esa región se centra la tesis “Mujeres, climaterio, menopausia y su abordaje desde las políticas públicas en salud. Situación actual en la región de América Latina y el Caribe”, de María Sol East Goenaga para un postgrado del Programa Regional en Género y Políticas Públicas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Licenciada en Antropología y Magíster en Género y Políticas, con 44 años, síntomas de premenopausia, y con trayectoria en trabajar en salud sexual y reproductiva en al ámbito público y en el sistema de Naciones Unidas, donde es especialista en salud sexual y reproductiva en la oficina regional de UNFPA en Panamá, la profesional identificó que los síntomas con los que convivía recibían una única respuesta de la medicina: “Es típico de la edad”.
“Disfruté mucho investigar sobre un tema que me atravesó como sujeta, me motivó y me di cuenta de la escasez de abordajes al respecto”, comparte.
Analizó las políticas en salud sexual y posreproductiva de mujeres con foco en el climaterio y la menopausia en 19 países de la región.Encontró que solo 7 cuentan con políticas específicas: Brasil, Chile, El Salvador, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. “De estos, algunos cuentan con perspectiva de género y/o enfoque de curso de vida y otros no”, explica.
Cuando habla de curso de vida se refiere a que “sea verdaderamente longitudinal en toda la política en salud de las mujeres; las niñas y adolescentes deberían recibir información adecuada a su edad sobre esta etapa de la vida que transicionarán en algún momento, posibilitando la agencia y autonomía al momento de cuidar su salud y prevenir factores de riesgo”.
En el proceso encontró sorpresas: “Brasil encaró la temática ya en la década del ‘80, considerando la perspectiva de género, el enfoque de curso de vida y la no medicalización -señala-. Chile también me parece destacable, porque le da mejor estructura a la política. Y me sorprendió más que Panamá, El Salvador, Dominicana y Venezuela hubiesen desarrollado abordajes también, por su carácter más conservador con la salud sexual y pos reproductiva”.
Es la primera tesis de su tipo en la región. Todo un dato que se repetirá en otras regiones: la falta de investigación contínua sobre este proceso de la vida de las mujeres.
Y la conclusión de Sol East Goenaga es que las mujeres y su salud sexual “no son una prioridad en las políticas públicas al momento de comenzar a transicionar la etapa donde se detiene la capacidad de gestar o se finalizan los ciclos menstruales”. Es más contundente aún: “El orden de género las coloca de manera poco inocente en el lugar de personas con capacidad de gestar, reproducir, cuidar y criar”.
Sol lloró cuando, al fin, encontró una profesional que la acompañara y orientara en su proceso. “Ha sido un camino lleno de obstáculos, en el sentido de pensar que alguien que es profesional, trabaja hace 10 años en el campo de la salud sexual, y está en Naciones Unidas, en la agencia que lleva esos temas, tardó 3 años en dar con la profesional adecuada”, resume su vivencia.
Eso ocurrió cuando llegó a sus manos el libro “Regreso a mí” (El Ateneo) de la médica argentina Sandra Magirena. “Sandra es mi ginecóloga de referencia. Recuerdo que me largué a llorar por otras situaciones que iban más allá del climaterio y que ella rápidamente identificó como importantes. Llegó en el momento justo. Destacaría, más allá de todo su conocimiento, el abordaje que hace de esta etapa de la vida, su apertura para abordar una gran variedad de temas que son fundamentales como la sexualidad, el placer, el bienestar general. Sin duda uno de los grandes hallazgos de mi tesis, fue haberla conocido”, valora.
“No romantizar un proceso natural, que no es una enfermedad”
“Siendo una médica especialista en ginecología infanto juvenil fue cuando atravesé mi propia menopausia y cuando me di cuenta que había algo que no tenía en cuenta. Me puse a hablar con mujeres, a escucharlas. Decidí escribí el libro a partir del testimonio de mis consultantes, participé de Umbral (un documental de la realizadora Raquel Ruiz sobre menopausia), colaboré con Sol en su tesis y colaboro permanentemente con ustedes, las periodistas”, es una ajustada autobiografía climatérica que hace Sandra Magirena en el inicio de la charla.
Recalca la menopausia “es un día en la vida, el de la última menstruación. Antes y después, se desarrolla el climaterio. Y no es una enfermedad”.
Siguiendo el hilo de la propuesta de Sol, la médica considera que las políticas públicas deberían incluir “como otros programas de salud integral de la mujer, la prevención en aquellas con menopausia en edad acorde a que ocurra el climaterio, es decir entre los 48 y los 55 años; promover el cuidado del aparato cardiovascular, la optimización de la actividad física para mejorar la calidad de los huesos, la alimentación más saludable y cuáles son los cuidados respecto a su aparato urogenital para mejorar su calidad de vida sexual y evitar el síndrome genitourinario”.
Recuerda que hay mujeres que tienen menopausia precoz o temprana “y que tienen una ventana de oportunidad que es la terapia hormonal de reemplazo y eso no está cubierto en un 100% como pasa con insumos de otros programas de salud sexual. Es costoso, y las obras sociales lo cubren pero con el 40% de descuento”.
En su despliegue de abanico de opciones ella es una comunicadora de salud que transita conferencias, charlas, medios de comunicación y redes sociales explicando pedagógicamente cómo es el aparato genital femenino, indica cómo utilizar la humectación y los masajeadores vaginales “que mejoran las condiciones del piso pélvico y de la oxigenación vaginal”.
Un camino de ida
En el libro “Regreso a mí” Sandra sostiene cuatro pilares: mejorar la alimentación; pensar qué tipo de actividad física va para cada quien; mejorar la sexualidad “erotizándose de una manera acorde y saludable, y manteniendo la salud urogenital, y otro aspecto es la espiritualidad que es el regreso a mí, que es la conexión con el ser interior que tiene todas las respuestas, sacando las ataduras y los corsés que imponen la sociedad en un modelo que no corresponde y molesta como un zapato que queda chico”.
Cree que hay prejuicios y silencios en torno a la menopausia, pero también “una especie de romantización del proceso que veo, sobre todo, en redes locales donde se habla de los test para ver en qué situación de menopausia estás, para poner un poco de matices aliviadores, románticos, de que no es terrible, que es lo mejor de la vida, que vas a tener sexo libremente… no”.
¿Por qué? Bueno, porque “hay un cambio importante biológico que tiene un impacto. Cada una vive su proceso según la historia de vida: si maternó o no, cómo fue su vida productiva, su erotismo, cuan conectada estuvo con su sexualidad, y eso es particular, y ahí aparecen mitos y tabúes”.
Para ella, en Argentina “aún se la tiende a romantizar, de la misma manera que seguimos sosteniendo el modelo de cuerpos hegemónicos. ¿Por qué ir atrás de la fórmula mágica de la juventud eterna? Esto de los chips sexuales para tener fuerza, poder, sexualidad; estar todo el tiempo matándose en el gimnasio, ponerse cosas en el cuerpo, en la cara para parecer eternamente joven. Una puede arreglarse, mantenerse en peso, saludable y con autoestima alta, pero de ahí a que sea un trabajo sostener el paso del tiempo que va a ocurrir indefectiblemente, va en contra de naturalizar este proceso”.
“Por suerte, en otras partes del mundo hay famosas que empiezan a hablar de menopausia”, destaca la médica. Veamos.
Las estrellas de Hollywood y un gol de media cancha
El West Ham United juega en la Premier League y aparece en esta crónica porque se convirtió en el primer club de fútbol de esta Liga profesional en recibir la Acreditación Amistosa con la Menopausia (MFA sigla de Menopause Friendly Accreditation, en inglés). Un golazo. Se trata de un movimiento potente en Gran Bretaña.
“Además de ayudar a atraer y retener a algunas de las mejores empleadas, nuestro enfoque para lograr la MFA ayudará a crear conciencia entre nuestra fuerza laboral masculina y fomentar la alianza para apoyar aún más a colegas, amigos y familiares”, dijo la vicepresidenta del West Ham United, Karren Brady, cuando recibió el reconocimiento.
Hay, obviamente, un contexto de políticas públicas acordes para que se den estas iniciativas en un club de fútbol y en empresas multinacionales que también han recibido la MFA, ya que Gran Bretaña cuenta con un plan de acción gubernamental de menopausia.
Otras voceras del cambio en marcha –lento, pero ahí va– son actrices que han hablado de su climaterio públicamente. Un listado incompleto, y por lo tanto injusto de esas voces incluye a: Salma Hayek, Penélope Cruz, Gillian Anderson, Halle Berry, Drew Barrymore y Naomi Watts.
En la ficción, un buen ejemplo es la serie danesa Borgen, donde la protagonista Birgitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen), atraviesa el climaterio y hay escenas con las que muchas nos identificamos.
Y hay unas fotos que valen la pena. Las de la fotógrafa catalana Meritxell Perpinyà Masip que retrató las sensaciones climatéricas en su cuerpo. “Fue un ejercicio cotidiano de honestidad”, comparte. Se pueden ver en su web: https://www.meritxellpmasip.com/perimenopausa.
Y por casa ¿cómo andamos?
Las argentinas que hablan de menopausia sin utilizar el “concha seca”
Si bien puede variar a diario, el ejercicio de escribir la palabra ‘menopausia’ en español en el buscador de Google, en la solapa de Noticias da un indicio de por dónde andamos: sólo aparecen unas 3.500 menciones. Nada para el mundo googlero.
Y si buscamos mujeres públicas, aparece hablando de climaterio para informar y compartir experiencias la actriz Mercedes Morán. Y no mucho más.
Sí aparece, a modo de insulto, el “concha seca”. La sequedad vaginal puede ser unos de los síntomas en el climaterio. Genera dificultades en la salud integral y la falta de información de cómo tratarlo, no colabora en nada en mejorar la calidad de vida de las mujeres.
Las palabras cargadas de sentido impactan socialmente, y el “insulto” podría transformarse en información adecuada y traer más felicidad a las mujeres con sequedad. Guiño de ojo, chicas.
A Mariela Belski, directora de Amnistía Internacional Argentina, le faltó información: “Tenía calores, experimentaba cambios físicos, irascibilidad, dolores corporales no identificables… y me puse a leer, sobre todo en inglés porque no encontraba mucha información en español. Y aprendí para ayudarme y hablé con mi hija, mi pareja, mis padres”, comparte.
Decidió hablar en sus redes sociales de climaterio: “Me di cuenta que las feministas veníamos en silencio, omitiendo un tema que tiene que ver con salud sexual, del que no hablábamos”, apunta. No duda en que el tema es tabú, pero es optimista porque cree que en esta etapa de la vida “una no se marchita, puede florecer con herramientas e información”.
La periodista Mariana Carbajal también llegó al climaterio sin información, se hizo muchas preguntas que no encontraban siempre respuestas y sintió que este estado de situación “es otra de las grandes injusticias del patriarcado”. Y fue por más: escribió un libro que –adelanta acá en exclusiva– se presenta en marzo. “Es mi libro más íntimo y personal”, confiesa.
Quiere que “sea una compañía para las mujeres que se acercan a este momento o lo estén transitando”, y allí vuelca su propia experiencia, las de otras mujeres, consulta profesionales, investiga cómo se vive el climaterio en otras culturas, y así va respondiendo las preguntas que no tenían respuesta.
Mariana cuestiona que “se siga usando ‘menopaúsica’ como insulto” y allí también hay un aporte al debate al que invitamos por acá. Se viene entonces “Encendidas. Un viaje íntimo por la menopausia. Una guía para anticiparse y transitarla mejor” (Grijalbo).
Despliegue final
Se abrieron por acá algunas de las varillas del abanico informativo menopáusico que agitaron las protagonistas de esta nota y despertaron ideas de muchas otras voces a consultar.
Mover el viento por una mejor calidad de vida, por una salud plena, por el disfrute y el goce, necesita de palabras y no de silencios.
Me lo enseñó la abuela Elena.
SM/MA
La abuela Elena se abanicaba y se quejaba: “Qué calor, hasta veo estrellitas”. Esta niña, ahora en climaterio, le respondía: “Qué romántica, nona”.
Esa nonna había acompañado a la niña en la menarca que ocurrió en unas vacaciones de invierno en la casa chorizo de la abuela, etapa a la que llegó con escueta información suministrada por mamá. Unos tips breves en medio de una pausa en la novela de Alberto Migré.