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Del closet a la avenida principal: el orgullo y la diversidad en los pueblos de La Rioja

Chepes, La Rioja —

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Chepes es cabecera del departamento Rosario Vera Peñaloza, el cuarto más poblado de La Rioja al sur. Una característica única lo distingue de los otros 17 en la provincia: su nombre de mujer en honor a la creadora de los jardines de infantes de Argentina, la maestra de la Patria. Hoy tiene casi 16.000 habitantes y por su ritmo, fisonomía y costumbres, bien podría fluctuar entre pueblo y ciudad, ciudad y pueblo. 

En ese lugar convive la arraigada tradición católica -con patronos en casi todas las localidades-, y la proliferación de iglesias evangélicas en los barrios durante los últimos años. Está a casi tres horas de la capital riojana, más de 200 kilómetros, lo que explica la mayor influencia económica y cultural que tiene de la provincia de San Juan, que queda más cerca. 

“Los llanos sur de La Rioja tienen la particularidad de estar anclados en su memoria y su memoria, anclada en el siglo XIX”, anticipa el investigador Jorge Cabral Ortiz. Es parte de un equipo que trabaja la puesta en valor del Museo de Los Caudillos, en la Villa Chepes. Pero en estos mismos llanos Sur, en Chepes, un fin de semana de junio se reúnen personas que desafían lo ya establecido, lo que se presenta como inmutable: el “Encuentro LGBTQ+” que reúne personas de pueblos cercanos e iza la bandera de orgullo en la avenida central. Literalmente.

Abrir ventanas 

De día todo acontece más lento: el tránsito, el ritmo de la gente, los trámites. En la avenida principal las construcciones viejas están integradas a los nuevos edificios del banco, el SUM municipal y la sede de una universidad privada. Por sus montañas, calles periféricas de tierra y lo escaso del verde en la vegetación, el paisaje se ve en tonos marrones. Árido. 

Luann Franco Lucero nació en Chepes, tiene 26 años recién cumplidos. Hace seis formó la Asociación Mundo Diverso para organizar actividades que ayuden a pensar la diversidad en ese lugar donde se crió. Hoy es filial de la Federación Argentina LGBT.

El Encuentro, que se realizó este año por primera vez, dura dos jornadas y coincide con el día internacional del Orgullo. Se hace ahí, en uno de los departamentos de La Rioja que más cambios de DNI hizo desde que Argentina tiene ley de identidad de género. Es el único que aprobó una ordenanza de cupo laboral travesti-trans y donde, desde hace seis años, todavía esquivando resistencias, cada 28 de junio se iza la bandera de la diversidad. 

“La primera vez que la izamos fue en 2018. ¡Un escándalo!, nos querían meter presos”, recuerda Luann y se ríe revoleando los brazos. 

Una conversación parecida tuvo Guido Ibañez, apenas el año pasado: “La gente de ceremonial me citaba protocolos nacionales. Decían que los mástiles del espacio público sólo podían colgar símbolos patrios. Le pregunté si pretendían que cada uno tenga un mástil en su casa”, relata. Desde hace seis meses está a cargo del área de Diversidad e Inclusión del municipio de Chepes.

Durante el encuentro aparecen las falencias institucionales: los municipios de Chamical, General Belgrano y San Martín que no tienen políticas para la diversidad; trabas administrativas en el registro civil para hacer cambio de DNI donde viven; o la falta de acompañamiento de profesionales de salud en las terapias hormonales de adecuación de cuerpo, según la identidad autopercibida. 

Convivencia en Chepes

De noche Chepes muta. Décadas atrás fue cuna del rock y el punk en la provincia. Las avenidas alumbradas con generosa cantidad de luces led blancas parecen empujar el impulso de la noche. Hay movimiento: de autos, de motos, de música y escapes ruidosos, de bares y estaciones de servicio. En esa ciudad que parece más robusta cuando oscurece. El cierre del Encuentro LGBTQ+ es una fiesta en el boliche Mute.  

En el siglo pasado su nombre quedó inmortalizado en un cartel de la estación de ferrocarril, durante el auge de la red ferroviaria argentina. La Estación Chepes, hoy en la avenida principal del pueblo, pertenecía al Ramal A de la línea Belgrano Cargas y los pobladores trabajaban principalmente la leña para abastecer la locomotora a vapor. A 114 años “El Ferro” -como llaman a la manzana donde funcionaba y aún están las vías- es el icono emblemático del lugar. Se está a un lado u otro de las vías: “frente del Ferro”, “atrás del Ferro”, “a la vuelta del Ferro”, “para el lado del Ferro”. Aunque muchas cosas cambiaron, nunca dejó de ser un punto de encuentro.

En ese predio, con una diferencia de cuatro días, se quema la tradicional fogata de San Juan Bautista -patrono de la ciudad de Chepes- y flamean dos banderas del colectivo LGBT izadas como primera actividad del encuentro. El mástil está casi pegado al busto del sacerdote riojano Pedro Ignacio de Castro Barros, figura clave de la Asamblea que declaró la Independencia el 9 de julio de 1816.

A la vieja estación, hoy fusionada con un paseo de recreación donde está la Plaza de Los Jóvenes, llegan Luann, Alexa, Thiago, Isadora, Harold, Dalma, Daniela, Alexis, Uriel. Aunque el sol de las seis de la tarde ya apenas calienta, se entregan a ser fotografiados en las vías junto al antiguo cartel de “Chepes”. Como llamados a la ronda de un juego muestran tops y polleras muy cortas, muestran colores, muestran alegría, muestran peinados, muestran banderas, muestran sus cuerpos, muestran euforia. Vienen desde Chamical, Olta, Milagro, Ulapes. Muestran orgullo mientras se empieza a apagar la tarde. 

Perforar muros

La mayoría de las personas que describen a Chepes coinciden en por lo menos tres realidades que siempre preocuparon. Una, la alta tasa de suicidio sobre todo en adolecentes y jovenes: en todos los relatos aparece una persona cercana que se quito la vida allí. Las otras: el alto consumo problemático de sustancias ilegales y la falta de oportunidades, sobre todo en lo laboral.

“En mi época eran comunes los suicidios, recuerdo una ola de 12 suicidios. En el último año del secundario mi compañero Marcelo se suicidó y quedamos muy golpeados. Tenía miedo de que me pudiera pasar lo mismo”, el recuerdo es de Layla Matraji Yaryura, tiene 29 años y estudia abogacía. Vivió en Chepes hasta que terminó el secundario y se fue a Córdoba. En 2021 volvió a la provincia y hoy realiza trabajos comunitarios y es tallerista de la organización Martín Fierro Filial La Rioja. En su mirada, ese Chepes “prejuicioso” donde vivió la adolescencia, poco cambió.  Dice que milita la pedagogia feminista y el “transfeminismo cultural” porque sino es imposible “construir con otres”.

“Ser lesbiana, travesti o trans se sigue viendo con prejuicio en esta sociedad. El que sale del closet acá siente mucho orgullo, y es muy valiente”, marca Layla. 

Adentro del closet

El sur riojano presume de historia. Rosario Vera Peñaloza nació en Atiles. También los caudillos Facundo Quiroga y Angel “Chacho” Peñaloza y Victoria Romero, que enfrentaron al unitarismo porteño, tuvieron cuna allí. Como en la mayoría de los departamentos de La Rioja, en Chepes el principal empleador es el Estado provincial. La mitad de esos 15.783 habitantes trabaja en el municipio. Muchos de esos ingresos, con distintas modalidades de contrataciones, no superan la canasta básica.

Harold Caceres trabaja en la municipalidad de Rosario Vera Penaloza por el cupo laboral trans que prevé la ordenanza. Lleva al Encuentro su experiencia con el tratamiento de hormonización con la aplicación de gel, en el hospital Regional Luis Pasteur. Dice que tuvo que abandonarlo porque no se sintió acompañado y tampoco informado.  

El Encuentro se sale con facilidad de agenda y se transforma en ronda de anécdotas. Aparecen las familias, compañeros de aulas, las maestras, la infancia. Ya lejos de la euforia de las fotos, las anécdotas se vuelven densas y están desnudas. Alexa, Isadora y Uriel viajaron desde Olta (General Belgrano), a 115 kilómetros. En el llamado “jardín de los llanos de La Rioja” no todo reverdece. Hablan de cómo transitan hoy sus libertades, pero en sus relatos del pasado aparece la cruda intemperie.

“Pasé por todo: gay, no binarie, trans. Hoy no me importa lo que digan”, suelta Isadora Aguada con un revoleo exorbitante de las trenzas finas y largas que le cubren toda la cabeza y llegan a la cintura. “Una vez alguien me dijo ‘Te tiraría raid y te prendería un fósforo’. Ese día llegué a casa y me tiré en la cama a llorar”.

El recuerdo se vuelve recreación teatral: Isadora se inclina hacia adelante como desplomándose para desahogarse en llanto: “No podía hablarlo con nadie de mi familia porque no lo sabían, y yo ya usaba un vestidito verde así”, muestra marcando justo arriba de las rodillas.   

Uriel Mercado habla fuerte y determinante. Tiene 17 años y usa términos como “closeteros”, para referirse a las personas de Olta -según él, está lleno- que aún no se animan a vivir libremente sus vínculos, ni la sexualidad. A él también le pesó la mirada social en ese lugar con menos de ocho mil habitantes. “En la escuela me hacían burla hasta que un día me cansé y, para defenderme, empecé a pegarle al que me molestaba. Un día el hijo de la directora de la escuela me corrió con un cuchillo, yo agarré un palo y le pegué. Me corrieron de la escuela. Ahí me fui a vivir a La Rioja”, recuerda. 

Volvió a Olta hace un año. En su tía encontró el abrazo que lo comprendió.

Tejiendo redes en el sur riojano

Luann se ocupa de cada detalle del Encuentro con sus múltiples roles: coordinador, anfitrión, árbitro de fútbol. Días previos envía notas: invitaciones formales para que en los otros municipios gestionen el costo del traslado en colectivo; reserva el albergue estudiantil Eva Perón para alojar gratis y dar de comer a quienes vendrán. Sobre la hora busca alternativas al polideportivo municipal porque le avisan que no podrán jugar allí los “partidos mixtos” de fútbol, incluidos en el programa oficial.

La mayoría de las personas en la cancha lo llaman Franco, su nombre durante 25 años hasta que hizo el cambio del DNI un año atrás. Cuando rectificó el documento con el genero no binario decidió conservarlo y agregar el que eligió para esta etapa de su vida. Las personas del encuentro, en cambio, elegirán este último para interactuar con ella: Luann.

En estos seis años la Asociación acompañó a varias personas de Chepes y departamentos cercanos para hacer el trámite de cambio de DNI. Luann sabe que por pequeño que parezca a la mirada externa, todo lo que hicieron es grande para ese lugar donde él hizo el jardín de infantes: “Me acuerdo que tuve problemas con la seño Noemí. Tuvieron que cambiarme porque yo siempre quería jugar con muñecas y ella no me dejaba, entonces lloraba”. Mi mamá no sabía, aunque yo tenía mis actitudes, se me notaban. Desde que tengo uso de razón amaba la ropa de mujer. El suicidio de su hermano Hugo, cuando él tenía 13 años, está entre los peores momentos de su vida: era el único que sabía su sentir y de chico lo defendía de la burla pública. 

No solo en Chepes

El recuerdo que tiene Dalma Ibañez sobre el jardín de infantes es el de una frustración. Nació y se crió en Ulapes, departamento San Martín, hasta que terminó el secundario. Tuvo que mudarse 60 kilómetros para formarse como docente de nivel primario en Chepes y aunque todavía lo narra con duda, sí sabe que ahí sintió por primera vez que las instituciones la empujaban a irse de su lugar: entró al profesorado de Ulapes y se encontró con trabas que parecían más bien excusas. 

Hasta que empezó la pandemia enseñó en la escuela rural de Agua Blanca. Este año regresó a Ulapes por trabajo, está en una oficina de la municipalidad y de ahí quiere generar capacitaciones porque dice que tampoco tienen políticas públicas. Se pone enérgica: “Si no te aceptas vos, ¿cómo vas a esperar que te acepten los demás?”.

“Me hubiera gustado ser maestra jardinera porque me encantaban los niños y era buena con las manualidades, pero no me animé. En el resto de cosas no tuve problema, pero para estudiar esa carrera sí sentí que me podían discriminar por ser la única chica trans”, lamenta.

Escuchar y acompañar en las aulas

La avenida San Martín, la principal de Chepes, es parte de la ruta nacional N° 141 que conecta a La Rioja con sus provincias limítrofes, San Juan, Córdoba y San Luis. La gente del lugar lo describe como un lugar de paso para cargar combustible, conectar con otras rutas, o comer y seguir viaje. A muchos les gusta pensarlo como una especie de puerto, aunque el agua es un problema serio en ese lugar, por la escasez y poca potabilidad. 

Laura Fanchín es trabajadora social. Hasta hace cuatro meses era una de las asesoras del Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (ENIA). En abril de este año el gobierno nacional de Javier Milei anunció el rediseño del plan y dieron de baja 619 contrataciones. Uno de esos contratos era de Laura.

Se implementó en 2018 para abordar una problemática con estadísticas alarmantes en Argentina: el embarazo no intencional en la adolescencia. Para disminuir esa tasa se aplicó en 12 provincias con peores índices, entre ellas La Rioja. En la provincia el criterio fue el mismo y bajó a los departamentos Capital, Chilecito y Chepes: “Estoy desde que arrancó, era asesora en salud integral adolescente. Trabajaba con escucha activa, con turnos programados para derivar a la psicóloga. En este tiempo logramos mucho, el último año no tuvimos ni un solo embarazo en la secundaria”, destaca. 

Desde la coordinación de Adolescencia del ministerio de Salud de La Rioja confirmaron la baja de los embarazos en la provincia: “en 2020 se registraron 417 casos de 15 a 19 años, mientras que en 2021 disminuyeron a 329 casos, y solo seis menores de 15 años”.

El lugar de trabajo de Laura era en un rincón del patio de la histórica Escuela Normal Superior Juan Facundo Quiroga, a la que hoy asisten 670 adolescentes de primero a quinto año. A la que asistieron muchas generaciones del pueblo.

El Plan ENIA contemplaba que sus líneas de acción en salud y educación, tuvieran un enfoque de diversidad. Cuando Laura recuerda su experiencia, enfatiza: “esa fue la peor parte”. Se le vino encima la suma de las instituciones: familia y escuela. 

“Apenas llegué tuve el caso de unas chicas entre 14 y 15 años que eran novias. La misma escuela les prohibía que se dieran la mano o un beso aunque las parejas heterosexuales sí podían. Recuerdo que mandé a llamar a una de las madres porque la chica quería que yo le dijera que se sentía bien. La escuela se me fue al humo, querían que anticipara qué iba a decirle porque era un tema ‘muy sensible’. La madre fue, lloró un montón, dijo que era el padre el que se oponía. Recuerdo que después las chicas estuvieron re felices, me dijeron que fue gracias a esa charla”. El que relata Laura es uno de los “casos aislados” que acompañó hace seis años cuando llegó a la Escuela pero asegura que sabía de muchos: “Recién hace poco tiempo veo que están entendiendo que no tienen que esconderse, sobre todo por el miedo a la escuela.

Afuera del closet

Después de dos días compartiendo experiencias y realidades, Luann sistematiza acciones para replicar en otros departamentos del sur riojano donde abrirán filiales de la Asociación. 

Daniela Brizuela anticipa que quiere presentar, en Chamical, la ordenanza de cupo laboral que ya tiene Chepes. Hasta principios de año era beneficiaria del programa Trato Digno (ahora Protagonistas), que busca la inclusión de personas del colectivo LGBT+ en instituciones públicas y privadas. Al encuentro llega con su pareja, al que llama con gracia “mi marido”. Aclara que “él es hetero”, posa en las fotos y divertida acota: “pobre, él nada que ver con todo esto”.

Dice que cuando hizo el cambio de DNI y empezó el tratamiento hormonal, le costó incorporarse en el municipio que gobierna Dora Rodriguez, con quien reniega por la falta de políticas. Hace poco le dieron de baja el programa que tenía y hoy está desempleada.

Transformar desde los cimientos 

Luann no se detiene, la semana siguiente al Encuentro ya lo tiene embarcado en una charla que pidieron a la Asociación para formadoras de nivel inicial. Está convencido de que “la gente discrimina porque no sabe”. En el Instituto Superior de Formación Docente de Nivel Inicial, Rosario Vera Penaloza, conversa con 10 futuras maestras: “Algunas preguntaban qué tenían que hacer ante las actitudes de algunos niños, yo solo les dije que no le pongan género a los juguetes, que había que dejarlos que se diviertan. No les prohíban nada”. 

En carpeta tienen agendado además trabajar para crear áreas municipales que gestionen exclusivamente políticas públicas para la diversidad. La mayoría coincide en que “todavía” las áreas estatales “de la mujer” no incluyen el sentir y las necesidades del colectivo travesti, trans, no binario.

Desde el 2019 la secretaría de la Mujer de La Rioja pasó a ser de la Mujer y Diversidad. Karen Navarro, su titular, aseguró que con recursos provinciales siguen trabajando en políticas de la diversidad, aun cuando el gobierno nacional dio de baja varios programas. Sobre las necesidades de la población LGBTIQ+ de los Llanos riojanos dice que aún no están sistematizadas porque no hicieron relevamientos oficiales. 

Más allá de los números, Luann prepara charlas que quiere llevar a Villa Casana, paraje del interior de Chepes: “Puede ser que en el interior sean pocos, pero igual no se animan a salir del closet. Acá estamos viviendo en un pueblito y nos pasa lo mismo que a todas las que sufrieron para conseguir las leyes. Entonces para qué nos sirven las leyes si el compañero que está a mi lado está viviendo discriminación y yo me quedo de brazos cruzados. Cuando uno tiene ganas, por más que seamos uno, dos o tres, hay que hacer las cosas”.  

Cuatro días después del encuentro, Luann otra vez está en el centro de la escena: sale por las radios para denunciar a la Liga Femenina de Fútbol de Chepes “por discriminación”. Se acaba de enterar que le prohíben competir en el deporte que practica hace tres años porque cambió el género de su DNI de “femenino” a “no binario”. “A esta la voy a pelear”, adelanta. Vivió ocho meses en Buenos Aires y dice que las luces lo deslumbraron, pero prefiere su pueblo aún con todos los desafíos que se presentan. Ahí, donde desde hace seis años e ininterrumpidamente flamea durante un mes y en la avenida principal, la bandera de la diversidad.

ASM/MA

Chepes es cabecera del departamento Rosario Vera Peñaloza, el cuarto más poblado de La Rioja al sur. Una característica única lo distingue de los otros 17 en la provincia: su nombre de mujer en honor a la creadora de los jardines de infantes de Argentina, la maestra de la Patria. Hoy tiene casi 16.000 habitantes y por su ritmo, fisonomía y costumbres, bien podría fluctuar entre pueblo y ciudad, ciudad y pueblo. 

En ese lugar convive la arraigada tradición católica -con patronos en casi todas las localidades-, y la proliferación de iglesias evangélicas en los barrios durante los últimos años. Está a casi tres horas de la capital riojana, más de 200 kilómetros, lo que explica la mayor influencia económica y cultural que tiene de la provincia de San Juan, que queda más cerca.